Estamos donde nos toca
Galicia es nuestra comunidad aut¨®noma, nuestro pa¨ªs. Pero es una regi¨®n econ¨®mica m¨¢s en el extenso listado de regiones de la Uni¨®n Europea. Y tambi¨¦n es un simple territorio con autonom¨ªa pol¨ªtica m¨¢s en la (significativamente m¨¢s reducida) lista europea de regiones con autogobierno real sobre competencias importantes.
Que Galicia sea nuestro pa¨ªs puede llevarnos a que la pasi¨®n nos domine e intentemos vernos o mostrarnos como algo ¨²nico y diferente de los dem¨¢s. En verdad somos distintos de Asturias, C¨®rcega, o la regi¨®n Bruselas. Igual que ellas lo son respecto a nosotros; y en cualquier caso, no lo suficientemente distintos como para que las categor¨ªas, modelos y mecanismos que postulan las ciencias sociales y, en particular, la ciencia econ¨®mica y la ciencia pol¨ªtica no sean directamente aplicables. Acudamos a ellas para entender lo que ocurre en Galicia y evitemos caer en el adanismo propio de quien viaja poco y no lee lo suficiente.
Cuando se integran administraci¨®n, empresa y universidad se alcanzan los mejores resultados
Centr¨¢ndonos en la parte econ¨®mica, la posici¨®n de Galicia no es en absoluto sorprendente, si uno se arma con los modelos te¨®ricos de crecimiento y desarrollo econ¨®mico y examina de forma exhaustiva los datos correspondientes a los factores clave destacados en aquellos. Tomemos como referencia la producci¨®n por habitante (PIB per c¨¢pita) o los indicadores de desarrollo humano que propone la ONU. Galicia se sit¨²a por debajo de la media espa?ola: no estamos a la cola, pero no llegamos al 90% de esa media. Lo mismo que ocurre cuando examinamos nuestro capital humano, el esfuerzo en I+D+i, la maquinaria e instalaciones de las empresas, o nuestras infraestructuras. Es verdad que en este ¨²ltimo caso la inversi¨®n per c¨¢pita acumulada es superior a la media. Pero con unos costes de construcci¨®n m¨¢s elevados, una red portuaria densa y una fuerte dispersi¨®n poblacional, la dotaci¨®n efectiva de infraestructuras sigue por debajo de la media espa?ola, salvo en carreteras.
Por tanto, si queremos mejorar en resultados y alcanzar la media espa?ola, debemos esforzarnos en alcanzar tambi¨¦n la media en esfuerzos y fundamentos. Y ello debe hacerse de forma equilibrada, interrelacionada y teniendo en cuenta las potencialidades de nuestra econom¨ªa. Lo primero quiere decir que puede ser muy frustrante avanzar s¨®lo en un frente. Por ejemplo, si de repente opt¨¢semos por invertir (con inteligencia y a cambio del cumplimiento de objetivos) enormes cantidades de dinero s¨®lo en educaci¨®n, podr¨ªamos convertir a Galicia en mero proveedor de capital humano para el resto de Espa?a y Europa, a trav¨¦s de la emigraci¨®n de nuestros j¨®venes excelentemente formados. Lo mismo ocurrir¨ªa si nos obsesionamos con la investigaci¨®n b¨¢sica y publicamos avances cient¨ªficos para que sean otros los que lo traducen en valor econ¨®mico. En definitiva, necesitamos m¨¢s y mejor capital humano y avanzar en la I+D, pero necesitamos empresas que sean capaces de generar los puestos de trabajo apropiados y aprovechar el potencial investigador de nuestras universidades. Y aqu¨ª aparece la cuesti¨®n de la interrelaci¨®n. Cuando somos capaces de integrar bien administraci¨®n p¨²blica, empresas y universidades es cuando se alcanzan los mejores resultados globales.
Finalmente, es obvio que debemos hacer apuestas selectivas en esas inversiones en capital humano, f¨ªsico y tecnol¨®gico, teniendo en cuenta realidades y potencialidades. Me refiero a los clusters productivos en los que hay que concentrar esfuerzos; al aprovechamiento de la geoposici¨®n de Galicia como plataforma log¨ªstica continental, que ir¨ªa de la mano de un fuerte impulso a las exportaciones y las inversiones directas extranjeras en Galicia y gallegas en los mercados emergentes; a la compactaci¨®n del territorio a trav¨¦s de las infraestructuras de transporte y los servicios p¨²blicos correspondientes; o al aprovechamiento de la euroregi¨®n como instrumento para lograr econom¨ªas de aglomeraci¨®n. Por eso necesitamos que la Xunta cuente con un plan global de actuaciones, en el que los planes parciales encajen como un puzle.
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