Las profec¨ªas de Mapplethorpe
Nada est¨¢ terminado hasta que t¨² lo ves, le dec¨ªa Robert Mapplethorpe a Patti Smith cuando, esperando su opini¨®n, ¨¦l le mostraba las que entonces eran sus primeras fotos. Ambos eran esos ni?os a los que alude el t¨ªtulo, dos talentos intentando florecer en el Nueva York de finales de los sesenta, luchando casi con desesperaci¨®n por plasmar su arte y obtener un reconocimiento que nadie se atrever¨ªa a negarles hoy. Ese Nueva York bohemio, con el hotel Chelsea, el Max's Kansas City, St. Mark's Place y la galaxia Warhol como puntos cardinales, es el escenario por el cual transcurre este deslumbrante texto biogr¨¢fico. A trav¨¦s de sus p¨¢ginas, Smith rinde homenaje al que fuera su amante, c¨®mplice y, por encima de todo, alma gemela. ?ramos unos ni?os cuenta ese trayecto vital, tomando la estrecha relaci¨®n entre Mapplethorpe y la narradora coprotagonista como nudo. Muertos de hambre y tambi¨¦n llenos de ambici¨®n, se apoyaron mutuamente para encontrar sus propios senderos art¨ªsticos. As¨ª, descubrimos c¨®mo Mapplethorpe le hablaba insistentemente a Smith de su potencial como cantante de rock & roll; por su parte, fue ella quien le convenci¨® para que abandonara los collages y comenzara a tomar sus propias fotograf¨ªas. Los desencuentros -motivados en muchos casos por la progresiva inmersi¨®n del fot¨®grafo en el submundo gay que aliment¨® el lado m¨¢s chocante de su trabajo- enrarecieron en ocasiones la relaci¨®n. La prosa de Smith es firme, no se deja llevar por reproches ni sentimentalismos, y cumple de manera formidable el objetivo buscado: hablar del lado humano de un artista que fue pol¨¦mico y que en m¨¢s de una ocasi¨®n se ha visto estrangulado por la naturaleza de su propia obra. "Robert elev¨® aspectos de la experiencia masculina", explica Smith, "imbuyendo a la homosexualidad de misticismo. Como dijo Cocteau de Genet, su obscenidad nunca es obscena".
?ramos unos ni?os
Patti Smith
Traducci¨®n de Rosa P¨¦rez
Lumen. Barcelona, 2010
336 p¨¢ginas. 21,90 euros
Smith cumple de manera formidable el objetivo buscado: hablar del lado humano de un artista estrangulado por la naturaleza de su obra
La necesidad de escribir sobre su antiguo aunque en realidad eterno compa?ero lleg¨® casi en el mismo instante en el que son¨® el tel¨¦fono de la casa de la familia Smith y Edward Mapplethorpe comunic¨® el fallecimiento de su hermano, una fr¨ªa ma?ana de marzo de 1989. Con una voz tan poderosa como la que brota de sus poemas y canciones, Smith nos muestra ese itinerario compartido, trufado de an¨¦cdotas y salpicado por personajes tan irrepetibles como el momento hist¨®rico -que va de 1967 a 1978- en el que se desarrolla el n¨²cleo del texto. Las noches en la trastienda del Max's Kansas City, donde el apol¨ªneo Mapplethorpe es deseado por la corte de Warhol, a la vez que la andr¨®gina Smith es completamente ignorada, hasta que decide cortarse el pelo a lo Keith Richards y logra captar la caprichosa atenci¨®n de los ilustres parroquianos. Los encuentros con Corso, que citando a Mallarm¨¦ asegura que los poetas no terminan los poemas, los abandonan; y con Ginsberg, que intent¨® ligar con ella al confundirla con un muchacho mientras ella se relam¨ªa ante un s¨¢ndwich que no pod¨ªa pagar. Un encuentro con una desolada Janis Joplin a la que Smith piropea llam¨¢ndola "perla", palabra que se convertir¨¢ en el t¨ªtulo del ¨¢lbum p¨®stumo de la tejana. Pero por encima de estas y otras an¨¦cdotas, ?ramos unos ni?os es tambi¨¦n el s¨®lido y emotivo relato de la relaci¨®n simbi¨®tica entre dos personajes que no parec¨ªan estar completos el uno sin el otro. Y nos muestra el conmovedor af¨¢n de unos seres dispuestos a poner sus almas al servicio del arte, aferrados a sus respectivos sue?os, inspirados por Rimbaud, Dylan, Genet y otros nombres idolatrados.
Smith cuenta c¨®mo se turnaban para entrar a las exposiciones muse¨ªsticas que les interesaban, porque el dinero no alcanzaba para dos entradas. En una ocasi¨®n, cuando ella, maravillada, se dispon¨ªa a narrarle las obras que hab¨ªa visto, ¨¦l ataj¨® diciendo: "Alg¨²n d¨ªa entraremos juntos a ver las exposiciones y, adem¨¢s, la obra expuesta ser¨¢ nuestra". Ninguno de los dos imaginaba entonces que sus vidas se convertir¨ªan en existencias legendarias, una historia digna no s¨®lo de ser contada sino tambi¨¦n de ser admirada. Una apasionada y apasionante odisea vivida en una ¨¦poca en la que comprometerse con la necesidad del propio era casi un acto heroico. Consciente, quiz¨¢, de que los d¨ªas en los que intercambiaron sus energ¨ªas forman tambi¨¦n parte de su obra, poco antes de fallecer Mapplethorpe le pidi¨® a Smith que escribiera la historia de ambos. Ahora, aquella vieja frase, nada est¨¢ terminado hasta que t¨² lo ves, se revela como algo prof¨¦tico. Porque la historia ha sido contada a trav¨¦s de la mirada y el verbo de la ¨²nica persona capaz de elevarla al nivel que merece.
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