M¨¢s interacci¨®n que obra
El Espai de Castell¨®n busca definirse por la implicaci¨®n de sus iniciativas en el contexto ciudadano, en pos de una cultura que a¨²ne lo global y local, lo universal y lo particular. La empresa se enmarca decididamente en ese g¨¦nero llamado arte "relacional", en donde se valora m¨¢s el proceso que el producto; la experiencia de interacci¨®n humana que la obra misma; la dimensi¨®n performativa que la contemplativa. El proyecto de que hablamos juega con estas posibilidades y sus riesgos con bastante ¨¦xito. Ello se debe, en buena parte, al notable empe?o y patente honestidad con que los artistas participantes, junto al "mediador" Jordi Vidal, se han empleado en el asunto.
De hecho, se trata de artistas de reconocida trayectoria en esta l¨ªnea. Bernard Bazile (Par¨ªs, 1952), por ejemplo, ya se hizo notar en los ochenta por sus intervenciones en forma de superficies n¨ªtidas, enf¨¢ticamente carentes de pathos, entendiendo el artecomo una m¨ªnima mise en lumi¨¨re de las cosas, convicci¨®n de la que derivan, en Castell¨®n, el luminoso monocromo mural -Brillante-, as¨ª como sus documentos de azarosas excursiones callejeras (retrato de Paola) o festivos manifestantes parisinenses. Bazile ha redise?ado el espacio expositivo en di¨¢logo con los otros tres invitados; no ha olvidado una referencia a su obra m¨¢s famosa: la osada apertura de la lata de mierda de Manzoni, en 1989 (en la foto).
Avecindamientos discretos
-Espai d'art Contemporani de Castell¨®
Prim, s/n. Castell¨®n. Hasta el 27 de junio
Simona Denicolai (Mil¨¢n, 1972) e Ivo Provoost (Diksmuide, 1974), expertos en intervenciones en los intersticios entre la ficci¨®n y la realidad, se ocupan del ciclo del pescado: el curso que lleva desde el trabajo de los marineros en busca de sus presas hasta el momento en que estas, limpias y clasificadas, llegan al mercado en donde los propios artistas se hacen presentes con carteles y bolsas de compra espec¨ªficamente dise?adas. La obra documenta este recorrido en una especie de c¨®mic (y de v¨ªdeo inspirado en los dibujos animados). Aparte del descubrimiento de la gran cantidad de envases de pl¨¢stico que tambi¨¦n se pescan (elegantemente dispuestos en la correspondiente instalaci¨®n), impresiona la visi¨®n de los peces boqueando y coleando antes de morir, lo que hace del desenfadado c¨®mic un episodio de secreta crueldad.
Cesare Pietroiusti (Roma, 1955), psiquiatra de formaci¨®n, cultiva el humor parad¨®jico (proyectos de "obras que no son arte" aportados por el p¨²blico a la galer¨ªa, billetes de banco invendibles, obras que se entregan a cambio de ideas en lugar de dinero...) en acciones concebidas siempre en los l¨ªmites del arte. En esta ocasi¨®n, en su Taller de lentitud extrema ha propiciado varias performances colectivas consistentes en premiar a quien lograse comer m¨¢s lentamente. La lectura obvia de su contribuci¨®n (como cr¨ªtica de la "comida r¨¢pida") no le har¨ªa justicia, porque lo m¨¢s interesante de ella es, tal vez, su forma divertida -y colectiva- de explorar la conciencia f¨ªsica del tiempo.
Finalmente, Antonio Ortega (Sant Celoni, 1968) es conocido por una trayectoria determinada por el significado de ser artista y el compromiso con tal entelequia. Se sab¨ªa de su nexo con Yola Berrocal como fuente de inspiraci¨®n; esto explica su aparici¨®n, disfrazada de Superm¨¢n, enarbolando una pancarta con el lema "Antonio Ortega cree en los juicios paralelos", en coherencia con su taller de dise?o depancartas ("Biba Atapuerka", reza una) y su documental sobre el destino de Ruiz Mateos. Todo esto se entiende. Y mucho mejor, por cierto, que la demagogia impl¨ªcita en su instalaci¨®n de una tarima para conferencias a disposici¨®n de cualquiera.
En conjunto, el proyecto cuenta con el acierto de funcionar como una aut¨¦ntica work in progress de cuya marcha dan cuenta publicaciones semanales en la prensa. Esto contribuye a dotarla de una vitalidad bien perceptible. Si no logra todo aquello que postulaba Sloterdijk, inspirador del t¨ªtulo del evento ("avecindamientos discretos... dispersi¨®n de part¨ªculas... complicaci¨®n de concentraciones... captaci¨®n de explosiones... reagrupamiento de multitudes..."), es porque ya ser¨ªa mucho pedir.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.