Cerebro y educaci¨®n
Una entrenadora de ballenas del parque Sea World, en Florida, muri¨® en febrero pasado al ser agredida por una orca. Por lo menos tres testigos del accidente fueron interrogados y sus versiones, publicadas. Y digo versiones porque cada testimonio difer¨ªa de los otros dos. Una persona vio c¨®mo la ballena emerg¨ªa con fuerza del agua, cog¨ªa por la cintura a la mujer, que estaba de espaldas, y la sacud¨ªa con violencia. Otra, en cambio, dijo haber visto al animal nadando r¨¢pidamente por el tanque llevando en la boca a la entrenadora, que sangraba abundantemente. La tercera vio c¨®mo la ballena, en el momento de ser acariciada por la mujer, la cog¨ªa, se zambull¨ªa de s¨²bito en el agua y reaparec¨ªa, luego, al otro lado de la piscina.
Muchas de nuestras respuestas en principio objetivas referidas al mundo f¨ªsico las condiciona nuestra formaci¨®n
Tres testigos, tres descripciones no coincidentes. ?Cu¨¢l de ellas se corresponde con lo que en realidad ocurri¨®? Cada uno de los declarantes cree que la suya, y cada uno de ellos examin¨® esa misma escena con los sentidos: la vista, el o¨ªdo, el olfato... Si no ten¨ªan los ¨®rganos de los sentidos da?ados, debieron haber visto lo mismo y, sin embargo, no fue as¨ª.
Nuestros ojos, nuestros o¨ªdos, nuestra nariz... captan la informaci¨®n sobre el mundo f¨ªsico y la transmiten a nuestro cerebro y a nuestra mente.
Aunque a menudo utilizamos ambos t¨¦rminos -cerebro, mente- como sin¨®nimos, no lo son. La actividad cerebral se produce, por ejemplo, cuando pulsamos un bot¨®n con el dedo y se activan distintas ¨¢reas del cerebro, visibles mediante resonancia magn¨¦tica. En cambio, la actividad mental se produce, por ejemplo, al imaginar que pulsamos un bot¨®n con el dedo; en este caso, se activan tambi¨¦n unas ¨¢reas cerebrales, pero la actividad mental en s¨ª misma ni es visible ni medible.
Evidentemente, las personas estamos convencidas de que lo mental es distinto de lo f¨ªsico. Y sin embargo, seg¨²n expone el neuropsic¨®logo Chris Frith en su libro Descubriendo el poder de la mente. C¨®mo el cerebro crea nuestro mundo mental, "la distinci¨®n entre lo mental y lo f¨ªsico es una ilusi¨®n creada por el cerebro. Al ocultarnos todas las deducciones conscientes que hace, nuestro cerebro crea la ilusi¨®n de que tenemos contacto directo con los objetos del mundo f¨ªsico. Al mismo tiempo, el cerebro crea la ilusi¨®n de que nuestro mundo mental est¨¢ aislado y es privado".
Si le preguntamos a alguien qu¨¦ ve, estamos utilizando su mente para saber qu¨¦ est¨¢ representando su cerebro. Pero lo que esta persona cuenta que ve no se basa solo en la informaci¨®n que le transmiten los sentidos, sino tambi¨¦n en la que predice su cerebro merced a las ideas previas acumuladas en ¨¦l.
Ello puede experimentarse de forma bastante exacta en la exposici¨®n Abracadabra, sobre ilusionismo, que todav¨ªa puede visitarse en Cosmocaixa. En ella hay un espacio en el que, por ejemplo, podemos comprobar que lo que vemos est¨¢ condicionado por esas predicciones del cerebro. Delante tenemos una pantalla en la que aparece una vista de alta mar con un oleaje poco agitado. Nos colocamos bajo un altavoz direccional que emite una m¨²sica y, autom¨¢ticamente, el mar nos resulta inquietante. Luego, la m¨²sica cambia y ese mismo paisaje marino se nos antoja amable. En el primer caso, la m¨²sica era la banda sonora de la pel¨ªcula Tibur¨®n. En el segundo, la de la serie Verano azul. Incluso sin haber escuchado con anterioridad cualquiera de las dos sinton¨ªas, el cerebro de personas educadas en unas determinadas coordenadas tiene suficiente informaci¨®n previa como para arrojar los mismos resultados.
As¨ª pues, muchas de nuestras respuestas supuestamente objetivas referidas al mundo f¨ªsico est¨¢n condicionadas por nuestra educaci¨®n. Por ello, insiste el neurobi¨®logo Stephen Macknick en que, por ejemplo, las mejores puntuaciones en matem¨¢ticas de los hombres no son la consecuencia de un cerebro m¨¢s dotado, sino del hecho de que ellos y ellas reciben una educaci¨®n diferente.
Para conseguir mejores matem¨¢ticas e ingenieras es necesaria una educaci¨®n en igualdad. Y para eso, al pa¨ªs a¨²n le sigue faltando un trecho.
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