Acrobacias del saber
Divulgar es una palabra resbaladiza, ligada a dos terrenos que mantienen relaciones complicadas: el conocimiento y su popularizaci¨®n. El divulgador es como un equilibrista: el cable sobre el que avanza es el conocimiento; la visi¨®n que ¨¦l ofrece de ese conocimiento -sea ciencia, filosof¨ªa, biolog¨ªa, anatom¨ªa, econom¨ªa...- es la p¨¦rtiga que le ayuda a no caer. No resbalar requiere inteligencia, pasi¨®n y una forma de narrar que provoque asombro y contagie entusiasmo en el lector. Sobre todo, cuando ese lector es joven, le pica la curiosidad sobre el mundo y sobre s¨ª mismo, y a¨²n tiene ganas de saber. Norma n¨²mero uno para engancharle: huir de los libros de texto disimulados, de las enciclopedias camufladas y de las acumulaciones de preguntas y respuestas que, sin ning¨²n hilo narrativo, parecen extravagantes cuestionarios para concursos televisivos. Mientras en Estados Unidos la divulgaci¨®n goza de gran prestigio y autores como Richard Dawkins o Stephen Hawking protagonizan episodios de Los Simpson, en Espa?a el panorama sigue siendo m¨¢s resbaladizo que atractivo. La presencia actual en librer¨ªas de t¨ªtulos muy interesantes de divulgaci¨®n para j¨®venes ilumina un camino tan fascinante como poco y mal desarrollado.
La presencia en librer¨ªas de t¨ªtulos muy interesantes de divulgaci¨®n para j¨®venes ilumina un camino fascinante
No se dirigen a adultos, aunque muchos adultos los devoran. Como bien dice Carlos Grassa, los ¨²nicos libros universales son los libros infantiles
La vuelta al mundo de un forro polar rojo (Siruela).
Un periodista alem¨¢n de pelo en pecho y seguidor del Borussia de Dortmund explica qu¨¦ significa la globalizaci¨®n a partir de la azarosa historia de un forro polar de color rojo vivo. Con ese chaleco como protagonista, Wolfgang Korn lleva al lector desde los pozos de petr¨®leo de Dubai hasta una patera de subsaharianos reci¨¦n arribados a las costas de Canarias. Un viaje por el globo terrestre a una velocidad de v¨¦rtigo en el que, al hilo del comercio, se vislumbra la vida de los m¨¢s ricos y de los m¨¢s pobres, se viaja en buques cisterna y en portacontenedores, y se demuestra hasta qu¨¦ punto nuestra actividad econ¨®mica es interdependiente y ¨¦ticamente problem¨¢tica hoy en d¨ªa. El libro, ingenioso y sorprendente, recibi¨® el Premio Alem¨¢n al Mejor Libro Juvenil de Divulgaci¨®n Cient¨ªfica.
Este cuerpo es humano (Thule). Este no es un libro de anatom¨ªa al uso: no habla sobre el cuerpo que tenemos, sino sobre el cuerpo que somos. Y lo hace con rigor, con entusiasmo, con ingenio y con mucha gracia. "Yo entiendo el humor como un elemento po¨¦tico, un alejamiento de la realidad que proporciona una visi¨®n m¨¢s profunda que un discurso cient¨ªfico", asegura el escritor pataf¨ªsico Grassa Toro. ?l y el ilustrador Jos¨¦ Luis Cano son un claro ejemplo de que no es preciso ser especialista para hacer divulgaci¨®n. Su libro ha sido elegido como uno de los mejores de 2010 por el prestigioso Banco del Libro, de Venezuela. Lo mejor de esta singular anatom¨ªa, aseguran ellos, es que no dice todo; as¨ª deja sitio para que otros digan. Un magn¨ªfico complemento a su lectura es la serie El mapa de mi cuerpo (Media Vaca), del japon¨¦s Genichiro Yagyu, con seis t¨ªtulos: Agujeros de la nariz, Plantas de tus pies, Tetas, Dientes, Costras y Ombligo.
?Por qu¨¦ el cielo es azul? (P¨¢ginas de Espuma). A principios de los a?os setenta, Isaac Asimov public¨® Please, explain (Cien preguntas b¨¢sicas sobre la ciencia), donde reun¨ªa las respuestas que, a lo largo de ocho a?os y en la revista Science Digest, hab¨ªa dado a cien cuestiones planteadas por los lectores. Ese formato de preguntas y respuestas, que hab¨ªa nacido como una secci¨®n period¨ªstica, se hizo tremendamente popular. A¨²n lo es. Fiel a dicho modelo, el primer libro que escribi¨® el profesor y f¨ªsico Javier Fern¨¢ndez Panadero va ya por su d¨¦cima edici¨®n. "Siempre me planteo c¨®mo puedo atraer a los lectores de Harry Potter a la ciencia, que es magia de verdad capaz de transformar el plomo en oro. Yo lo intento con pasi¨®n. El formato de pregunta y respuesta ofrece muchas ventajas: est¨¢ dirigido a un lector sin formaci¨®n cient¨ªfica, pero que desea saber; puede ser le¨ªdo en cualquier parte; permite que cada lector, al seleccionar las preguntas que le interesan, construya su propio libro; sacia en parte su curiosidad y, al mismo tiempo, le suscita otras preguntas. Eso s¨ª, todos los libros de preguntas y respuestas no son iguales, aunque lo parecen: unos van a los temas de fondo y otros se quedan en las curiosidades". A ese primer libro han seguido otros tres.
?Tienen los animales que lavarse los dientes? (Edaf). Con el mismo formato de pregunta y respuesta, surgi¨® este libro de Henning Wesner, director de un zool¨®gico alem¨¢n. Como en el caso de Asimov, el punto de partida fue period¨ªstico: Wesner ten¨ªa un espacio en la radio en el que contestaba a las preguntas sobre animales que le planteaban los oyentes. Humor, desenfado y rigor son, de nuevo, los elementos que hacen ¨²nico este libro que responde a cuestiones tan dif¨ªciles como: ?cu¨¢ntas espinas tiene un erizo?, ?son los burros tan tontos?, ?nunca est¨¢ satisfecho el mosquito?, ?por qu¨¦ las abejas no tienen cintura de avispa?, ?rugen los leones marinos?, ?son los cerdos tan guarros?... El libro, que cuenta con preciosas ilustraciones, recibi¨® el Premio Bolonia de Literatura Infantil al Mejor Libro de No Ficci¨®n.
Ni s¨ª ni no (SM). Frente al modelo de preguntas y respuestas, surge la voz discrepante del fil¨®sofo: "A veces los libros de preguntas y respuestas sofocan la propia curiosidad. No ha de ser as¨ª. No hay respuestas para todas las preguntas. No est¨¢n todas las preguntas hechas", declara el franc¨¦s Oscar Brenifier. Ten¨ªa que ser un fil¨®sofo quien reivindicara el hecho de preguntar como herramienta para explorar los l¨ªmites del conocimiento y de la comprensi¨®n. Quien invitara a pensar por el mero placer de pensar. As¨ª nace Ni s¨ª ni no, donde de una forma tan sencilla como densa se plantean los grandes contrarios del pensamiento: lo finito y lo infinito, el ser y la apariencia, la libertad y la necesidad, la raz¨®n y la pasi¨®n, el yo y el otro, lo objetivo y lo subjetivo, la naturaleza y la cultura... El libro, que ha ganado varios premios, demuestra que se puede hablar de lo m¨¢s abstracto y conseguir que llegue a todo el mundo.
Evoluci¨®n (Blume). ?Es posible explicar la teor¨ªa darwinista de la evoluci¨®n a partir de fotograf¨ªas en blanco y negro de esqueletos expuestos en los museos de historia natural? La respuesta se halla en este libro incre¨ªble que trabaja, sobre todo, con el material de la galer¨ªa de anatom¨ªa comparada del Museo Nacional de Par¨ªs. El lector contempla la transformaci¨®n continua de las especies y la selecci¨®n natural y sexual en im¨¢genes asombrosas. Acompa?an a las fotos peque?as historias que hacen claro lo oscuro: ratones y hombres, el sexo de los huesos, el cuello m¨¢s c¨¦lebre, los ¨²ltimos dedos, las patas perdidas, amor antes de morir... Estos esqueletos de vertebrados, captados en movimiento como si estuviesen vivos, nos remiten a nuestro origen animal y a nuestra propia historia. A veces, para ver algo, ¨²nicamente tenemos que cambiar nuestro punto de vista.
Adem¨¢s de los t¨ªtulos mencionados hay muchos otros. Libros activos, no meras compilaciones, que implican al lector como si se tratara de un juego. Libros que tienen un elemento l¨²dico, aunque son serios; que no son de autoayuda, aunque son muy ¨²tiles; que no son enciclopedias, aunque poseen conocimientos enciclop¨¦dicos; que no son ficci¨®n, aunque lo que cuentan parece a veces irreal; que hablan en t¨¦rminos sencillos, aunque explican ideas complicadas; que no son tebeos, aunque permiten visualizar lo que explican... Y que no se dirigen a adultos, aunque muchos adultos los devoran. Como bien dice Carlos Grassa, los ¨²nicos libros universales son los libros infantiles.
Hay libros que tratan cuestiones muy peque?as (?De qui¨¦n es esta mierda? Gu¨ªa de bolsillo para identificar las heces, Oc¨¦ano) y otros que tratan cuestiones muy grandes (Diez preguntas, Paid¨®s). Los hay que narran la historia del mundo mediante fotograf¨ªas (Las im¨¢genes que nos revelan el mundo, SM), mientras otros recurren a las palabras (Una muy breve historia de casi todo, RBA). Hay libros sobre c¨®mo realizar experimentos para convertir en real lo imaginado, otros que experimentan con personajes imaginarios para explicar la realidad (C¨®mo los c¨®mics pueden explicar leyes cient¨ªficas de manera sencilla y divertida, Ma non troppo) y otros que plantean cuestiones morales como inquietantes experimentos (El cerdo que quer¨ªa ser jam¨®n, Paid¨®s)... Todos estos libros de divulgaci¨®n, m¨¢s que estar dirigidos a un lector concreto con una edad definida, apuntan a una actitud determinada: la curiosidad sobre nosotros mismos y sobre el mundo que nos rodea.
Hay muchos m¨¢s t¨ªtulos interesantes: basta con abrir un ejemplar del n¨²mero que la revista Educaci¨®n y Biblioteca dedic¨® a la divulgaci¨®n para chavales para encontrar una excelente selecci¨®n. "Muchas vocaciones han nacido a partir de estos libros en el ¨¢mbito anglosaj¨®n: investigadores de biolog¨ªa punta, egipt¨®logos... Curiosamente, en Am¨¦rica Latina hay una edad de oro del g¨¦nero, m¨¢s enfocada a las ciencias sociales que a las naturales", asegura Gustavo Puerta, cr¨ªtico de literatura infantil y juvenil y responsable de esta publicaci¨®n. "Eso en Espa?a no ha sucedido por el puesto excluyente que tiene el libro de texto en el sector educativo, por la ausencia de una pol¨ªtica coherente de bibliotecas escolares y porque tampoco hay inter¨¦s de llevar temas cient¨ªficos y humanistas a los ni?os".
Un libro de divulgaci¨®n es un placer, no un deber. Ha de abrir una ventana, pues eso son los libros de divulgaci¨®n: ventanas para ver el mundo.
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