Peter Orlovsky, pareja de Allen Ginsberg y poeta del abismo
Ambos escritores formaron parte de la generaci¨®n 'beat'
A Peter Orlovsky, fallecido el 30 de mayo a los 76 a?os, no se le recordar¨¢ tanto por su obra como por haber sido pareja y secretario personal de Allen Ginsberg, el poeta rebelde que inflam¨® Am¨¦rica con los versos de Aullido: "He visto las mejores mentes de mi generaci¨®n destruidas por la locura...". Pero Orlovsky tambi¨¦n fue autor de unos cuantos poemas, de m¨¦trica fr¨¢gil y fon¨¦tica innovadora, que cautivaron a la generaci¨®n beat, la hornada de artistas norteamericanos que en los a?os cincuenta, tal y como dec¨ªa Ginsberg en su c¨¦lebre oda, "escribieron fren¨¦ticos toda la noche, balance¨¢ndose y rodando sobre sublimes encantamientos que, en el amarillo amanecer, eran solo estrofas incoherentes".
La foto de ambos desnudos signific¨® la salida del armario de la rancia Am¨¦rica
Nacido en 1933, se cri¨® en el corral de gallinas que sus padres, inmigrantes rusos, hab¨ªan acondicionado en Long Island, al oriente de Manhattan. Su madre era sorda y su padre, alcoh¨®lico; sus cuatro hermanos ten¨ªan problemas mentales. Dej¨® la escuela y mantuvo a la familia trabajando como enfermero en un psiqui¨¢trico.
La carta del servicio militar le lleg¨® con 20 a?os, cuando la guerra de Corea llegaba a su c¨¦nit. "Un ej¨¦rcito con armas es un ej¨¦rcito contra el amor", le solt¨® al reclutador que deb¨ªa evaluarle. Le destinaron como celador a un hospital de California. Al terminar, se qued¨® en San Francisco, donde fue vecino del fot¨®grafo Robert LaVigne, para el que pos¨® en un retrato. LaVigne invit¨® a Ginsberg a su casa para ense?arle sus trabajos. Al contemplar a aquel joven desnudo que miraba fijamente a la c¨¢mara, Ginsberg quiso conocerlo. Bast¨® llamar a la puerta de al lado. Orlovsky sali¨® y estrech¨® la mano de Ginsberg. Pasaron juntos el resto de sus vidas.
Para Orlovsky, Ginsberg era la sabidur¨ªa a la que no hab¨ªa tenido acceso. ?l mismo se defin¨ªa como "un tarugo, un ermita?o, un imb¨¦cil" y, aunque le gustaban las mujeres, con Ginsberg hizo una excepci¨®n. Para Ginsberg, Orlovsky era "el joven del abismo", la puerta hacia todo lo que so?aba y que, al mismo tiempo, le aterraba. Al conocerlo se despoj¨® de lo que le hab¨ªan ense?ado sus padres, sus profesores y sus psiquiatras. Se quit¨® la heterosexualidad, la corbata y, sobre todo, el cors¨¦ acad¨¦mico de sus versos. Cuando su psicoanalista le pregunt¨® por las tres cosas que m¨¢s deseaba, Ginsberg no dud¨®: "Dejar mi empleo como publicista, vivir con Peter, escribir poes¨ªa".
En 1956, la pareja viaj¨® a T¨¢nger para ayudar a William Burroughs, el patriarca beat que viv¨ªa encerrado en una pensi¨®n, enganchado a la morfina, intentando terminar "la novela inacabable que volver¨ªa loco a todo el mundo". Se les uni¨® Jack Kerouac, que todav¨ªa no hab¨ªa publicado En el camino, el libro que les catapultar¨ªa a todos a la fama. Editaron el manuscrito de Burroughs y dieron forma a El almuerzo desnudo. Fue entonces cuando Ginsberg anim¨® a Orlovsky a escribir sus primeros poemas: breves cantos al amor cargados de surrealismo y juegos de palabras.
Ap¨®stoles del LSD y los hongos alucin¨®genos en los sesenta, vivieron dos a?os en India, donde Orlovsky se convirti¨® al budismo bajo la gu¨ªa de un yogui que le ense?¨® a meditar para conseguir detener el tiempo y escapar de la muerte. A su regreso encontraron un pa¨ªs diferente: en California florec¨ªan las comunas hippies. El fot¨®grafo Richard Avedon los retrat¨® desnudos en un p¨®ster que simboliz¨® la definitiva salida del armario de la homosexualidad en la rancia Am¨¦rica. Tras los a?os salvajes, compraron una casa en el campo para alejarse de la gran ciudad y sus drogas, a las que Orlovsky se enganchaba con facilidad.
A lo largo de 40 a?os de relaci¨®n, se traicionaron a menudo y tuvieron relaciones estables con otros hombres y mujeres. Cada vez menos ebrios y m¨¢s politizados, se convirtieron en l¨ªderes del movimiento pacifista. Ginsberg muri¨® en 1997 y dej¨® dinero a Orlovsky para comprar la casa de Vermont en la que vivi¨® sus ¨²ltimos a?os. Antes de enfermar estaba escribiendo sus memorias, en las que seguro que aparec¨ªa aquel episodio en el que una de las parejas m¨¢s transgresoras del siglo XX se qued¨® sentada en la posici¨®n del loto, ojos cerrados, en medio de una v¨ªa de Colorado. No consiguieron escapar de la muerte, pero detuvieron un tren de residuos nucleares.
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