El lenguaje, seg¨²n Hobbes

Acaba de aparecer la primera traducci¨®n castellana de De Corpore, primero de los tres vol¨²menes que Thomas Hobbes pens¨® como integrantes de los Elementos de Filosof¨ªa. Si el primero estaba destinado a los cuerpos, el segundo y el tercero contemplan respectivamente al hombre y al ciudadano. Que una de las obras clave del siglo XVII haya esperado m¨¢s de cuatrocientos a?os para ser vertida al castellano forma parte de la escasa atenci¨®n que se ha prestado, no s¨®lo en Espa?a, a la obra de Thomas Hobbes. De ¨¦l se sabe, o se cree saber, que es el autor de la afirmaci¨®n "el hombre es un lobo para el hombre" y tambi¨¦n se le utiliza como espantajo para condenar supuestas bases te¨®ricas de la monarqu¨ªa absolutista y autoritaria. Como dice Hobbes y recuerda el excelente pr¨®logo de Bartomeu Forteza (autor de la no menos notable traducci¨®n del texto latino hobbesiano), el uso de la raz¨®n exige cierto esfuerzo y trabajo. Y con frecuencia los autores de historias de la filosof¨ªa prefieren el t¨®pico conocido a la investigaci¨®n del texto original, que siempre da m¨¢s trabajo.

Las obras de Hobbes han sido mal interpretadas durante a?os. Las de filosof¨ªa pol¨ªtica (con el Leviat¨¢n a la cabeza) y las que prefiguran su sistema general sobre el conocimiento y sobre lo que hay (ontolog¨ªa). El lector encontrar¨¢ en el De Corpore un elogio entusiasta de la raz¨®n como ¨²nico instrumento que lleva tanto al saber como a la resoluci¨®n pac¨ªfica de los conflictos que se generan en la convivencia. Sus propios contempor¨¢neos (y entre ellos Descartes, con quien mantuvo correspondencia a trav¨¦s del abate Mersenne) lo miraron siempre mal y, poco despu¨¦s de su muerte, la Universidad de Oxford orden¨® que se quemaran sus obras principales. Porque aunque Hobbes se hab¨ªa preocupado de insistir en que sus tesis no contradec¨ªan a la Biblia, sus coet¨¢neos sab¨ªan leer y pronto vieron que cuestionaba todo tipo de creencia religiosa. Sin contar con que era perfectamente entendible. Hobbes es uno de los creadores de la tradici¨®n filos¨®fica inglesa caracterizada por la claridad expositiva. Lo que quiere decir, lo dice al modo cervantino cuando Don Quijote recomienda "llaneza, Sancho, llaneza". Y no deja de anotar: "Muchos que filosofan mezclan palabras aceptadas irreflexivamente y forman as¨ª proposiciones de diversas maneras hasta que finalmente parezcan significar algo exquisito. Pero no significan nada".

La edici¨®n de Forteza (Felanitx, 1939- Barcelona, 2000) plantea en su introducci¨®n si no habr¨¢ un segundo motivo para que Hobbes no haya sido apreciado hasta, casi, principios del siglo XX y a¨²n entonces en su vertiente pol¨ªtica. Y aventura la tesis de que la filosof¨ªa hobbesiana sea una filosof¨ªa del lenguaje que apenas ahora, tras un siglo de filosof¨ªa ling¨¹¨ªstica, podemos apreciar. Una tesis discutible, aunque no irrelevante.

La edici¨®n recoge las ¨²ltimas aportaciones a un texto que no ha tenido una edici¨®n cr¨ªtica definitiva hasta hace muy poco tiempo. Otro m¨¦rito a a?adir al volumen que se ofrece al lector que no desde?e el esfuerzo que exige tratar de comprender el mundo.