Dentro de un museo
Benjamina muri¨® con diez a?os; padec¨ªa una discapacidad llamada craneosinostosis, que implica serios problemas motores y cognitivos. La cara de Benjamina presentaba claras deformaciones; su zona derecha estaba abultada y proyectada hacia arriba. Sin embargo, vivi¨® diez a?os, por lo que hemos de suponer que sus mayores tuvieron que emplearse a fondo en dispensarle cuidados en tan duras circunstancias.
Nada del otro mundo, salvo por un detalle. Esto suced¨ªa hace unos 500.000 a?os entre seres de la especie Homo heidelbergensis, lo que demuestra que nuestros antepasados ya disfrutaban de cierta organizaci¨®n social y familiar, de cierto sistema de solidaridad entre iguales. Es uno de los extraordinarios descubrimientos sobre nuestro pasado m¨¢s lejano extra¨ªdo de los yacimientos de la sierra de Atapuerca, en Burgos. Benjamina forma parte de un grupo de una treintena de individuos de los que se han hallado restos en la Sima de los Huesos. Este trabajo se public¨® en 2009 en la revista Proceedings of National Academy of Sciences.
Arsuaga: "No es un osario, sino algo vivo. Ya era hora de que la especie humana se dedicara un gran museo"
Carbonell: "Es la visi¨®n real, no edulcorada, de la condici¨®n humana. Incluidos los datos de canibalismo"
Navarro BaldeweG: "El edificio es como un gran invernadero. Lo que hay es luz y naturaleza. Ah¨ª est¨¢ todo"
Berm¨²dez de Castro: "Podr¨¢n verse los f¨®siles aut¨¦nticos. En otros centros los tienen en cajas fuertes"
Los hom¨ªnidos de hace medio mill¨®n de a?os, los heidelbergensis, ya hablaban m¨¢s o menos como nosotros. Tanto la l¨ªnea de los neandertales como la nuestra -los sapiens- desarrollaron la comunicaci¨®n verbal. A esta conclusi¨®n ha llegado en los ¨²ltimos meses Ignacio Mart¨ªnez, bi¨®logo de la Universidad de Alcal¨¢ de Henares, en colaboraci¨®n con los paleoantrop¨®logos del Equipo Investigador de Atapuerca, a partir de los restos craneales y de las estructuras y elementos anat¨®micos para la producci¨®n y recepci¨®n de sonidos (fundamentalmente los huesos del o¨ªdo interno). La mayor diferencia con nosotros parece radicar en que ten¨ªan cierta dificultad para articular las vocales abiertas.
Son aportaciones fundamentales para saber de d¨®nde venimos, para tener mejor consciencia de c¨®mo somos y de qu¨¦ estamos hechos, guardados durante miles de siglos en esa sierra burgalesa cubierta hoy de encina, quejigo y madreselva.
Los primeros europeos de los que se tiene constancia, hace 1,3 millones de a?os, los Homo antecessor, eran can¨ªbales. Y todo apunta a que se daban al fest¨ªn de ni?os y jovencitos a ¨²ltima hora de la tarde en lo m¨¢s hondo de las cuevas donde moraban. Los devoraban tras descarnar sus cuerpos y aplastar sus huesos para consumir la m¨¦dula, una sustancia de gran valor nutritivo (precisamente por estos huesos machacados se deduce que fueron comidos por homos, y no por animales). Un fragmento de h¨²mero encontrado el verano pasado en la Sima del Elefante parece indicar que las marcas halladas en el hueso constituyen la m¨¢s antigua prueba de canibalismo que se ha reconocido entre nuestros ancestros; algo que ya se hab¨ªa observado anteriormente en los restos de la Gran Dolina, de hace 800.000 a?os. Seg¨²n Eudald Carbonell, uno de los tres directores de los yacimientos de Atapuerca, parece que hay que buscar la raz¨®n de la antropofagia en la rivalidad entre grupos. Sus ataques iban dirigidos a mermar la base de la poblaci¨®n del enemigo para debilitar su continuidad; de ah¨ª que se comieran sobre todo a ni?os y adolescentes. "El canibalismo ha formado parte de nuestro proceso de humanizaci¨®n", apunta Carbonell. "Esa es la visi¨®n real, cient¨ªfica, no edulcorada, de la condici¨®n humana. Datos que deshacen t¨®picos".
Son historias fascinantes que salen, como oro puro, de los yacimientos de esa sierra situada a 15 kil¨®metros al este de Burgos, a poco m¨¢s de mil metros de altitud; lugares declarados Patrimonio Mundial por la Unesco en el a?o 2000. Nombres ya m¨¢gicos para la paleontolog¨ªa: Gran Dolina, Galer¨ªa, Sima del Elefante -estos tres en la Trinchera del Ferrocarril, yacimientos en un desfiladero de casi veinte metros de profundidad que quedaron al descubierto con las obras de un tren minero a finales del siglo XIX y comienzos del XX-, Portal¨®n, Sima de los Huesos -el yacimiento m¨¢s prol¨ªfico de f¨®siles humanos del mundo-, el Mirador y Hotel California. Nombres estrat¨¦gicos para conocernos.
Y ahora toda esta riqueza, estos tesoros, van a encontrar una extraordinaria proyecci¨®n a trav¨¦s del Museo de la Evoluci¨®n Humana, que se inaugurar¨¢ el 13 de julio en el puro centro de la ciudad de Burgos, junto al r¨ªo Arlanz¨®n, frente a la estatua del Cid Campeador y muy cerca de la catedral.
Hablan los tres paleont¨®logos y codirectores de los yacimientos. Juan Luis Arsuaga: "Es un museo ¨²nico en el mundo. No hay nada as¨ª. Durante los preparativos, en el equipo de Atapuerca ten¨ªamos claro que no quer¨ªamos que fuera un museo de prehistoria, de f¨®siles, de huesos. Quer¨ªamos un museo de vivos, no de muertos. Aparte de Atapuerca, ah¨ª est¨¢n tambi¨¦n Darwin y Ram¨®n y Cajal. Y esa maravilla que es el cerebro humano, como protagonista de las instalaciones. Tambi¨¦n hay una planta dedicada a los ecosistemas y a la relaci¨®n del ser humano con la biosfera. No quer¨ªamos un osario, sino un lugar que fuera una celebraci¨®n de la vida. En ese sentido le ayuda que el edificio es muy luminoso; es una arquitectura muy abierta, una gran caja de cristal. Un museo en el que, cuando entras, sales. Tienes esa sensaci¨®n. Porque es muy abierto, y reproduce el valle del Arlanz¨®n tanto en su fachada como en su interior. Ahora tenemos que saber conectarlo, que sea v¨¦rtice de un tri¨¢ngulo con los grandes santuarios del arte prehist¨®rico del norte, en Cantabria, Asturias y el Pa¨ªs Vasco; crear un circuito, una gran regi¨®n de importancia mundial, como las que existen en Francia. Debemos hacer una red de la evoluci¨®n, de la historia, del arte. Ya era hora de que la especie humana se diera un homenaje, y se dedicara un gran museo a s¨ª misma".
Jos¨¦ Mar¨ªa Berm¨²dez de Castro, director del Centro Nacional de Investigaci¨®n sobre la Evoluci¨®n Humana (CENIEH), donde desde hace un a?o trabajan 30 personas, y cuyo edificio, pegado al museo, forma parte del mismo complejo: "Aparte de que completar¨¢ la visita a los yacimientos y ayudar¨¢ a interpretar todo lo que supone Atapuerca para el conocimiento de nosotros mismos, este museo tiene el gran valor de estar unido a un centro de investigaci¨®n, lo que lo convierte en un museo vivo, que estar¨¢ en constante evoluci¨®n, que se enriquecer¨¢ con los descubrimientos que salgan de la sierra, con la aportaci¨®n cient¨ªfica del CENIEH m¨¢s los institutos de Arsuaga en Madrid y Carbonell en Tarragona, y los desarrollados en la Universidad de Burgos. Adem¨¢s, otro gran rasgo diferenciador del museo es que mostrar¨¢ piezas originales, f¨®siles aut¨¦nticos, algo que no se suele hacer en los museos ante el p¨²blico, donde se exhiben copias, mientras que las piezas originales est¨¢n guardadas en cajas fuertes".
Y el paleont¨®logo catal¨¢n Eudald Carbonell: "El museo va a ser una nueva pieza, important¨ªsima, en todo el proceso Atapuerca, que comenz¨® hace treinta a?os, en 1978, con los trabajos de Emiliano Aguirre. Ahora se le va a dar una enorme proyecci¨®n social. El museo va a ser el gran instrumento de socializaci¨®n de todo este conocimiento sobre los primeros humanos que poblaron Europa. Y si ahora ya hay en torno a 100.000 visitantes anuales a los yacimientos, con estas instalaciones, las previsiones apuntan que al menos se doblar¨¢ ese n¨²mero. Yo comparo todo el entramado, lo que se ha bautizado como Sistema Atapuerca, con una gran flota de barcos entrando a puerto. En 1998 fue la creaci¨®n de la Fundaci¨®n Atapuerca. En 2009, la apertura del CENIEH m¨¢s el edificio de la fundaci¨®n. Ahora el museo. En 2011 los centros de interpretaci¨®n de Atapuerca e Ibeas de Juarros, los dos municipios de los yacimientos. Para ayudarnos a pensar, vivir y reaccionar seg¨²n el proceso de evoluci¨®n humana, que es el que nos ha tra¨ªdo hasta aqu¨ª. Atapuerca es el yacimiento arqueol¨®gico del pleistoceno medio m¨¢s publicado de la historia; ahora se trata de compartirlo con la sociedad".
Entramos / salimos, como dice Arsuaga, en el Museo de la Evoluci¨®n Humana. Nos sirve de gu¨ªa su director, Javier Vicente. Ocupa 15.000 metros cuadrados. Ha costado 60 millones de euros (220 millones todo el complejo). Es un gran cubo de cristal di¨¢fano de 60 metros de fachada, 90 de fondo y 25 de altura; gestionado al cien por cien por la Junta de Castilla y Le¨®n. A ambos lados le escoltan, formando parte del mismo concepto arquitect¨®nico de Juan Navarro Baldeweg, el CENIEH, gestionado al 50% por el Ministerio de Ciencia y por la Consejer¨ªa de Educaci¨®n de Castilla y Le¨®n, y el auditorio-palacio de congresos, que se abrir¨¢ en 2011 y es responsabilidad del Ayuntamiento. En total, 25.000 metros cuadrados en el centro de Burgos, en lo que se conoc¨ªa como Solar de Caballer¨ªa, que tuvo usos militares y religiosos a lo largo de la historia -a Burgos siempre le ha pesado esa imagen, y esa coletilla de "ciudad de monjas y militares"-, que ¨²ltimamente era un aparcamiento y donde estaba planeado levantar 400 pisos de lujo. Hasta que ?ngel Olivares, que fue director general de la Polic¨ªa entre 1994 y 1996, se convirti¨® en el primer (y por ahora ¨²nico) alcalde del PSOE en la ciudad y prendi¨® la mecha del cambio: propuso en 1999, con el apoyo de los tres codirectores de Atapuerca, que este solar privilegiado fuera dedicado a algo p¨²blico y de grandes vuelos, a una marca con la que ya contaba Burgos, y que, debidamente trabajada, le pod¨ªa dar proyecci¨®n mundial. Ahora, ¨¦l, como Arsuaga, cree que su ¨¦xito tambi¨¦n pasa por conectarlo con otros grandes museos. Y si la catedral supone la cima de una perspectiva religiosa de la vida, este museo, seg¨²n Olivares, ha de ser "clave para la interpretaci¨®n racional del mundo en que vivimos". As¨ª, cara a cara, mir¨¢ndose, Dios y Darwin; el Papamoscas y el Homo antecessor.
Juan Vicente Herrera, burgal¨¦s y presidente de Castilla y Le¨®n, le da a cada uno lo suyo, y reconoce esa labor emprendedora de Olivares, continuada despu¨¦s por Juan Carlos Aparicio, actual alcalde de Burgos, del PP. "Me siento muy satisfecho de la estupenda colaboraci¨®n de tres Administraciones, Gobierno central, aut¨®nomo y municipal, aunque hayan sido de distinto signo pol¨ªtico, para llevar a cabo este gran proyecto, todo un acontecimiento. Es un feliz ejemplo de colaboraci¨®n que va a cambiar la faz de una ciudad, y le va a servir de revulsivo y agente dinamizador". Y no quiere terminar sin recalcar que en Burgos confluyen "tres patrimonios de la Humanidad: camino de Santiago, Atapuerca y la catedral".
A diferencia de las sombras y ansias de trascendencia del templo g¨®tico, entramos en el museo y la luz natural lo inunda todo. Es un gran contenedor limpio, sin ruidos. Su fachada: un juego de vidrios que va adquiriendo tonalidades gris¨¢ceas, verduzcas, azules, viol¨¢ceas, reflejando el cielo de Burgos y conversando con la ribera del r¨ªo e incluso con el gran icono, la catedral. Dentro, cuatro enormes macetones reproducen la vegetaci¨®n -liofilizada- de la sierra de Atapuerca. Y para entender la importancia de lo que ah¨ª se cuenta, se simula un viaje bajo tierra. Hay que ir a la planta -1, e introducirse en esos macetones, entrar en el subsuelo, para, con distintas t¨¦cnicas de la m¨¢s moderna e interactiva muse¨ªstica, profundizar en nuestra historia m¨¢s lejana, hasta 1,3 millones de a?os atr¨¢s (primeros restos europeos, en la Gran Dolina, Atapuerca). Hasta el Homo antecessor. Javier Vicente lo subraya: "Hemos querido huir del museo aburrido, antiguo, est¨¢tico, del siglo XIX; de esos museos de ciencias naturales y antropolog¨ªa, que ten¨ªan mucho encanto, pero que no nos sirven ahora; hay que contar las cosas con un nuevo lenguaje. Y buscamos el impacto, las sensaciones. Pero tambi¨¦n quer¨ªamos evitar el parque tem¨¢tico; el equipo cient¨ªfico que se ha encargado de los contenidos nos avisaba constantemente de ello".
Y en ese dif¨ªcil y detallista equilibrio andan. Buscando el impacto, la sensaci¨®n. De ah¨ª, por ejemplo, el audiovisual sobre los ecosistemas, muy de los cinco sentidos... Y el audiovisual envolvente sobre el fuego. Y la vanguardista instalaci¨®n sobre el cerebro realizada por el artista Daniel Canogar. Pero hay dos focos de atenci¨®n: la Sala de la Evoluci¨®n, una plaza con 10 reproducciones de nuestros antepasados realizadas a tama?o natural por la escultora francesa Elisabeth Dayn¨¨s -muy conseguidas, que nos miran cara a cara-; que llegan hasta uno de los primeros eslabones de nuestra especie, Lucy, una hembra de Australopithecus afarensis de m¨¢s de tres millones de a?os hallada en Etiop¨ªa. Y la c¨¢mara del tesoro, con los f¨®siles originales m¨¢s impresionantes de Atapuerca; con presentaci¨®n e iluminaci¨®n dignas de valios¨ªsimas joyas (lo que son).
Salimos, y la ciudad que fue de las monjas y los militares nos recibe con energ¨ªas renovadas. Se despereza y quita el polvo. De hecho, la Universidad de Burgos (UBU) ha presentado la solicitud de campus de excelencia en torno a la evoluci¨®n humana para convertir a Burgos en un lugar de paso obligado en el estudio de nuestros or¨ªgenes. Y la Fundaci¨®n Burgos 2016 (candidatura para ser capital europea de la cultura ese a?o, en competici¨®n con otras 15 localidades espa?olas) ha elegido como lema la R-evoluci¨®n.
Juan Navarro Baldeweg, el arquitecto responsable del enorme complejo levantado en el solar de Caballer¨ªa, tras ganar un concurso restringido, y que tambi¨¦n ha sido el art¨ªfice de otro gran santuario ib¨¦rico de la prehistoria: el Museo de las Cuevas de Altamira (Cantabria), cuenta c¨®mo ve el edificio: "Lo m¨¢s importante es entender la met¨¢fora de la relaci¨®n naturaleza / arquitectura. Por eso quiero destacar el fragmento de paisaje en terrazas delante del museo y el gesto envolvente de los tres vol¨²menes en torno a ¨¦l. Todo el proyecto nos est¨¢ diciendo que la naturaleza es el libro que contiene nuestros or¨ªgenes. Y ese concepto de naturaleza como eje contin¨²a en el interior. El edificio, el espacio, es como un gran invernadero. El sol, la luz, lo inunda todo. No hay columnas, no hay nada que disturbe. Lo que hay es luz, sol, naturaleza. Ah¨ª est¨¢ todo. No se necesita m¨¢s". "Adem¨¢s, una experiencia que me gusta subrayar es que son tres edificios que se apoyan mutuamente. El museo ser¨¢ algo vivo, porque est¨¢ unido con lo que es la investigaci¨®n, la fuente de conocimiento, que le ir¨¢ suministrando informaci¨®n; y con un edificio dedicado a la comunicaci¨®n, el auditorio y palacio de congresos".
Los visitantes podr¨¢n entrar / salir al Museo de la Evoluci¨®n Humana (seis euros); pero tambi¨¦n podr¨¢n hacer una ruta combinada con los yacimientos, a trav¨¦s de recorridos guiados y con autobuses-lanzadera (nueve euros).
All¨¢ nos vamos, a la sierra, en un d¨ªa que diluvia y con solo ocho grados de temperatura, a pesar de que est¨¢ a punto de estrenarse el verano. Las excavaciones han comenzado el 15 de junio y se prolongar¨¢n hasta finales de julio. Eudald Carbonell, vestido como suele hacerlo, con botas, bermudas y salacot, nos acompa?a en la ascensi¨®n por los andamios de la Gran Dolina. ?l est¨¢ exultante ante la nueva campa?a. Explica que la gran aportaci¨®n del pasado a?o desde los yacimientos de la Trinchera fue datar en varios cientos de miles de a?os m¨¢s los h¨¢bitos can¨ªbales de nuestros antepasados.
Acecha el v¨¦rtigo del andamio y el v¨¦rtigo del tiempo. Es importante no leer de carrerilla; la misma recomendaci¨®n servir¨¢ para quien se acerque al museo. Que la gente haga un esfuerzo mental por calcular esas largu¨ªsimas l¨ªneas de tiempo: 1,3 millones. Si ya nos quedamos boquiabiertos ante restos del Imperio Romano con 2.000 a?os, asomarnos a la vida del Homo antecessor supone multiplicar ese desplazamiento 650 veces.
Ah¨ª est¨¢n agachados sobre la tierra rojiza, volcados sobre el tiempo, m¨¢s de un centenar de investigadores, husmeando en nuestros or¨ªgenes a trav¨¦s de cuadr¨ªculas de un metro cuadrado de terreno, excavando mil¨ªmetro a mil¨ªmetro, con una paciencia que en estos tiempos de mensajes instant¨¢neos y redes virtuales a muchos podr¨ªa desesperar. Semanas para profundizar en esa cuadr¨ªcula tan solo 5 o 10 cent¨ªmetros, si los restos son muy abundantes; como mucho hasta 30 cent¨ªmetros, si la tierra no se muestra muy generosa. De nueve de la ma?ana a tres de la tarde en el terreno; por la tarde enganchados en el laboratorio provisional. Luego, un mes de excavaciones aporta material de trabajo para tres trimestres.
Y de repente, en cualquier instante, puede surgir la sorpresa que hace que todo merezca la pena; un mill¨®n de a?os que asoman en un segundo: una pieza de cr¨¢neo o una pelvis o una lasca que iluminan cualquier detalle para saber de d¨®nde venimos: si ¨¦ramos can¨ªbales, si cuid¨¢bamos de los ni?os con discapacidades, c¨®mo habl¨¢bamos...?P
Las siete joyas
Presentados e iluminados como valios¨ªsimas piezas de joyer¨ªa. As¨ª podr¨¢n verse los f¨®siles aut¨¦nticos extra¨ªdos de Atapuerca. Estas son las maravillas destacadas por el director.
Cr¨¢neo 5, 'Miguel¨®n'.
Uno de los cr¨¢neos m¨¢s completos del registro f¨®sil mundial. Hallado en 1992 en la Sima de los Huesos. 'Homo heidelbergensis', 400.000 a?os. Apodado 'Miguel¨®n'.
Punta de cuarcita.
Hallada en la Gran Dolina. Impacta su bella factura. 350.000 a?os.
Lasca de s¨ªlex.
De la Sima del Elefante. Herramienta que acompa?¨® a los primeros europeos. M¨¢s de un mill¨®n de a?os.
Pelvis 'Elvis'.
Una de las pelvis m¨¢s completas del registro f¨®sil. Hallada en 1994 en la Sima de los Huesos. Unos 500.000 a?os.
'Excalibur'.
Hacha de mano recuperada en 1998 en la Sima de los Huesos. 500.000 a?os. Pudo tener un car¨¢cter simb¨®lico, lo que le da singularidad.
'Panthera Leo'
Esta mand¨ªbula nos revela la fauna que viv¨ªa en la sierra en el pleistoceno.
'El ni?o de la Gran Dolina'
Dos grandes fragmentos craneales de 'Homo antecessor'. M¨¢s de 800.000 a?os.
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