El humor gobierna Reikiavik

Jon Gnarr es el nuevo alcalde de Reikiavik. El pasado diciembre fund¨® el Iceland's Best Party (el Mejor Partido de Islandia) y con ¨¦l gan¨® hace poco las elecciones municipales con el 34,7% de los votos. Jon Gnarr era conocido por salir en televisi¨®n y hacer re¨ªr a la gente con un personaje de mediana edad, calvorota y fe¨²cho, de convicciones marxistas y con una infancia infeliz por culpa de la militancia feminista de su madre. En su discurso de aceptaci¨®n del cargo, y ante la previsible desconfianza del 65,3% de electores que no le votaron, intent¨® calmar cualquier ansiedad innecesaria: "Nadie debe temer al Mejor Partido porque es el mejor partido", dijo. "Si no lo fuera, ser¨ªa llamado el Peor Partido o el Mal Partido. Jam¨¢s trabajar¨ªamos en una formaci¨®n de esas caracter¨ªsticas".

Durante la campa?a, el Mejor Partido -en el que est¨¢n casi todos los m¨²sicos punks de Reikiavik- prometi¨® llevar un oso polar al zoo, repartir toallas gratuitas en las piscinas p¨²blicas, construir una Disneylandia cerca del aeropuerto y conseguir del Parlamento la liberalizaci¨®n de las drogas en 2020, entre otros asuntos de parecido calado. Para tener una idea clara del estilo del nuevo regidor, conviene decir que advirti¨® que jam¨¢s entrar¨ªa en un Gobierno de coalici¨®n con un partido en el que sus miembros no hubieran visto completas las cinco temporadas de The Wire, la serie de televisi¨®n.

Y eso fue lo que tuvieron que hacer los integrantes del partido socialdem¨®crata, con el que Gnarr ha pactado para gobernar Reikiavik. La primera medida del nuevo Consistorio fue permitir la entrada libre a las piscinas a todos los menores de 18 a?os.

Ser divertido no significa que no se sea serio, ha explicado el flamante alcalde, un experto en relaciones internacionales desde que, en un programa de radio, se dedic¨® de manera obsesiva a llamar a la Casa Blanca, la CIA y el FBI para interesarse por la cartera que acababa de extraviar.

El humorista Coluche se present¨® a las elecciones presidenciales de Francia en 1981 y Frank Zappa, el m¨²sico de rock, a las de 1992 en Estados Unidos. Ninguno de los dos lleg¨® muy lejos. C¨®mo estar¨¢n las cosas en Islandia -sus bancos colapsaron en 2008-para que el ¨¦xito de Gnarr haya sido tan espectacular.