Espa?a est¨¢ como nunca
Tras un ag¨®nico triunfo sobre Paraguay, la selecci¨®n jugar¨¢ ante Alemania su primera semifinal
Por fortuna ya no hay p¨¦rfidas enfrente y sesenta a?os despu¨¦s de la mitolog¨ªa de Zarra en el campeonato brasile?o de 1950, Espa?a est¨¢ a un escal¨®n de la final. La ¨²ltima Eurocopa dispar¨® la esperanza, pero no se olvide el p¨¢ramo durante seis d¨¦cadas de desenga?os, lo que amplifica el ¨¦xito de este equipo. Quiz¨¢ ya no toque los violines como acostumbraba. Ahora compite, porque los Mundiales llevan al l¨ªmite y no admiten renglones torcidos, los peajes son car¨ªsimos. Ah¨ª est¨¢n Italia, Francia, Inglaterra, Argentina, Brasil, la alta aristocracia del f¨²tbol ya en el exilio sudafricano.
En este torneo no hay alfombras para nadie y todo exige una meticulosa digesti¨®n. La selecci¨®n de Del Bosque est¨¢ cuajada, se soporta en los peores momentos, como ayer durante una hora de juego g¨¢strico, pero tiene una segunda velocidad, registros de sobra para escarmentar a tiempo. Y, sobre todo, cuenta con Villa, un fil¨®n en un torneo con los delanteros secos. La secuencia se repiti¨®: la selecci¨®n conecta una vez con su pasado reciente, por un instante se dan bola Xavi e Iniesta y de las banderillas se encarga el goleador asturiano. Espa?a tiene delante una cita con Alemania, su v¨ªctima en Viena, pero que ya no tiene el mismo cascar¨®n. Ser¨¢ el pen¨²ltimo piso hacia una gloria que ahora parece tan cercana como hace apenas dos a?os solo parec¨ªa una quijotada.
Fue irrumpir Cesc sobre el c¨¦sped y el partido perdi¨® el mal tufo inicial
Camino del Olimpo no ha habido en el campeonato peor Espa?a que la del primer tramo, tiesa, sin chispa, abandonada a s¨ª misma. Un acogotamiento sobre la salida de Casillas y sus defensas le bast¨® a Paraguay para desenchufar a todo el equipo. Sin paisaje desde atr¨¢s, tampoco Torres est¨¢ como para hacer de diana, acostar la pelota y esperar la llegada de los volantes. A Iniesta, en su versi¨®n actual, no le cuesta mucho cortar el hilo, se evapora durante muchos minutos, por m¨¢s que luego d¨¦ alguna pincelada decisiva, como su trazo desequilibrante en el gol de Villa. Con dos futbolistas sin br¨²jula y el resto muy rasos, el equipo de Del Bosque se enred¨® en la nader¨ªa, para gozo de su adversario, que traba los partidos, anuda cada jugada y deja correr el crono. Cada minuto a ciegas era una victoria paraguaya. Lo contrario que para Espa?a, a quien cada paso le resultaba empachoso. En definitiva, un encuentro borroso.
La presi¨®n sudamericana sobre el punto de partida espa?ol deriv¨® en un atasco notable. Los defensas, con Piqu¨¦, el catalizador del juego desde la cueva, a la cabeza, se ve¨ªan en un cuarto oscuro, incapaces de sacudirse el sincronizado avispero paraguayo, muy a la chilena de Bielsa. Cortocircuitada la primera l¨ªnea de pase, Espa?a se qued¨® sin gui¨®n, en tanga, al dictado de los saques en largo de Casillas, una timba. Para cualquier jugador de Del Bosque todo era un engorro. Y no solo por el cors¨¦ paraguayo. Cuando alguien lograba llegar a tres cuartos, el equipo desafinaba, con jugadores tan fiables como Xavi y Alonso rayados, con las botas del rev¨¦s durante el primer curso del encuentro. Todo era un suplicio para Espa?a, destemplada, sin un vistazo a Justo Villar, el meta paraguayo del Valladolid durante una hora, con Valdez y Cardozo como incordio. En medio del tedio general al primero le anularon un gol por un flequillo en fuera de juego, o quiz¨¢ por una mano juguetona. En el f¨²tbol los jueces no se explican casi nunca, son de otro reino, est¨¢n dispensados, en lo civil y en lo penal. El espectador paga y nadie tiene por qu¨¦ darle explicaciones, as¨ª es este tinglado. No tiene remedio.
Como ya es un h¨¢bito, a excepci¨®n del duelo con Honduras, Espa?a juega en dos direcciones, una con Torres y otra sin ¨¦l. El ariete del Liverpool est¨¢ pero no ha vuelto. Su empe?o es encomiable, hace un gran esfuerzo por sumarse a la causa tras su reciente periplo en la enfermer¨ªa. Del Bosque le tiene la fe que se ha ganado, pero en su estado el chico no tiene gas y la selecci¨®n lo acusa. Los cap¨ªtulos se repiten: Espa?a se prende cuando Torres se acaba. Un d¨ªa es Llorente, como ante Portugal, otro Cesc, como ante Paraguay. El caso es que la selecci¨®n cambia el paso, ve otro horizonte y el equipo se vuelve m¨¢s revoltoso.
Fue irrumpir Cesc y el partido perdi¨® el mal tufo inicial. De repente, sin el catal¨¢n mediante, Carlos Batres, el mejor ¨¢rbitro de Guatemala, sentenci¨® penalti por un agarr¨®n de Piqu¨¦ a Cardozo. Claro, tan evidente como los dos centenares, o m¨¢s, que se producen en cada partido. Casillas ante su primer gran momento del torneo. Y volvi¨® Iker, ese Merl¨ªn de la porter¨ªa, intuitivo, genial, a su manera. El capit¨¢n detuvo a Paraguay, frustr¨® a Cardozo. Sin Torres, con Cesc, con el tal Batres, el partido dio un giro total. Entre todos encendieron la mecha. Con los paraguayos a¨²n de lamentos por el maldito Casillas, Villa forz¨® un esprint con Alcaraz, que le carg¨® dentro del ¨¢rea. Batres tuvo entonces su otro instante ante los focos. Marc¨® Xabi Alonso el penalti, pero al mejor ¨¢rbitro de Guatemala le pareci¨® que el plano era corto. Pocas veces, muy pocas, irrumpen en el ¨¢rea antes del lanzamiento menos jugadores. Al guatemalteco le dio un ataque de notoriedad y orden¨® la repetici¨®n. Un antojo, para eso es el mejor ¨¢rbitro de Guatemala. Fall¨® Alonso, acert¨® Justo Villar, y Batres se hizo el longuis en un clar¨ªsimo penalti del guardameta sudamericano, a cuyo rechace no lleg¨® Cesc porque aquel le atropell¨®.
A falta de sutilezas, y con el partido alterado por tantas circunstancias, Espa?a se estir¨®, decidida, por las bravas, con Cesc y Pedro al frente del revuelo, con un mejor Xavi y unas migas de Iniesta. Una espuela de Xavi, una puntada de Iniesta para la llegada de Pedro y el poste que escupe la pelota. Pero Villa se conoce hasta los postes. Lleg¨® al rechace y tras una carambola en los palos, gol de Espa?a. A un cent¨ªmetro de la historia. Casillas la meti¨® de pleno con una parada a Santa Cruz. Espa?a est¨¢ donde nunca, compite mejor de lo que juega y as¨ª ha llegado a un paso de la cima. Sesenta a?os de espera ya no parecen nada. Entonces, trece equipos se disputaron la Copa de Brasil. Ahora han sido 32 y con eliminatorias. Nada que ver, lo que no rebaja un ¨¢pice la gesta de Ramallets, Basora, Zarra, Gainza y dem¨¢s. Pero esta Espa?a est¨¢ como nunca.
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