Por las revueltas de Pessoa

?Cu¨¢ntos hombres pueden habitar en un solo cuerpo? Hay maridos con dos familias que nada saben la una de la otra, agentes secretos dobles y triples, y escritores cuyo l¨®bulo frontal ignora lo que se est¨¢ cociendo en el occipital. En el caso de Fernando Pessoa, adem¨¢s, su ventr¨ªculo izquierdo sent¨ªa diferente que el derecho: mientras uno sufr¨ªa un arrebato l¨ªrico, el otro ten¨ªa saudade. Su coraz¨®n era capaz de bombear simult¨¢neamente los torrentes sangu¨ªneos del enso?ador contable Bernardo Soares, del airado ingeniero naval ?lvaro de Campos, del quim¨¦rico poeta sensacionalista Alberto Caeiro y de ¨¦l mismo, que compart¨ªa con todos ellos sistema respiratorio, digestivo y nervioso.

En Turismo infinito, el autor Ant¨®nio M. Feij¨® plantea un atractivo viaje por la poes¨ªa de Pessoa y de sus heter¨®ni-mos, que en la puesta en escena de Ricardo Pais (asistido por Nuno Cardoso) aparecen todos en el mismo plano, como ensue?os de un durmiente en fase REM, encajonados en un espacio esc¨¦nico abierto pero progresivamente opresivo conforme confluyen all¨¢ al fondo la formidable rampa del suelo con un techo inclinado de proporciones similares. Viajamos entre la escarcha del poeta, por un espacio mental.

Aunque el espect¨¢culo del Teatro Nacional S?o Jo?o de Oporto es de una factura poderosa, modelada por el escen¨®grafo Manuel Aires Mateus y por las trochas de luz que en la tiniebla virgen abre Nuno Meira, la entidad de lo que nos llega por el o¨ªdo acaba desbordando la de lo que vemos. La potencia visual de estos versos devora la de cualquier imagen real superpuesta: los momentos m¨¢s eficaces de Turismo infinito son, pues, los resueltos con mayor sencillez, los que est¨¢n m¨¢s cerca del recital que del oratorio que, en definitiva (creando cierta din¨¢mica en el estatismo, a la manera de Robert Wilson), han montado Pais y su equipo.

Turismo infinito pica alto: es Pessoa por exceso. A la palabra tonante de ?lvaro de Campos, por ejemplo, le sobra, en cierto momento, un fondo sonoro redundante. Entre lo mejor, la polifon¨ªa de la lengua portuguesa que crean sus afinados int¨¦rpretes. Los sobret¨ªtulos, de un naranja desmayado, sin luminosidad suficiente, incomodaron o dejaron ayunos de sentido a un pu?ado de espectadores.