La izquierda del siglo XXI
El 7 de junio se cumpli¨® un a?o de la derrota electoral de la izquierda europea. Desde entonces, ha sido extra?a la semana en la que no se ha organizado un seminario o hemos le¨ªdo un an¨¢lisis sobre la supuesta crisis de la izquierda. De repente, la combinaci¨®n de una derrota electoral con una crisis econ¨®mica global est¨¢ llevando a mucha gente al pesimismo. Pero lo cierto es que, si nos alejamos de la coyuntura y realizamos un an¨¢lisis con cierta perspectiva, no estamos tan mal.
Todos los estudios de sociolog¨ªa electoral revelan que la ideolog¨ªa sigue explicando gran parte del comportamiento pol¨ªtico de los ciudadanos. Aunque algunos pontificaron hace a?os el fin de la historia y de las ideolog¨ªas, las ideas siguen moviendo el mundo. De hecho, la ideolog¨ªa es la forma m¨¢s coherente de ordenar los proyectos pol¨ªticos. Nos permite reducir y simplificar el mundo, haci¨¦ndolo m¨¢s comprensible para la mayor¨ªa de los ciudadanos.
Hay que limitar el peso de poderes no elegidos democr¨¢ticamente y poner nombres a los "mercados"
Esta supuesta crisis de la izquierda tampoco es defendible si atendemos a la presencia de partidos progresistas en el poder. Entre 1945 y 2006, en las principales democracias parlamentarias, solo el 21% de los Gobiernos pueden ser calificados de izquierdas. Adem¨¢s, mientras que en la d¨¦cada de los 40 solo el 17% de estos Gobiernos eran progresistas, en los ¨²ltimos a?os, antes de la crisis, esta cifra se ha elevado al 24%. De hecho, nunca la izquierda hab¨ªa gobernado en tantas democracias desarrolladas como en los 80, 90 y principios del siglo XXI.
Finalmente, si nos detenemos en la acci¨®n de gobierno, las diferencias entre izquierda y derecha siguen siendo relevantes. Incluso en escenarios tan adversos como la Europa de los 90, donde los Gobiernos estaban limitados por el Tratado de Maastricht y la crisis econ¨®mica, las diferencias en el gasto p¨²blico siguieron siendo relevantes. Los partidos progresistas hicieron mayores esfuerzos en inversi¨®n de capital fijo y humano que los Gobiernos conservadores. Es decir, las pol¨ªticas de ajuste son bastante distintas si las lleva a cabo la izquierda que si las implanta la derecha.
Entonces, ?qu¨¦ le est¨¢ pasando a la izquierda? La realidad ha cambiado y eso le va a exigir enfrentarse al futuro con un nuevo relato. Muchos de estos cambios no son propios de un solo pa¨ªs, sino que son compartidos por las democracias desarrolladas. De hecho, en muchas ocasiones, ha sido la acci¨®n de Gobiernos de izquierdas la que ha propiciado estas transformaciones. Tres son los retos que tiene en estos momentos la izquierda, especialmente la europea.
El primero de ellos es pol¨ªtico. Una izquierda que aspire a defender a los ciudadanos no puede permitir que las democracias sean cada vez menos democr¨¢ticas. En las ¨²ltimas d¨¦cadas, observamos un "progresivo debilitamiento de las instituciones representativas" (Ignacio S¨¢nchez-Cuenca, M¨¢s democracia, menos liberalismo, Katz Editores).
Un ejemplo de este retroceso es la creaci¨®n de instituciones contramayoritarias. Estas se caracterizan por tener un "dudoso" origen democr¨¢tico, puesto que sus miembros no son elegidos directamente por los ciudadanos. Adem¨¢s, sus integrantes tienen un mandato temporal superior al de los pol¨ªticos que les eligieron, con el fin de que no respondan a los ciclos pol¨ªticos. Estas instituciones son muy influyentes en nuestras vidas y deciden cosas tan importantes como la pol¨ªtica monetaria en el caso de los bancos centrales, la legalidad en el del Tribunal Supremo o la constitucionalidad de nuestras leyes en el del tribunal correspondiente. La izquierda deber¨ªa aspirar a limitar el poder de estas instituciones y, en la medida de que fuese posible, reforzar el poder de los Parlamentos.
Pero las instituciones representativas no solo han cedido poder en beneficio de otras menos democr¨¢ticas. Adem¨¢s, tal y como viene se?alando el Informe sobre la Democracia de la Fundaci¨®n Alternativas, ciudadanos y expertos coinciden en que uno de los principales problemas de nuestra democracia es la enorme interferencia del poder econ¨®mico sobre el pol¨ªtico. Y esto nos conduce al segundo reto: la gesti¨®n de la econom¨ªa.
En el ¨²ltimo a?o, hemos visto c¨®mo los mercados, en muchas ocasiones, pueden ser m¨¢s poderosos que los ciudadanos. Pero, ?qui¨¦nes son los mercados? La izquierda debe defender una mayor transparencia: poner rostro, nombre y apellidos a los mercados. ?Qui¨¦nes est¨¢n condicionando con tal virulencia a Gobiernos democr¨¢ticos?
El objetivo ¨²ltimo deber¨ªa ser realizar un dise?o institucional que saque lo mejor de los agentes econ¨®micos. Como muy bien ha se?alado F¨¦lix Ovejero en estas p¨¢ginas (EL PA?S, 4-6-2010), no se trata de cambiar el sistema de valores o las bases del comportamiento humano. Deber¨ªamos caminar hacia un modelo de desarrollo econ¨®mico que no se reduzca a un juego de suma cero, donde lo que unos ganan, los otros lo pierden -por ejemplo, en eso consisten las operaciones financieras en corto y a la baja-. La izquierda deber¨ªa aspirar a un modelo de desarrollo econ¨®mico en el que la competici¨®n haga m¨¢s fuerte a todas las partes y, en la medida de lo posible, todos ganen.
Para ello deber¨ªa dise?arse un sistema de incentivos que penalice los malos comportamientos, por ejemplo con una tasa impositiva sobre movimientos especulativos, y premie los buenos. Adem¨¢s, es necesario controlar a los controladores. ?Por qu¨¦ no otorgar calificaciones a las agencias de calificaci¨®n?
El tercer y ¨²ltimo reto se enmarca en la sociedad. Los par¨¢metros sobre los que se construy¨® el Estado de bienestar han cambiado. Por ejemplo, en Espa?a, en 1982, la esperanza de vida era de 73 a?os. En la actualidad es de 81. Es decir, el sistema de pensiones de principios de los ochenta estaba dise?ado para unos jubilados que vivir¨ªan de media ocho a?os m¨¢s. En cambio, en la actualidad, esta cifra se ha doblado.
Adem¨¢s, el gasto p¨²blico tiene sus restricciones. Los ingresos no son infinitos y, como se ha se?alado, entre los rasgos definitorios de la izquierda est¨¢ su mayor preocupaci¨®n por el gasto productivo -capital f¨ªsico y humano-. Por lo tanto, no puede destinar todo el gasto p¨²blico a pol¨ªtica social.
Por estas dos razones, es necesario redefinir el Estado de bienestar. Se tratar¨ªa de alcanzar dos objetivos. En primer lugar, primar los componentes redistributivos de la pol¨ªtica social frente aquellos que son regresivos. Es decir, no todo gasto social transfiere renta hacia las clases bajas y, en algunas pol¨ªticas, las clases altas son mucho m¨¢s beneficiadas -el gasto en educaci¨®n superior, por ejemplo-.
Un ejemplo de este tipo de medidas lo acabamos de ver en las ¨²ltimas semanas. Los ajustes anunciados por el Gobierno de Rodr¨ªguez Zapatero preservan la parte del gasto m¨¢s redistributivo. Las pensiones m¨ªnimas y no contributivas, que tienen un alto componente igualitario, van a seguir revaloriz¨¢ndose. Es decir, se tratar¨ªa de hacer un mayor esfuerzo en aquellas partes del gasto que m¨¢s ayudan a la igualdad social frente a otras que no necesariamente lo logran.
En segundo lugar, es un cambio de filosof¨ªa. El futuro Estado de bienestar deber¨ªa tratar de adelantarse a los problemas sociales y preparar m¨¢s que reparar. Hasta ahora, el Estado de bienestar trataba de dar soluci¨®n a problemas ya existentes. El Estado de bienestar del futuro deber¨ªa anticiparse a estos problemas. Para ello, deber¨ªa concentrar sus esfuerzos en los tres grupos sociales que est¨¢n en la base de muchas de las desigualdades existentes: ni?os, mujeres y ancianos (Gosta Esping-Andersen y Bruno Palier, Los tres grandes resto del Estado del bienestar).
En definitiva, toda la "crisis" de la izquierda se reduce a la necesidad de lograr un nuevo relato que le ayude a enfrentarse a los problemas del siglo XXI. Sin renunciar a sus valores y principios, debe seguir persiguiendo la causa que le mueve. Como ha hecho siempre, cuando la realidad cambia, la izquierda tambi¨¦n cambia.
Ignacio Urquizu es profesor de Sociolog¨ªa de la Universidad Complutense de Madrid. Intervenci¨®n en el seminario What's left? Next left, organizado por la Fundaci¨®n Rafael Campalans y la Fundaci¨®n Europea de Estudios Progresistas.
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