La huelga general produjo sufrimiento
Por circunstancias que no vienen al caso comentar el pasado martes 29, d¨ªa en que los sindicatos convocaron huelga general, pas¨¦ toda la tarde en una residencia de personas mayores o con problemas. Algunas horas las pas¨¦ en la planta dedicada a dependientes, gente a la que les falta la capacidad para comer solas, vestirse solas, levantarse y asearse solas, en fin, para hacer lo que el resto hacemos con naturalidad en nuestra vida diaria.
Cuando se juzgan los efectos de una huelga general con racionalidad, es dif¨ªcil entender ciertas cosas. Como dec¨ªa un profesor irland¨¦s, al que tuve la suerte de conocer hace tiempo, con las huelgas pierden las empresas, porque se deja de producir y vender y por tanto de obtener ingresos, y pierden los trabajadores que dejan de cobrar sus salarios. Ser¨ªa mucho m¨¢s racional, afirmaba, que las dos partes negociaran hasta la extenuaci¨®n para evitar esas p¨¦rdidas y decidir c¨®mo repartirse los beneficios de la actividad.
Las reivindicaciones no pueden hacerse a costa de provocar malestar a los d¨¦biles
Pero, en fin, las huelgas no tienen nada que ver con argumentos racionales y lo que viv¨ª ese d¨ªa en la residencia de ancianos y enfermos no es que no fuera racional es que estuvo rozando lo injusto e inhumano. Los servicios m¨ªnimos estaban desbordados, nuestras personas dependientes desatendidas, nerviosas, sufriendo y obviamente incapaces de entender ni lo que estaba pasando ni por qu¨¦. Muchos estaban sin compa?¨ªa y mi sorpresa al comienzo, enojo despu¨¦s e indignaci¨®n al final fue en aumento a medida que pasaban las horas. No estuve all¨ª por la ma?ana as¨ª que no puedo contar lo que ocurri¨® pero lo que vi y viv¨ª a la tarde se describe r¨¢pidamente. Personas ancianas con demencia senil castigados sin merienda y sin siesta, sentados en sus sillas sin poder moverse, o metidos en la cama sin atenci¨®n, con retrasos en sus cenas y horarios de recogida y sin la debida limpieza.
A mi juicio, un perfecto desastre por no decir una verdadera indignidad. Est¨¢ claro que huelgas que afectan a ¨¢mbitos donde los que sufren los da?os son ni?os, personas ancianas o enfermas no pueden llevarse a cabo sobre todo si la autoridad competente tiene tan poca sensibilidad como para decidir que, en las residencias, bastan con unos servicios m¨ªnimos del 50% en atenci¨®n y 0% en limpieza. Habr¨¢ que buscar otros mecanismos para que los trabajadores de estos sectores puedan defender sus derechos. Soy consciente de que el derecho a la huelga es algo aceptado social y pol¨ªticamente. Y me parece bien. Lo que no era consciente era de que pudiese haber tanta irresponsabilidad como para dejar a gente incapacitada sin atender adecuadamente durante todo un largo d¨ªa.
No estoy en contra de que los sindicatos persigan objetivos como el de negociar las medidas de reforma laboral o no sufrir las imposiciones que consideran lesivas. Me parece bien que los trabajadores, tengan, mejor dicho tengamos, medios para defender nuestros derechos. Pero si conseguir algo de esto tiene que hacerse a costa de provocar malestar en los m¨¢s d¨¦biles de nuestra sociedad, aunque sea un malestar m¨ªnimo, a m¨ª entender no merece la pena. De hecho, me declaro objetora de cualquier huelga que afecte a los colectivos a los que me estoy refiriendo. Ya s¨¦ que hay otros muchos que tambi¨¦n sufren y seguro que por no tener el foco bien dirigido me olvido de algunos colectivos que con raz¨®n deber¨ªan ser incluidos en este grupo. Si es as¨ª pido excusas de antemano.
Puede haber gente que piense que lo que yo viv¨ª fue un caso excepcional. ?Ojala!. Aunque as¨ª fuera es suficiente para deslegitimar la organizaci¨®n de la huelga del d¨ªa 29 por las razones que he aludido: servicios m¨ªnimos totalmente insuficientes. Tambi¨¦n puede interpretarse estas l¨ªneas como una declaraci¨®n en contra de la huelga y a favor de las organizaciones empresariales. Pero no es eso. Lo que estoy diciendo no pretende posicionarse ni a favor ni en contra de las organizaciones empresariales, de los sindicatos o del Gobierno. Es una mera pero firme reivindicaci¨®n de un principio b¨¢sico.
Defiendo el estado de bienestar que hemos conseguido poco a poco y con mucho esfuerzo; incluso en esta ¨¦poca de crisis profunda somos muchos los que no queremos que este estado de bienestar sea recortado aunque precise de varias reformas. Pues bien, mi reivindicaci¨®n est¨¢ enmarcada en este contexto. Un estado de bienestar que no cuida bien siempre, y recalco siempre, a nuestros mayores dependientes, a nuestros ni?os y a nuestros enfermos no est¨¢ bien dise?ado. Si las huelgas afectan negativamente a estos colectivos algo est¨¢ mal planeado.
No estoy hablando de la imposibilidad de evitar que una huelga provoque disfunciones, malestar o incomodidades a colectivos que nada tienen que ver con el conflicto subyacente. Esto constituye una realidad imposible de evitar aunque s¨ª minimizar.
De lo que estoy hablando es de otra cosa. De que tenemos la responsabilidad y la obligaci¨®n de garantizar que, a¨²n con huelga, las personas con problemas estar¨¢n bien. Y si para conseguirlo hay que pedir ayuda a las familias, a otros colectivos, calibrar bien los servicios m¨ªnimos, dar informaci¨®n precisa de lo que est¨¢ ocurriendo, habr¨¢ que hacerlo. Pero desentenderse de ellos y hacer como que no pasa nada, es algo intolerable. Y todos, especialmente las autoridades competentes, deben saber que, lamentablemente, esto es lo que ocurre.
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