'Don Giovanni' como declaraci¨®n de principios
La inquietante versi¨®n de Tcherniakov abre nueva etapa en el Festival de Aix
La anterior representaci¨®n de Don Giovanni en el Festival de Aix-en-Provence fue en 1998 y tuvo como protagonistas a Claudio Abbado y Peter Brook. Era el deb¨² como director art¨ªstico de St¨¦phane Lissner. Bernard Foccroulle, su sucesor, ha elegido el mismo t¨ªtulo en esta edici¨®n como testimonio de un cambio de orientaci¨®n del festival, como una no disimulada vuelta a las ra¨ªces despu¨¦s de la explosi¨®n wagneriana de cuatro a?os con la Filarm¨®nica de Berl¨ªn como orquesta invitada. Bien es verdad que la Sinf¨®nica de Londres se ha instalado de residente en el festival de la ciudad provenzal hasta 2013, pero para el comienzo de la nueva etapa era necesario un gesto simb¨®lico.
Don Giovanni, la "¨®pera de las ¨®peras", como dec¨ªa Wagner, es una obra ideal para una declaraci¨®n de principios. A la nueva producci¨®n dirigida por Tcherniakov, estrenada en Aix, se han adherido el Teatro Real de Madrid, la ?pera Nacional de Toronto y el Bolshoi de Mosc¨².
Aix, Bolshoi, ?pera de Toronto y Teatro Real coproducen el espect¨¢culo
Don Giovanni se presta a multitud de lecturas esc¨¦nicas. Claus Guth, en su propuesta para el ¨²ltimo Festival de Salzburgo, situaba ¨ªntegramente el montaje en un bosque o, si se prefiere, en espacios exteriores. Pues bien, Tcherniakov desarrolla la acci¨®n de principio a fin en una habitaci¨®n de la casa del Comendador. Los objetos cambian, el espacio no. Una ¨®pera de "interiores", s¨ª, con algunos ajustes para lograr que la trama se mantenga con cierta coherencia. Por ejemplo, Zerlina es hija de Do?a Ana y Don Giovanni es el marido de do?a Elvira.
Al director ruso le importa sobre todo la naturaleza moral del protagonista y la reacci¨®n que experimenta ante su conducta una familia burguesa. Las cuestiones sociales no son prioritarias, como en la puesta en escena de Haneke, y tampoco lo es la dimensi¨®n alternativa, como en el enfoque de Peter Sellars. Con Tcherniakov lo determinante es la posibilidad de un camino diferente a los moldes establecidos que intenta el protagonista. Y si eso es compatible o no con la moral imperante en la sociedad. La soluci¨®n se la pueden imaginar o, mejor dicho, la dificultad de encontrar una salida a los conflictos.
?Cu¨¢l es la gran baza de Tcherniakov para llevar al p¨²blico a su terreno? Sin duda, una direcci¨®n de actores sensacional. Importa tanto o m¨¢s la definici¨®n de los personajes que su manera de cantar. En la combinaci¨®n de canto y teatro todos realizan un trabajo impecable: Skovhus como Don Giovanni; Ketelsen como Leporello; Bizic como Masetto; Balzer como Don Octtavio; Petersen como Do?a Ana; Opolais como Do?a Elvira; Avemo como Zerlina, y Kotscherga como El Comendador. El retrato es inquietante y est¨¢ pegado a la realidad de nuestros d¨ªas. Se puede aceptar o no el planteamiento (de hecho hubo divisi¨®n de opiniones) pero es cualquier cosa menos arbitrario.
Louis Langr¨¦e, director del Festival Mostly Mozart de Nueva York, nunca hab¨ªa dirigido Don Giovanni con instrumentos de ¨¦poca. La Orquesta Barroca de Friburgo son¨® estupendamente a sus ¨®rdenes. El sonido contribuy¨® al tono camer¨ªstico -nunca mejor dicho- de lo que se estaba viendo en escena.
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