Las emociones de Maradona no bastan
Argentina lleva 20 a?os y cinco t¨¦cnicos muy por debajo de las expectativas
Diego Armando Maradona estaba convencido de que, con el selecto grupo de delanteros del que dispon¨ªa Argentina y el control emocional del vestuario, el t¨ªtulo caer¨ªa por su propio peso. Lo primero no era m¨¦rito suyo, sino una mera casualidad contar con Messi, Higua¨ªn, Ag¨¹ero, Milito y T¨¦vez. En el otro apartado, s¨ª. Ah¨ª volv¨ªa a sentirse el n¨²mero uno cuando arengaba a la albiceleste tanto en su conjunto como a nivel individual. Minutos antes del desastre ante Alemania, en el estadio Green Point, El Pelusa volvi¨® a sentirse el rey: fue a inyectar uno por uno a sus jugadores el ¨²ltimo puyazo emocional. A cada uno, lo suyo. "?Puto, puto, puto!", grit¨® al visceral Heinze, seg¨²n recogieron las c¨¢maras de Canal +. "Acordate de tu pap¨¢", repiti¨® a Mascherano mientras a Messi le acun¨® con susurros muy delicados. No hubo ni un solo conflicto durante la concentraci¨®n. Todos se sent¨ªan queridos. Maradona los cuid¨® como si fueran sus hijos. Y ellos respondieron ganando a Nigeria, Corea del Sur y Grecia antes de tumbar a M¨¦xico en los octavos de final. Cada triunfo lo celebraron como si ya tuvieran agarrada la Copa. De manera fren¨¦tica y exagerada.
Basile, Passarella, Bielsa y Pekerman tampoco pasaron de los cuartos de final
Pero lleg¨® Alemania y desnud¨® todo el andamiaje de Maradona. O la ausencia del mismo. Hab¨ªa llegado a Sud¨¢frica sin una idea de c¨®mo quer¨ªa jugar, escocido por las cr¨ªticas al f¨²tbol tan defensivo en la fase clasificatoria. Y decidi¨® que a?adir¨ªa un tercer delantero, T¨¦vez, en compa?¨ªa de Messi e Higua¨ªn, a costa de perder un volante, Maxi Rodr¨ªguez. Argentina barri¨® a Nigeria en la mejor actuaci¨®n de Messi, asoci¨¢ndose con Ver¨®n y relami¨¦ndose en media docena de ocasiones de gol. Ganar la primera cita as¨ª convenci¨® a Maradona de que su apuesta hab¨ªa funcionado y, crecido, se atrevi¨® a probar otra. Aprovech¨® las molestias musculares de Ver¨®n para recuperar a Maxi, dejando solo a Mascherano en el centro del campo. La albiceleste gole¨® a Corea del Sur y empez¨® a pensar que estaba iluminado. Las sutilezas t¨¢cticas, en teor¨ªa, estaban en manos de su ayudante, El Negro Enrique, aquel que pas¨® a la fama por darle el pase en su segundo tanto a Inglaterra en M¨¦xico 1986. Pero, en realidad, fueron ideas de Maradona. Nadie se habr¨ªa atrevido a contradecirle a pesar de haber debilitado notablemente el coraz¨®n del equipo.
Ante M¨¦xico, Maradona vio otro espejismo. El combinado de Javier Aguirre domin¨® hasta que T¨¦vez marc¨® de cabeza en uno de los fueras de juego m¨¢s clamorosos de la historia. Cuatro victorias en cuatro partidos y crey¨® haber hallado la piedra filosofal: cuatro centrales rocosos para defenderse, tres delanteros y dos extremos (Maxi y Di Mar¨ªa) para atacar. En el centro, solo Mascherano. Al primer vistazo, el seleccionador de Alemania, Joachim L?w, diagnostic¨® una Argentina partida en dos, tal y como sucedi¨®, controlada por Schweinsteiger, Kedhira, M¨¹ller y ?zil, todos mediocampistas de pura cepa. Maradona se hab¨ªa dejado a los suyos en el banquillo (Ver¨®n, Bolatti y Pastore) o en su casa (Banega y Riquelme, descartado por un choque de egos con el propio seleccionador). Y se olvid¨® de que, como le ha sucedido tambi¨¦n a Brasil, la esencia del juego pasa por la l¨ªnea medular. Messi quiso ser Ver¨®n y se olvid¨® de ser Messi.
Tras la paliza alemana, Maradona se sinti¨® humillado hasta por los enemigos mal elegidos: hab¨ªa polemizado con Schweinsteiger ("?qu¨¦ te pasa, Schweinsteiger; est¨¢s nervioso?"). Pues... no. No estuvo nada nervioso. Y tampoco Thomas M¨¹ller, el joven al que El Pelusa menospreci¨® en el partido amistoso de marzo pasado al confundirlo con un recogepelotas.
Aunque se haya tomado un tiempo para reflexionar, Maradona tiene las horas contadas en la selecci¨®n. A pesar de que el principal problema de la albiceleste no sea ¨¦l, sino, como le sucede a Inglaterra, c¨®mo evitar estar siempre por debajo de sus posibilidades. Le sucede desde hace 20 a?os, cuando cay¨® en la final ante Alemania en Italia 1990, en el ¨²ltimo gran soplo del Maradona jugador. Desde el enfrentamiento ideol¨®gico entre Luis C¨¦sar Menotti y Carlos Salvador Bilardo, ¨²ltimos campeones con estilos opuestos, pasaron cinco seleccionadores sin llegar a ninguna parte. Alfio Basile en Estados Unidos 1994, Daniel Passarella en Francia 1998, Marcelo Bielsa en Corea del Sur y Jap¨®n 2002 y Jos¨¦ Pekerman en Alemania 2006 sucumbieron ante las expectativas forjadas. Las que marcaba la pretenciosa leyenda del autob¨²s con el que Argentina recorri¨® las carreteras sudafricanas. "?ltima parada, la gloria".
![Maradona, junto a su hija Dalma, se encara e insulta a unos aficionados tras la derrota ante Alemania.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/MSZA2HMMAL5CVIWHHRPZJOGLOM.jpg?auth=f9c461a28171e5f3deb2efab3bc77c2cf3374f3cad9d223b2dd78c21aaa193ad&width=414)
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