Un vac¨ªo de 10 minutos
En la tarde de ayer se enhebr¨® un vac¨ªo de 10 minutos. As¨ª se qued¨® la plaza, despu¨¦s de que las mulillas se llevaran al desolladero al cuarto de la tarde. Ese toro propin¨® una voltereta al torero navarro, Francisco Marco, nada m¨¢s recibirlo con el capote. Fue un golpetazo tremendo. Seco. Cay¨® a la arena como un pelele. Inerte. Se lo llevaron a la enfermer¨ªa. Como quiera que perdi¨® el conocimiento, fue trasladado a un hospital cercano, para hacerle una exploraci¨®n cl¨ªnica.
Al tener que matar ese toro Sergio Aguilar, sufri¨® durante esa exigua faena un puntazo en la mano derecha, por lo que pas¨® a la enfermer¨ªa. De igual modo, tambi¨¦n visit¨® el ¨¢mbito enfermeril el otro diestro, Morenito de Aranda, por una luxaci¨®n acaecida al matar a su primero, tercero de la tarde. Malo ser¨ªa que el ganadero Cebada Gago se pusiera a pavonearse creyendo que sus toros se comen a los ni?os crudos. Nada de eso. Los toros corridos ayer no val¨ªan nada. Eran material descastado. Adem¨¢s, el segundo fue un manso-cobard¨®n de tomo y lomo.
CEBADA / MARCO, AGUILAR, ARANDA
Toros de Cebada Gago, de quiero y no puedo, descastados.
Francisco Marco: estocada defectuosa (silencio); fue cogido en su segundo al lancear, pas¨® a la enfermer¨ªa.
Sergio Aguilar: estocada defectuosa, pinchazo y estocada (silencio); pinchazo hondo (silencio); estocada trasera (silencio).
Morenito de Aranda: media estocada -aviso- y descabello (vuelta al ruedo); estocada atravesada y tres descabellos (silencio).
Plaza de toros de Pamplona. 8 de julio. Lleno.
Los tres diestros pasaron, por distintos percances, por la enfermer¨ªa
Esos toros no embest¨ªan, porque no eran bravos. Esos toros topaban, que no es lo mismo. Pas¨® que ayer a la tarde parece que a los tres toreros los mir¨® un hombre con tres ojos. Ap¨²ntese, se?or ganadero, un fracaso de cierta sutilidad. Y d¨¦ gracias a que hubo un torero, Morenito de Aranda, con una cabeza privilegiada, que supo llevar embebido a un boboncito, como el tercero, con el a?adido de descorchar unos buenos aromas toreros. Del mismo modo, tambi¨¦n trat¨® de hacer embestir a su segundo, un bovino con vocaci¨®n de soldado de artiller¨ªa con puntillas rosas.
En su primer toro, el que abr¨ªa plaza, Francisco Marco estuvo voluntarioso. Es triste tener que torear al a?o una corrida y no saber si saldr¨¢ alguna m¨¢s. Es la parte dura de la fiesta, que siempre corresponde a los toreros modestos. Maldita sea.
Sergio Aguilar, adem¨¢s de pechar con el cobard¨®n primero y matar como pudo al que mand¨® a enfermer¨ªa a Marco, se midi¨® con su segundo, que hizo de sexto, y ah¨ª estuvo anodino y pegapasista, trallazo por aqu¨ª, trallazo por all¨¢.
Resumo diciendo que la tarde quiso parecerse a la cita de Her¨¢clito, "todas las cosas las timonea el rayo"; sin embargo, la tarde, mir¨¢ndola con la lupa de una cierta verdad (nunca la verdad completa, porque solo nos cabe poseer unos c¨¦ntimos de la verdad), no pas¨® de ser una docena de copos de nieve forrados de algod¨®n (salvo el temple exquisito proveniente de un joven de Aranda de Duero).
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