El mosquito
La verdad es que utilizar un aparato que emite un pitido molesto solamente para los j¨®venes y as¨ª espantarlos de locales, tiendas y rincones de la ciudad, realmente es algo perverso. Me temo que una vez dise?ado ese mosquito electr¨®nico, por muchas leyes que intenten impedirlo, ser¨¢ dif¨ªcil evitar que lo usen muchos desaprensivos. Es algo as¨ª como el Flautista de Hamelin, pero al rev¨¦s. Resulta sorprendente que, por un lado, defendemos la juventud como promesa del futuro, la consideramos el germen de la creatividad y la innovaci¨®n que tanto necesitamos, luchamos por su educaci¨®n como fuente de riqueza, pero cuando molestan a nuestros planes les soltamos un pitido personalizado en pleno pabell¨®n auditivo para que se marchen lo antes posible de playas, botellones o locales exclusivos. No hay derecho.
Tambi¨¦n es cierto que eso de hacer ruido para espantar nuestros miedos y nuestros fantasmas es tan viejo como el mismo g¨¦nero humano, aunque sin tanta tecnolog¨ªa especializada. En las pel¨ªculas con safari incluido siempre ve¨ªamos a los ind¨ªgenas golpear palos y tambores para ahuyentar leones y leopardos, de la misma forma que los tambores de guerra ten¨ªan una funci¨®n similar entre nosotros, y es evidente que el alarido colectivo de un gol intenta liberarnos de los temores cotidianos de cada d¨ªa. De acuerdo, es as¨ª, lo hicimos siempre. Pero emplear la ciencia para construir un mosquito anti j¨®venes es tenerles demasiado miedo y aversi¨®n, me parece a m¨ª.
De todas formas, si por el ruido se sabe d¨®nde est¨¢ el miedo, habr¨¢ que reconocer que en estos ¨²ltimos d¨ªas Valencia vive en estado de p¨¢nico. Entre la Noche de San Juan y la madrugada del Bautista, las ruidosas tardes futbol¨ªsticas llenas de gritos euf¨®ricos y gemidos depresivos, m¨¢s las reformas caseras ahora que ya no se construyen edificios, realmente no hab¨ªa juventud, leopardo o fantasma que no huyera espantado. Hasta hab¨ªa alguna vuvuzela, esa horrenda trompeta africana que acabamos de descubrir ahora pero que, no lo duden, vino para quedarse. Y, por encima de todo, ese zumbido obsesivo, ese runr¨²n mec¨¢nico, ese pitido que hac¨ªa vibrar hasta las meninges y que me hizo dudar de mi salud auditiva, hasta que un alma caritativa me describi¨® los s¨ªntomas de la f¨®rmula 1. Otro mosquito tecnol¨®gico para espantar los miedos de la crisis econ¨®mica.
Intuyo que en Valencia hay mucho miedo, como ocurre tambi¨¦n en otras ciudades que producen sus ruidos caracter¨ªsticos, mucho temor a este final de junio y con ¨¦l a otros muchos finales. El final del antiguo sueldo de los funcionarios, el del IVA de antes que ya no ser¨¢ el de ahora, el de los derechos laborales que se pierden para no volver, temor tambi¨¦n a que se reformen las pensiones. Muchos mosquitos nos esperan este verano, porque habr¨¢ que hacer bastante ruido para espantar a las fieras.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.