Obama promete
La apuesta en EE UU por reformar la inmigraci¨®n tropieza con serios obst¨¢culos a corto plazo
Barack Obama ha pronunciado su primer discurso importante sobre inmigraci¨®n desde que lleg¨® a la Casa Blanca, un tema que le sirvi¨® como gancho decisivo durante la campa?a electoral para ganarse el voto latino y que desde entonces ha permanecido en la sombra. El coraz¨®n de este mensaje considera a los inmigrantes, de los que casi 11 millones de indocumentados trabajan en Estados Unidos, un activo imprescindible para el pa¨ªs y su futuro. En consecuencia, propone al Congreso, sobre todo a la oposici¨®n republicana, modificar de una vez un sistema legal prolijo, confuso e ineficiente para las necesidades de EE UU.
El discurso presidencial -a un mes de la entrada en vigor en Arizona de una ley draconiana e injusta contra la inmigraci¨®n, que ha llevado el tema al centro del debate pol¨ªtico- est¨¢ lleno de buenas intenciones. Pero no ofrece propuestas diferentes de las gen¨¦ricas realizadas por Obama durante su campa?a ni concreta un calendario para la reforma, aunque desde las filas dem¨®cratas se sugiera sin convicci¨®n que el partido gobernante podr¨ªa introducir la legislaci¨®n este mismo a?o. En consecuencia, tiene pocas probabilidades de concretarse en algo tangible a corto plazo.
Hay m¨¢s de un motivo. Cualquier modificaci¨®n seria de las leyes sobre inmigraci¨®n exige la colaboraci¨®n de los republicanos. Y si algo es palmario hoy en Estados Unidos, donde ninguno de los dos grandes partidos cree en la buena fe del otro, es que la encrespada oposici¨®n no est¨¢ dispuesta a otorg¨¢rsela al presidente. Ya la reforma intentada en su d¨ªa por George W. Bush, con ambiciones parecidas, se qued¨® en agua de borrajas por la divisi¨®n de su propio partido.
El otro argumento decisivo es la proximidad de las elecciones legislativas de noviembre. La renovaci¨®n parcial del Congreso planea absolutamente sobre Washington, y la inmigraci¨®n es asunto demasiado importante y envenenado como para manejarlo antes de unos comicios que pueden alterar el juego de fuerzas parlamentario, ahora favorable a Obama. Con un escenario pol¨ªtico intensamente polarizado y un desempleo pr¨®ximo al 10%, ni los legisladores m¨¢s convencidos est¨¢n por ofrecer una suerte de amnist¨ªa a casi 11 millones de personas para que puedan competir en igualdad de condiciones por los puestos de trabajo. En este r¨ªgido contexto, el mensaje de Obama parece sobre todo testimonial.
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