"La literatura es injusta"
?bamos a comer junto al Mediterr¨¢neo, en el refugio de la costa norte egipcia donde Alaa al Aswany (El Cairo, 1957) est¨¢ escribiendo su nueva novela. Un cambio le obliga a regresar a El Cairo y me cita en su cl¨ªnica dental, en Garden City. Dos d¨ªas a la semana sigue viendo a sus pacientes. "As¨ª mantengo el contacto con la realidad", me conf¨ªa mientras caminamos. No hay un r¨®tulo ni ninguna otra indicaci¨®n que revele que en el ¨²ltimo piso de este edificio art nouveau se esconde uno los lugares con m¨¢s estilo de la capital.
Sale a recibirnos Leyla, la encargada, y antes de llegar a la mesa reservada en la terraza, Al Aswany tiene que pararse a saludar a varios conocidos. La brisa alivia del calor que nos ha castigado todo el d¨ªa. La vista es espl¨¦ndida. Al fondo, el Nilo. A nuestros pies, Um al Dunia (la madre del mundo), la ciudad que tan magistralmente describi¨® el escritor en El edificio Yacobi¨¢n (Maeva).
El escritor egipcio ha vendido un mill¨®n de copias de 'El edificio Yacobi¨¢n'
"Hay dos pa¨ªses distintos, el de estos clubs privados y el resto", constata mientras se somete con paciencia a la sesi¨®n de fotos. Se muestra preocupado por las crecientes desigualdades sociales, que atribuye a la dictadura. "No puedes ser novelista sin intentar entender a la gente", asegura.
Ya son casi las once, pero me convence de que no puedo cenar solo una ensalada y me recomienda el pollo que ha elegido. "Tienen un cocinero suizo muy bueno, pero las raciones no son tan generosas como las mediterr¨¢neas", me tienta, y acepto probar el mero.
Hablamos del seminario para j¨®venes escritores que desde 1996 dirige los jueves. "Nos reun¨ªamos en un caf¨¦ de Bab el Louk hasta que la secreta amenaz¨® al propietario y tuvimos que buscar otro lugar. No son tontos. Saben que en cualquier tertulia literaria se acaba por hablar de derechos c¨ªvicos y quieren mantener a la gente anestesiada", explica. Deja claro que no conf¨ªa en el Gobierno ("no se molesta siquiera en maquillar las elecciones que son pura comedia"), pero se muestra esperanzado con la juventud. "Los blogueros se las arreglan para escapar del control de la seguridad", se?ala.
En su opini¨®n, "los egipcios est¨¢n llevando a cabo dos batallas simult¨¢neas: una muy visible por la democracia y otra menos visible, pero no menos importante, para defender su identidad cultural y religiosa frente al avance del wahabismo", la versi¨®n extremista del islam difundida por los petrod¨®lares saud¨ªes y con la que muchos emigrantes han vuelto a casa. Y ¨¦l contribuye activamente con su columna en el diario Al Shorouk. "No s¨¦ cu¨¢nto tiempo m¨¢s voy a seguir public¨¢ndola porque el propietario est¨¢ recibiendo muchas presiones", admite.
Pero nada desanima a este hombre vital, al que ni el mill¨®n de copias que ha vendido El edificio Yacobi¨¢n ni el haber sido traducido a 28 idiomas se le ha subido a la cabeza. "La literatura es injusta", declara convencido de que el ¨¦xito es algo que no siempre va unido a la calidad, pero satisfecho de haberlo alcanzado. "Escribo notas a diario hasta que una idea me atrae", revela. Eso ha sucedido y Al Aswany est¨¢ enfrascado en una historia que transcurre en el Egipto de los a?os cuarenta. Leer¨¢ los primeros p¨¢rrafos en octubre, en la Feria de Francfort, y espera tenerla lista "para finales de a?o".
La conversaci¨®n se prolonga hasta la madrugada. El escritor no consiente en la invitaci¨®n. Es un caballero egipcio. Me acompa?a a coger un taxi en la Corniche.
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