"Contemplarla me produjo temblores"
Conservador del Museo de Bellas Artes de San Diego, el descubridor del ¨²ltimo lienzo in¨¦dito atribuido a Vel¨¢zquez explica el proceso de investigaci¨®n que acaba de dar a conocer a la comunidad cient¨ªfica
La historia del descubrimiento de La educaci¨®n de la Virgen est¨¢ llena de casualidades, intuiciones y golpes de suerte. John Marciari (Nueva York, 1971), conservador del Museo de Bellas Artes de San Diego, es el responsable m¨¢ximo de que a partir de ahora se pueda contar con un nuevo vel¨¢zquez. Se encuentra expectante y contento ante la polvareda que ha despertado su trabajo de investigaci¨®n en todo el mundo art¨ªstico. A la espera de que la comunidad cient¨ªfica se pronuncie, habla de los momentos clave de su trabajo.
Pregunta. ?En qu¨¦ momento tuvo noticia de la existencia del cuadro La educaci¨®n de la Virgen?
Respuesta. F¨ªjese, hice mis estudios de doctorado en la Universidad de Yale entre 1993 y 1999. En todo ese tiempo, no solamente no vi esa pintura, sino que ni siquiera supe que exist¨ªa. Creo que nunca ha llegado a estar expuesta en un lugar p¨²blico. Muy pocos son quienes la han podido ver. Durante m¨¢s de 80 a?os estuvo apartada en un cuarto oscuro y por ello presenta una serie de da?os que hacen que la pieza est¨¦ bastante deteriorada.
"Le di vueltas a la cabeza hasta que me dije: 'Esto es un 'vel¨¢zquez'!"
"Durante m¨¢s de 80 a?os estuvo apartada en un cuarto oscuro"
"La obra fue donada a Yale en 1925 por la familia Townshend"
"Mi informe responde a todas las preguntas posibles"
P. ?Qu¨¦ ocurri¨® para que finalmente la pudiera encontrar?
R. Volv¨ª a Yale como responsable de la colecci¨®n durante los a?os 2002 y 2003. Tuvimos que hacer obras de acondicionamiento y ampliaci¨®n en el edificio central del museo, en la Art Gallery. Mientras tanto, gran parte de la colecci¨®n permanente fue trasladada a otros dep¨®sitos. El resultado fue que, por primera vez, las obras almacenadas salieron a la luz y nos dio la posibilidad de catalogarlas y estudiarlas. Concluidas las obras, la direcci¨®n de la Universidad de Yale nos encarg¨® a Laurence Kanter y a m¨ª que organiz¨¢ramos un departamento exclusivamente dedicado a la pintura europea. Ese fue el momento de poder contemplar cada obra con detenimiento.
P. Y ah¨ª estaba La educaci¨®n de la Virgen.
R. La primera vez que lo contempl¨¦ fue en 2003. Supe que estaba ante una obra maestra. Contemplarla me produjo temblores. Pese a su estado, desprend¨ªa algo muy especial. Entonces estaba catalogado en una especie de apartado en el que se encontraban las piezas pertenecientes a la escuela espa?ola, sin mayores precisiones. Durante varios meses me estuve dando vueltas a la cabeza. De repente me dije: 'Espera, ?esto es un vel¨¢zquez!'.
P. ?Pura intuici¨®n?
R. Me dije a m¨ª mismo que estaba loco de atar, que era imposible que una obra de Vel¨¢zquez hubiera permanecido en Yale nada menos que 80 a?os sin que nadie lo supiera. No pod¨ªa ser. Pero esa sensaci¨®n ya la hab¨ªa vivido con otras pinturas en ocasiones anteriores. Esta vez el reto iba a ser mayor y mucho m¨¢s dif¨ªcil: ten¨ªa que demostrar al mundo que ah¨ª hab¨ªa un cuadro de Vel¨¢zquez.
P. ?Con qui¨¦n comparti¨® ese momento?
R. La verdad es que dej¨¦ que pasaran seis meses dici¨¦ndome a m¨ª mismo que seguramente era de otro pintor de su misma ¨¦poca, que era muy dif¨ªcil que fuera obra del propio Vel¨¢zquez. Alej¨¦ la angustia que sent¨ªa y decid¨ª mostr¨¢rselo a uno de los m¨¢ximos expertos, compa?ero y amigo, adem¨¢s de disc¨ªpulo de P¨¦rez S¨¢nchez, Salvador Salort. Le mand¨¦ un correo electr¨®nico con la fotograf¨ªa del cuadro. No le dije lo que yo pensaba para que su punto de vista fuera m¨¢s abierto y no estuviera condicionado por mi opini¨®n. Me contest¨® con un texto cuyas dos primeras palabras eran: "Estoy temblando...".
P. Era la confirmaci¨®n que necesitaba para arrancar.
R. Hice algo m¨¢s. Despu¨¦s de ense?arle la foto del cuadro a Salvador y ver su respuesta, dej¨¦ intencionadamente la foto en la mesa de mi despacho cuando sab¨ªa que un colega iba a usarlo para hacer una llamada. Sal¨ª del despacho, dej¨¦ la puerta entreabierta y le escuch¨¦ coger el tel¨¦fono y colgarlo. Dijo: "?Esto no es Giovanni Do! No es el maestro barroco de La anunciaci¨®n a los pastores. Esto que tengo delante es un gran problema". Entendi¨® que era de Vel¨¢zquez desde el principio, pero tambi¨¦n supo lo controvertido que ser¨ªa atribuirlo al genio espa?ol. Y ahora, siete a?os despu¨¦s, aqu¨ª estamos.
P. ?Por d¨®nde empez¨® la b¨²squeda de pruebas?
R. Por saber c¨®mo hab¨ªa llegado a los almacenes. En ese momento la obra ten¨ªa el n¨²mero de registro 1.900.43; lo cual indicaba que hab¨ªa llegado a Yale en 1900. La pista era falsa y empez¨¢bamos mal. Comprob¨¦ despu¨¦s que el n¨²mero fue asignado en los a?os setenta, cuando el cuadro ingres¨® en el inventario y el donante era desconocido. Finalmente, comprobamos que la pintura hab¨ªa sido donada a la Escuela de Arte de Yale en 1925 por la familia Townshend.
P. ?C¨®mo empez¨® a difundir su descubrimiento?
R. De acuerdo con Laurence Kanter, que sigue siendo el responsable de arte europeo de Yale, decid¨ª publicar la fotograf¨ªa para que se viera la obra tal cual estaba y sigue estando: con sus cortes, quemones y repintes. Lo mejor es dejar a los expertos que juzguen la obra en su estado real. Ya habr¨¢ tiempo de sobra para restaurarla.
P. ?Ha sufrido muchas reacciones negativas?
R. Sinceramente, hay muchos miembros de la universidad que han dudado de la autor¨ªa del cuadro, pero nadie ha podido darle otra firma, nadie ha aportado nada satisfactorio. Otros muchos, en cambio, apoyaron mi propuesta desde el primer momento. Por mi parte, considero que mi informe responde a todas las preguntas posibles.
P. Ahora, solo queda esperar el veredicto de los expertos.
R. Me gustar¨ªa que el cuadro se expusiera temporalmente en el Museo del Prado, para que todos pudieran verlo y, a partir de ah¨ª, que se opinara con fundamento.
P. ?Est¨¢ ahora entregado a desvelarnos alguna otra sorpresa como esta?
R. Siempre he tenido entre manos investigaciones de esta clase, aunque nunca de esta importancia. En el Museo de Bellas Artes de San Diego me dedico a catalogar las pinturas de origen espa?ol e italiano. Salvo S¨¢nchez Cot¨¢n, Giorgione o Goya, no contamos con un estudio detenido de los artistas y su obra. En eso estamos.
Babelia
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