"La pol¨ªtica es m¨¢s peligrosa que el Annapurna"
Maurice Herzog espera en la terraza del Ritz con un oporto de 10 a?os. Se nota que pertenece al exclusivo Club de los 100, un grupo de hombres que queda un d¨ªa al mes en un restaurante parisino para comer, charlar y ponerle nota al local. Sabe lo que pide: foie, jam¨®n y anchoas. Sabe lo que bebe: Gran Feudo blanco Chivite. Y no toca el agua. "No concibo una comida con agua".
Herzog, de 91 a?os, pertenece a esa generaci¨®n forjada en la guerra -a los 25 a?os capitaneaba en Los Alpes a un grupo de partisanos de la Resistencia- a la que a¨²n le quedaban cimas por conquistar. Louis Lachenal y ¨¦l fueron los primeros hombres en hollar una cima m¨¢s all¨¢ de los 8.000 metros, el Annapurna, y la gesta dio la vuelta al globo. ?l hizo, adem¨¢s, del deporte algo m¨¢s que un juego de aficionados. Fue el primer secretario de Estado de Deportes de Francia, nombrado por De Gaulle, y perteneci¨® al Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional.
El ex responsable franc¨¦s de Deportes es un superviviente de la monta?a
Antes de empezar la charla pide permiso para quitarse la americana y la corbata. Le asiste Catherine Moyon de Baecque, la ex atleta y hoy su ayudante. Madrid le ha recibido con 30 grados. "Demasiado calor para comer", dice.
"La guerra es lo peor", sentencia, sin entrar en detalles. Herzog estaba ya en armas antes de que De Gaulle llamara a la resistencia desde Londres. "El discurso del 18 de junio de 1940 fue fundamental porque les dijo a los franceses lo que ten¨ªan que escuchar". Sus hombres, en una unidad de tiradores en Los Alpes, eran casi todos comunistas. "Pese a no ser de los suyos, acataban mis ¨®rdenes". Frente a ¨¦l ten¨ªa incluso a amigos alemanes. "Es duro saber que tienes que disparar a amigos, pero la guerra hab¨ªa que ganarla".
Herzog se lanz¨® luego a la conquista del Annapurna, en el Himalaya, "una monta?a m¨¢s dif¨ªcil que el Everest, objetivo de los ingleses". La gesta culmin¨® el 3 de junio de 1950. Y, sin embargo, por su tono humilde, parece que solo subi¨® a un monte de la sierra madrile?a. "Se exagera. Ten¨ªamos buen material, no ¨ªbamos desarropados". No tuvieron bajas. "Yo me siento un superviviente del Annapurna. Para m¨ª tuvo consecuencias f¨ªsicas (le faltan casi todos los dedos de pies y manos y, sin embargo, maneja los cubiertos con agilidad), pero sobre todo metaf¨ªsicas. Solo he compartido esas sensaciones con Neil Amstrong, que en la Luna sinti¨® cosas muy parecidas".
Las lesiones del Annapurna no le impidieron seguir esquiando, viajando o acumular m¨¢s de 3.000 horas como piloto. Ocho a?os despu¨¦s de su proeza (que relat¨® en un libro reeditado ahora por la editorial Desnivel) Herzog gestion¨® el deporte de su pa¨ªs. "La pol¨ªtica es casi m¨¢s peligrosa que el Annapurna", dice. Los siete a?os en el puesto y su pertenencia a la familia ol¨ªmpica le avalan para opinar sobre el papel de su selecci¨®n en el Mundial, pero es cauto: "Yo ahora no tengo responsabilidades". ?Pero qu¨¦ le dir¨ªa al presidente Sarkozy? "Es complicado. Pero no podemos prescindir de los que tienen que ganar, los jugadores".
Llega el postre, y Herzog rechaza los helados. "Las cosas congeladas le recuerdan al Annapurna", apunta Catherine.
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