Espa?a: as¨ª sol¨ªa jugar Holanda
Una nueva sensaci¨®n recorri¨® mi cuerpo el martes en Ciudad del Cabo mientras ve¨ªa c¨®mo alcanzaba la final del Mundial el equipo del que soy aficionado: una sensaci¨®n de verg¨¹enza. No me sent¨ªa avergonzado porque Mark van Bommel lograra el mayor ¨ªndice de faltas merecedoras de tarjeta amarilla de la historia de los Mundiales desde Claudio Gentile, ya que obstruir astutamente a la gente siempre fue fundamental en la tradici¨®n futbol¨ªstica holandesa. Lo que me molest¨® fueron m¨¢s bien los atentados a la tradici¨®n holandesa. Ten¨ªamos a Johnny Heitinga mandando el bal¨®n a saque de banda como un central brit¨¢nico all¨¢ por 1985. O los torpes pases en l¨ªnea entre los defensores, como si fu¨¦ramos disfrazados de Inglaterra. Y a Boulahrouz movi¨¦ndose con la pesadez de un cavern¨ªcola en el lateral derecho, una imagen que me hizo pensar por qu¨¦ no me habr¨ªan llevado a m¨ª en vez de a ¨¦l.
El f¨²tbol holand¨¦s es el de las derrotas gloriosas. El equipo actual es diferente
No soy holand¨¦s pero mi padre trabaj¨® en Holanda y por eso me cri¨¦ all¨ª. Espero que este equipo acabe con nuestra costumbre de perder finales de Mundiales pero, incluso si lo hace, luchar¨¦ para que ocupe un lugar de honor en la tradici¨®n futbol¨ªstica holandesa.
En Holanda todo el mundo se cr¨ªa con las historias de 1974, as¨ª que cuid¨¦monos de los recuerdos optimistas, pero bas¨¢ndonos fr¨ªamente en los hechos, aquel equipo era muy superior a ¨¦ste. No era solo Johan Cruyff. Gran parte del equipo del 74 proven¨ªa de la formaci¨®n del Ajax que acababa de ganar la Copa de Europa tres veces seguidas. La Holanda del 74 le marc¨® cuatro goles tanto a Argentina como a Bulgaria, super¨® a Brasil y jug¨® un f¨²tbol total aunque ellos nunca lo llamaran as¨ª. Solo el portero, Jan Jongbloed, un semiprofesional que ten¨ªa una tienda de puros y de ca?as de pescar, no era una leyenda y nos fall¨®.
Es cierto que el equipo de 2010 a veces tiene un tufillo a 1978. Hab¨ªa pocas expectativas al principio y luego el largo viaje hacia el sur, sin las hordas de aficionados vestidos de naranja que normalmente son b¨¢sicos en la tradici¨®n holandesa ("Mam¨¢, estoy sentado aqu¨ª", dec¨ªa una inusual pancarta holandesa en Ciudad del Cabo).
Tanto en 1978 como ahora hac¨ªa el fr¨ªo de los Mundiales en invierno. Han recorrido el mismo camino sencillo hasta la final. En ambas ocasiones, Holanda lleg¨® a ella derrotando a un solo equipo puntero: Italia en 1978 y esta vez, Brasil. Exist¨ªa la misma confianza en los tiros afortunados de larga distancia. Sneijder ha desarrollado una novedosa t¨¦cnica para que los defensas desv¨ªen sus tiros a la red (tres veces hasta ahora) y cuando Gio van Bronckhorst realiz¨® un remate de 40 metros a la escuadra de Uruguay, muchos aficionados holandeses trataban de recordar si lo hab¨ªa hecho alguna vez en el lamentable Feyenoord de Rotterdam.
Tambi¨¦n en 1978, algunos de los jugadores que participaron en la final del Mundial estaban lejos de ser figuras. No s¨¦ c¨®mo, Jongbloed lo hac¨ªa por segunda vez, jug¨® Jan Poortvliet (que m¨¢s tarde asombrar¨ªa a sus compa?eros de equipo de los peque?os clubes franceses cada vez que revelaba ese dato), y nuestro gol del empate lo logr¨® de cabeza un florista a tiempo parcial, Dick Nanninga. Pero muchos de los jugadores de 1974 segu¨ªan all¨ª. Cualquier defensa encabezada por Ruud Krol supera al grupo actual.
El f¨²tbol holand¨¦s es el de las derrotas gloriosas: 1974, 1978, 1992, 1998, 2000 y 2008; y una vez, en 1988, casi por casualidad, de la victoria gloriosa. El equipo actual es diferente. Es verdad que mantiene un aspecto b¨¢sico de la tradici¨®n holandesa: una excelente interpretaci¨®n del pase y de la posici¨®n. Los holandeses pueden demostrar m¨¢s inteligencia que los brasile?os, los argentinos o los ingleses. Bert van Marwijk, el seleccionador, lo resumi¨® al principio: "Creo que causamos una impresi¨®n bastante estable".
Y Holanda tiene algunos jugadores de talento. Antes del torneo, Sneijder, Arjen Robben, Robin van Persie y Rafael van der Vaart se hicieron merecedores de la etiqueta colectiva de Het Talent, el talento. Por desgracia, en Sud¨¢frica solo ha aparecido uno y medio m¨¢s o menos. Van Persie ha demostrado que no es un ariete. Van der Vaart perdi¨® su puesto cuando Van Marwijk decidi¨® que solo necesitaba a un bajito sin ritmo en el centro del campo y le dio el sitio a Sneijder.
Sneijder, reconozc¨¢moslo, ha estado a su mejor nivel: un jugador de pase en la tradici¨®n holandesa y quiz¨¢s el mejor jugador ambidiestro desde Andy Brehme. Y Robben ha tenido sus momentos. Se perdi¨® casi toda la primera fase debido a una lesi¨®n, y luego, contra Eslovaquia, rompi¨® hacia el centro desde la derecha y marc¨® con la izquierda. Todo el estadio sab¨ªa que iba a romper desde la derecha y que iba a tirar con la zurda, y aun as¨ª result¨® imparable, en parte porque parece capaz de cambiar de ritmo en cada zancada. Luego, pareci¨® atenazado por los nervios durante la mayor parte del partido de Uruguay, pero sus actuaciones especiales han estado bien. El hecho de que el Real Madrid se deshiciera de ¨¦l y de Sneijder el verano pasado resulta m¨¢s curioso cada d¨ªa. A¨²n as¨ª, Sneijder y alg¨²n que otro retazo de Robben no son suficientes para una gente criada con la gloria. No es sorprendente que Johan Cruyff haya renegado de Holanda y haya abrazado a Espa?a en su lugar, aunque seguramente los celos tuvieran algo que ver.
Pero los que se han quedado en Holanda no necesitan gloria esta vez. Los ¨ªndices de audiencia de los partidos del equipo nacional son siempre extraordinariamente altos, entre los m¨¢s altos del mundo con relaci¨®n a su poblaci¨®n, pero el partido de Uruguay bati¨® el r¨¦cord. Presuntamente 12,3 millones de holandeses, m¨¢s del 75% de la poblaci¨®n, vieron al menos parte del partido. Acto seguido bailaron en los carriles-bici. El ex seleccionador holand¨¦s Dick Advocaat, que fue a ver una sesi¨®n de entrenamiento en Johanesburgo al principio del campeonato, expres¨® el nuevo ¨¢nimo nacional: "Todo consiste en ganar. Si se consigue practicando un f¨²tbol de ataque, est¨¢ bien".
Los holandeses quieren que los Oranje venguen su propia tradici¨®n ganando el domingo. Por desgracia, el equipo seguir¨¢ probablemente la tradici¨®n y perder¨¢ su tercera final, esta vez frente a una gente que juega como sol¨ªan hacerlo los holandeses.
Simon Kuper es periodista del Financial Times especializado en temas futbol¨ªsticos y coautor del reciente libro ?El f¨²tbol es as¨ª!
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