Federalismo, soberanismo, independencia
Como respuesta a las airadas reacciones que provienen de Catalu?a, va emergiendo un discurso angelical que pide que la sentencia del Constitucional se analice en t¨¦rminos jur¨ªdicos y no pol¨ªticos. Es una falsa alternativa. Porque la sentencia es forzosamente pol¨ªtica ya en origen: corrige un texto legal aprobado en refer¨¦ndum (lo que pone en duda la primac¨ªa de la soberan¨ªa popular); responde a un recurso pol¨ªtico presentado por el PP, con el apoyo de una movilizaci¨®n ciudadana por toda Espa?a; y se ha dictado tras un proceso deliberativo lleno de sombras pol¨ªticas.
Un dirigente socialista catal¨¢n me dec¨ªa que es una sentencia pensada para dar satisfacci¨®n al PSOE y al PP. Es un modo de expresar la extra?eza que ha generado la repentina aceleraci¨®n de la decisi¨®n judicial. En tres horas se ha encontrado la salida del laberinto que no hab¨ªa sido posible entrever en cuatro a?os. ?Hubo pacto pol¨ªtico previo entre los grandes partidos?
En tres horas se encontr¨® la salida del laberinto que no hab¨ªa sido posible en cuatro a?os
Pero adem¨¢s de pol¨ªtica en su origen y en su gestaci¨®n, lo es por sus consecuencias. La sentencia tiene un manifiesto car¨¢cter nivelador: tanto en el terreno de lo simb¨®lico (naci¨®n, fiestas, himnos y compa?¨ªa) como en el de lo pr¨¢ctico. En este sentido, restringe los art¨ªculos del Estatut que daban mayor autogobierno a Catalu?a en materia de pol¨ªtica econ¨®mica y tributaria o en la organizaci¨®n del poder judicial, limita la relaci¨®n bilateral y atiende a un criterio sistem¨¢tico de reforzamiento de las normas de base del Estado. Con lo cual, genera efectos pol¨ªticos inmediatos que se expresan en dos actitudes b¨¢sicas. Dar por completado el Estado auton¨®mico, que es lo que explica el triunfalismo del PSOE y la discreci¨®n del PP, entendiendo que esta sentencia dibuja el punto m¨¢ximo de elasticidad de la Constituci¨®n. O dar por agotado el Estado de las autonom¨ªas, que es la interpretaci¨®n que hacen las fuerzas pol¨ªticas catalanas, incluido el presidente Montilla -con la excepci¨®n del PP y un sector importante del PSC que sigue creyendo que su prioridad es gobernar en Espa?a y no en Catalu?a-.
La sentencia llega a la pol¨ªtica catalana en vigilias electorales. Son una excelente oportunidad para que cada partido defina sus estrategias ante esta nueva fase, que podemos denominar posauton¨®mica o pospujolista (en la medida en que evidencia el agotamiento del posibilismo del que el presidente Pujol hizo un estilo). CiU, a la que viene de perillas la sentencia para pedir un Gobierno fuerte en su intento de alcanzar la mayor¨ªa absoluta, ya ha colocado el refer¨¦ndum sobre el concierto econ¨®mico como ense?a de esta nueva etapa soberanista. El presidente Montilla ha situado en la defensa de los pactos entre Catalu?a y Espa?a, surgidos durante la Transici¨®n, y el Estatut, como ¨²ltima formulaci¨®n de los mismos, como estrategia para recuperar el esp¨ªritu que el TC ha liquidado. Iniciativa per Catalunya pide un refer¨¦ndum para que la ciudadan¨ªa se pronuncie sobre el Estatut corregido, que inevitablemente se convertir¨ªa en un ensayo de autodeterminaci¨®n. Y Esquerra Republicana insiste en la independencia, convencida de que el argumento gana enteros ante el bloqueo del Estado auton¨®mico y la imposibilidad del sue?o federal. El PP, por supuesto, intentar¨¢ la cuadratura del c¨ªrculo: aparecer como defensores del nuevo Estatuto, tratando de hacer olvidar que presentaron un recurso para carg¨¢rselo de arriba abajo, que incluso el Constitucional ha considerado excesivo.
Estas son las consecuencias pol¨ªticas, de una sentencia inevitablemente pol¨ªtica. Tan pol¨ªtica que pone de manifiesto una de las grandes lacras de la sociedad espa?ola: el corporativismo. Es enternecedor que las tijeras del alto tribunal hayan sido especialmente contundentes en los art¨ªculos referidos al poder judicial. Nadie quiere ceder un mil¨ªmetro de poder.
Vienen ahora los d¨ªas de las protestas y de los actos de ritual: pleno del Parlamento catal¨¢n, declaraci¨®n oficial, apariencia de unidad (inevitablemente precaria en vigilias electorales) y manifestaci¨®n convocada por la sociedad civil. Servir¨¢n para medir los estados de ¨¢nimo, pero inmediatamente se impondr¨¢ la realidad de la pol¨ªtica cotidiana, es decir, de los distintos intereses partidarios. CiU, instalada en las ambig¨¹edades del soberanismo, tiene prisa para recuperar el poder y acumular capital pol¨ªtico, frente al PSOE como frente al PP, cara a futuras mayor¨ªas parlamentarias. El Gobierno de izquierdas busca reencontrar un momento de unidad que no est¨¢ claro que alcance m¨¢s all¨¢ de la manifestaci¨®n de la semana que viene.
Con todo, la pregunta pol¨ªtica es: ?ser¨¢n capaces los principales partidos catalanes -y especialmente CiU y PSC- de pactar un m¨ªnimo compartido para tratar de recuperar juntos -es decir, con unidad parlamentaria tambi¨¦n en Madrid- lo perdido? ?Federalismo o independencia? Esta es la cuesti¨®n. Y el federalismo sale tocado de este envite. Lo han declarado imposible.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.