La huerta se sacude el polvo
El Museu d'Etnologia abre 'Horta & marjal', una moderna sala permanente dedicada a los espacios tradicionales valencianos
Valencia
Los museos etnol¨®gicos suelen caer en la tentaci¨®n de reconstruir h¨¢bitats tradicionales con un verismo en el que lo a?ejo parece rancio. Y de desplegar una sucesi¨®n de vitrinas en la que los objetos parecen cubiertos de polvo por mucho que se limpien peri¨®dicamente. Pero el Museu Valenci¨¤ d'Etnologia ha decidido romper con esta imagen y ayer inaugur¨® una moderna sala permanente en la que el espectador se traslada a las huertas y a los marjales valencianos como si viajara en una nave espacial. Horta & marjal es su segunda apuesta expositiva permanente, despu¨¦s de inaugurar el a?o pasado La ciutat viscuda (dedicada a los h¨¢bitats urbanos), y a falta de que el a?o que viene se instale la tercera, que se dedicar¨¢ a territorios de secano y monta?a.
La iconograf¨ªa valenciana se nutre de estos dos h¨¢bitats
Hay fotos, objetos y 200 entrevistas en pantallas interactivas
La nueva exposici¨®n, patrocinada por Caja Murcia, cuenta con dos grandes apartados. El primero, con predominio del color blanco, abundancia de aluminio y cristal y a base de pantallas interactivas, recrea de una manera conceptual, carente de toda nostalgia, los paisajes m¨¢s emblem¨¢ticos, las casas tradicionales, el trabajo cotidiano y las f¨®rmulas de ocio de dos h¨¢bitats que han dotado a la Comunidad Valenciana del grueso de su iconograf¨ªa, desde la paella y el traje de fallera hasta las barracas y los frutos de la tierra.
Pero nada es como se espera, las casas se recrean con una llave encerrada en metacrilato y una cortina de eslabones met¨¢licos. Y el entorno se representa con un botijo, una silla de enea y una parra de leds, todo de un blanco impoluto.
En el segundo apartado, con predominio del negro, se muestran cientos de objetos con una t¨¦cnica opuesta, la del aluvi¨®n, en la que se impacta en el espectador casi por saturaci¨®n. Consta de seis modernas vitrinas, una de ellas de 3,6 metros de alto por 14 de largo. All¨ª hay una collera para la caballer¨ªa, las puertas de una horchater¨ªa, orinales y varios reclamos para patos. Incluso se muestra un bombillo, una noria tradicional y trasladable alicantina que mov¨ªa el agua por "tracci¨®n humana", trabajo que corr¨ªa a cargo del zanguango.
En la zona intermedia, unas pantallas t¨¢ctiles permiten acceder infinidad de datos de los casi 4.000 objetos de los fondos de la exposici¨®n, miles de fotograf¨ªas y hasta 200 entrevistas a labradores tradicionales.
El director del museo de la calle de la Corona, Joan Segu¨ª, habl¨® ayer de un museo "interactivo y sin nostalgia". Huerta y marjal se han sacudido el polvo y entran en el siglo XXI con esta sala.
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