Misteriosa Am¨¦rica Latina
Esta vez la crisis naci¨® en Wall Street, en la catedral del capitalismo. Y la Am¨¦rica Latina, que tantas crisis propias ha vivido, en esta ocasi¨®n surfea sobre las olas del tsunami financiero. Por supuesto, no todos los pa¨ªses est¨¢n igual ni la repercusi¨®n ha sido homog¨¦nea, pero ninguno adolece de las cl¨¢sicas erupciones volc¨¢nicas: quiebra de bancos, dolarizaci¨®n, d¨¦ficit de la deuda externa... Como siempre, damos la nota; esta vez, por fin, ella es afinada.
Es m¨¢s, lejos de producirse una repercusi¨®n negativa sobre las instituciones, la crisis ha sido favorable a ellas. El Latinobar¨®-metro registra un progreso en la idea democr¨¢tica y, en t¨¦rminos generales, una mayor conformidad con sus gobiernos. Algunos, como el de Brasil, el de Colombia, el de Ecuador, los reci¨¦n culminados de Chile y Uruguay, han gozado de particular favor de la opini¨®n p¨²blica, a juzgar por las encuestas. Ello es bien explicable: cuando en septiembre de 2008 quebr¨® Lehman Brothers y el mundo parec¨ªa caer irreversiblemente en una crisis como la de 1929, la gente se prepar¨® para lo peor. Los propios Gobiernos alertaron, pero a medida que las semanas fueron pasando, la situaci¨®n se fue sobrellevando con ¨¦xito. Las fuertes reservas internacionales acumuladas no bajaron y aun cuando hubiera alguna ca¨ªda de la actividad econ¨®mica, la misma no estuvo ni de cerca en la medida que se esper¨®. De ese modo, el discurso tranquilizador de los Gobiernos se hizo m¨¢s cre¨ªble y, como consecuencia, no se vivieron fen¨®menos de inestabilidad. El caso de Honduras respondi¨® a factores estrictamente pol¨ªticos, alejados de las repercusiones de la crisis econ¨®mica.
La regi¨®n ha sufrido mucho menos el impacto de la crisis que otras zonas del planeta
Luego de seis a?os de expansi¨®n econ¨®mica rumbosa, 2008 fue el primer mal a?o (-1,7% del PIB), pero lo fue mucho peor para las econom¨ªas de los pa¨ªses desarrollados que para una Am¨¦rica Latina que ya en el 2009 volvi¨® a crecer. M¨¦xico es quien lo ha pasado peor (cay¨® m¨¢s de un 6% su PIB en 2008), pero ha vuelto a su ritmo exportador y hoy espera terminar el a?o arriba de un 4% de crecimiento. Ese impacto inicial se explica por su ¨ªntima vinculaci¨®n con la econom¨ªa norteamericana, pero -por lo mismo- la recuperaci¨®n que inici¨® Estados Unidos mucho antes que Europa -sumergida a¨²n dentro del temporal- le est¨¢ ya beneficiando. En la otra punta, Brasil -todav¨ªa el m¨¢s cerrado y menos dependiente de las exportaciones- transit¨® sin dificultades mayores y hoy espera una expansi¨®n superior al 6%. Alentado por la perspectiva de ser sede de un campeonato mundial de f¨²tbol y de una olimpiada, actor internacional de relieve, su proverbial buen talante se expresa en una oleada de optimismo sobre su futuro.
Esta vez, Am¨¦rica Latina siente que sus pol¨ªticas econ¨®micas m¨¢s responsables, su equilibrio fiscal y su inflaci¨®n controlada, le han dado resultado. Con todo, la clave del buen momento permanece en los precios de los alimentos, el petr¨®leo y los minerales. Con una China a pleno ritmo, un mundo asi¨¢tico din¨¢mico y un Estados Unidos comenzando a retomar su expansi¨®n, todo hace pensar que a¨²n por alg¨²n tiempo se mantendr¨¢ esta demanda de productos primarios que estuvo en la base de su bonanza anterior.
El riesgo est¨¢ en que la crisis capitalista ha renovado el br¨ªo dial¨¦ctico de los populistas del socialismo del siglo XXI, que han querido ver una crisis de las bases mismas del sistema. Por cierto, han confundido deseos con realidades. Que los ciclos de expansi¨®n y retracci¨®n persisten, nos lo ha dicho -una vez m¨¢s- la realidad. Pero el capitalismo, lejos de desaparecer, sale reforzado de la situaci¨®n. Ante todo, porque la alternativa no ha emergido. Y, adem¨¢s, porque al haberse llamado al Estado para que ejerciera un rol m¨¢s protag¨®nico, se ha consolidado su supervivencia. Y ah¨ª nace la preocupaci¨®n: el retorno del Estado es para regular mejor el mercado, para impedir el descontrol financiero y -sobre todo- para procurar acuerdos internacionales que nos prevengan de los desbordes vividos. No es para retornar a perimidos proteccionismos, que si fueron posibles -y hasta v¨¢lidos- en tiempos de escasez y econom¨ªas cerradas, hoy son incompatibles con un mundo global que voltea fronteras con el avance tecnol¨®gico.
Se ha vuelto a invocar a lord Keynes, lo que no es malo. Pero que le use como sombrilla cualquier derrochador irresponsable, es un sarcasmo. No es keynesiano gastar fortunas en armamento, generar enormes d¨¦ficits y, sobre todo, despreciar el desaf¨ªo de la productividad. Cuando hubo que pagar los gastos de la guerra, el genio brit¨¢nico defendi¨® un ahorro forzoso sobre los salarios para impedir la inflaci¨®n y, en 1945, en c¨¦lebre discurso en la C¨¢mara de los Lores, repudi¨® los proteccionismos, sosteniendo que eran "una locura" y que "es una condici¨®n esencial para poder esperar un mundo mejor, la determinaci¨®n de convertir el comercio en verdaderamente internacional y evitar a toda costa el establecimiento de bloques econ¨®micos que limiten y constri?an los intercambios internacionales".
La consigna hoy es corregir excesos. Pero no sustituir uno por el otro. Si el libremercadismo pec¨® por no poner l¨ªmites a las finanzas internacionales, la nostalgia estatista no puede ahora llevarnos de nuevo al voluntarismo en el gasto, el desequilibrio fiscal, la inflaci¨®n y un proteccionismo antihist¨®rico.
Julio Mar¨ªa Sanguinetti, ex presidente de Uruguay, es abogado y periodista.
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