Los tiempos de Zapatero
Parec¨ªa hasta hace unas semanas que nos encamin¨¢bamos por la senda de un cambio inminente en la composici¨®n del Gobierno pero ha cambiado el aire y ahora prevalece el supuesto de que todo se pospone para mejor ocasi¨®n. Toronto ha servido para indicar que los esfuerzos se concentran en las reformas requeridas por la crisis sin que haya tiempo para otras cuestiones. Adem¨¢s, en l¨ªnea con su predecesor Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, cunde la impresi¨®n de que el presidente Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero antepone a la garant¨ªa del acierto el logro de la sorpresa, que considera irrenunciable. Es el s¨ªndrome del cuaderno azul, un peculiar ejercicio solipsista con el que tanto gozaba ?nsar para humillar a los periodistas que pensaban estar en el secreto. Son actitudes castizas, sin ra¨ªces en otras latitudes donde para nada se han exhibido como ventajosas. As¨ª, el presidente Barack Obama al formar su Gobierno, o David Cameron al designar el suyo en coalici¨®n con Nick Clegg, han aceptado nombrar a gentes que estaban cantadas. Sus nombramientos tra¨ªan causa de una l¨®gica conocida y eran por tanto predecibles. Para ellos, el cultivo de la sorpresa carec¨ªa de sentido, una vez comprobado que no aportaba valor diferencial.
Con seis a?os en el cargo, el presidente sabe mucho sobre los efectos de un cambio de Gobierno
Entre nosotros, la sorpresa debe envolver adem¨¢s el momento operativo. Desde Adolfo Su¨¢rez en adelante todos los inquilinos de La Moncloa se han sentido due?os del tiempo y han reaccionado enfurecidos cuando se han sentido empujados con gritos de a m¨ª no me hacen la crisis. Algo de esa furia se puede percibir en el aplazamiento por el que ahora se inclina Zapatero.
Reconozcamos que la Constituci¨®n en su art¨ªculo 101 establece que "los miembros del Gobierno ser¨¢n nombrados y separados por el Rey, a propuesta de su presidente". Es decir, que nombramientos y ceses del Gabinete se configuran en nuestra Carta Magna como competencias exclusivas de quien ocupe la presidencia. Ahora bien, que esas atribuciones sean exclusivas, que no puedan compartirse, que terminen afiladas en punta, en absoluto prejuzga que en su ejercicio pueda emplearse el recurso a consultas. Por ejemplo con los ¨®rganos del partido, o de los partidos integrados en la coalici¨®n de gobierno, cuyos diputados aseguran el respaldo parlamentario. O buscando el parecer de otros asesores de confianza escogidos entre los parientes, los compa?eros de pupitre, los viejos o nuevos amigos, los periodistas de c¨¢mara o los congregantes de la adoraci¨®n nocturna que andan siempre cerca y disponibles.
El presidente Zapatero querr¨¢ dotar de sentido al momento o se empe?ar¨¢ despu¨¦s de sobrevenido en que lo cobre de manera retroactiva. Intentar¨¢ sembrar las apariencias del post hoc, ergo propter hoc. Desde luego, con seis a?os en el cargo tiene aprendido mucho sobre la fugacidad de los efectos de un cambio de Gobierno en ¨¦pocas de aceleraciones como las que nos afectan. Sabe de la dificultad que supone hacer comprender y aceptar el relevo a los relevados, que apenas ninguno pregunta el porqu¨¦ de su nombramiento pero que casi todos quieren conocer la causa de su cese, que el despido con elogios se hace incomprensible, que la despedida telef¨®nica produce c¨®lera, que el encuentro cara a cara adquiere temperaturas elevadas, que los afectados hubieran querido tiempo adicional para culminar los planes entre manos, que quienes se sienten damnificados al salir son propicios a la conspiraci¨®n.
?ltimos viajeros venidos de La Moncloa se?alan la molestia del presidente al advertir que algunos c¨ªrculos se manifiestan a favor del relevo de Leire Paj¨ªn, la secretaria de Organizaci¨®n de la Comisi¨®n Ejecutiva del PSOE, por falta de funcionalidad. Pero en ese caso, promoverla a una cartera ministerial como premio de consolaci¨®n parecer¨ªa descompensado, salvo si se trata de elevar al Gobierno las disensiones para favorecer que se desgasten los titulares en pugna mientras el presidente se reserva arbitrar las diferencias. Esa actitud confirmar¨ªa que a falta de una idea directriz para componer el nuevo Gabinete se proceder¨ªa a a?adir y restar, atendiendo a conveniencias ex¨®genas. Desde luego, es dif¨ªcil visualizar el banquillo de donde haya de salir la pr¨®xima alineaci¨®n. Se ha dicho que tal vez la cantera sean profesionales de prestigio pero siempre que tengan acreditada la condici¨®n de inv¨¢lidos en Ferraz, es decir, que carezcan de peso y relaciones en el Partido Socialista. La sentencia del Estatut y la apertura del proceso para designar candidatos municipales y auton¨®micos por Comit¨¦ Federal del PSOE el 17 de julio, brindar¨ªan ocasiones para algunos desprendimientos ministeriales, que podr¨ªan envolverse en el honroso encargo de nuevas funciones. Veremos.
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