Los legionarios se confiesan

Las vibrantes notas de T¨² eres Pedro envuelven el Vaticano. El sol se desploma sobre Roma. Benedicto XVI oficia con gesto desmayado ante 15.000 sacerdotes. Lucen h¨¢bitos de todas las ¨®rdenes. Se defienden del calor con gorros con los colores papales y publicaciones religiosas convertidas en improvisados abanicos. Muchos religiosos se desprenden del alzacuellos. Otros se arremangan. No todos. Un centenar de legionarios de Cristo no pierden la compostura. Son inconfundibles. Actitud recogida, sotana bien planchada, cuello almidonado, zapatos lustrados, pu?os con gemelos, breviario en piel, peinado con raya y fijador. Visten sobre el h¨¢bito el roquete, una elegante prenda eclesi¨¢stica de lino blanco. Uno de ellos descubre que las polvorientas sillas de la plaza de San Pedro est¨¢n dejando huellas blanquecinas sobre sus trajes talares. Alarma. Saca un paquete de pa?uelos del fondo de su sotana, distribuye entre sus compa?eros y limpian con ah¨ªnco los asientos. Ya tranquilos, se sumergen en sus oraciones.

"Somos como los futbolistas, si haces concesiones, pierdes"

"En 1950 solo ten¨ªan un sacerdote: Marcial Maciel; hoy, cerca de 1.000"

Marta Rodr¨ªguez: "Tras el esc¨¢ndalo hemos pasado de Disneylandia a la realidad"

"Suceder al fundador era un 'paquete' para m¨ª", dice el padre Corcuera

Ning¨²n legionario tiene un sueldo ni m¨¢s pertenencias que su crucifijo

Marcial Maciel hizo que sus legionarios huyeran del sexo opuesto

Para el padre Segura, "si eres gay no puedes ser Legionario de Cristo"

Les gusta repetir que ellos nunca aflojan. Seg¨²n el legionario Gabriel Gonz¨¢lez Zambrano, director del Instituto Sacerdos, en Roma, una instituci¨®n de la Legi¨®n que forma cada a?o a un centenar de sacerdotes de pa¨ªses en desarrollo en la disciplina de la congregaci¨®n: "Somos como los futbolistas, si haces concesiones, pierdes la fibra. Y eso est¨¢ pasando con los curas que hablan de eliminar el celibato. Aflojan. Tras el Concilio Vaticano (1962-1965) ya hubo en la Iglesia una ola de descontrol, confusi¨®n y experimentos raros. Los legionarios no hemos aflojado. Somos sacerdotes orgullosos de serlo. No queremos pasar desapercibidos".

Son la punta de lanza de la Iglesia m¨¢s conservadora. No se permiten concesiones. No pierden el tiempo. Es pecado. No tienen m¨¢s asueto que 20 minutos al d¨ªa. Y dos semanas de vacaciones al a?o en comunidad. En orden de batalla para instaurar el reino de Cristo. Su caza y pesca de fondos y vocaciones no se detiene. Tampoco su hambre de influencia. Una cuesti¨®n de poder en el seno de la Iglesia. En liza con las viejas ¨®rdenes religiosas y tambi¨¦n con los grupos neoconservadores alimentados por Juan Pablo II de cuyo elenco forman parte. Mientras los seminarios de las ¨®rdenes cl¨¢sicas se vaciaban tras su particular mayo del 68, los de la Legi¨®n colgaban el cartel de completo. En 1950 solo ten¨ªan un sacerdote, su fundador, Marcial Maciel; hoy, cerca de 1.000. Su estrategia corporativa ha sido crecer a toda costa. Copiando el ardor guerrero de los jesuitas y el elitismo del Opus Dei. Y a?adiendo una pizca de secretismo. Su objetivo siempre fue atraer a los "l¨ªderes del mundo"; como confirma un viejo legionario: "Maciel tuvo claro que ten¨ªamos que ir a la punta de la pir¨¢mide; a por los l¨ªderes naturales y econ¨®micos y, a trav¨¦s de nuestros colegios, a por sus hijos. La clave era influir. Y, te¨®ricamente, ayudar a los pobres a trav¨¦s de los ricos, como Robin Hood".

Han creado en solo 60 a?os un holding eclesial con 15 universidades y 48 m¨¢s en M¨¦xico para las clases populares; 177 colegios, 133.000 alumnos, 20.000 empleados, 3.450 sacerdotes y religiosos y un millar de consagradas (su rama femenina de religiosas sin h¨¢bito); un brazo laico, Regnum Christi, con 75.000 miembros divididos en c¨¦lulas; y una telara?a de seminarios, comunidades, institutos, casas de retiro y formaci¨®n, campamentos, clubes juveniles y de debate, medios de comunicaci¨®n y pisos en 45 pa¨ªses, de los que nueve colegios, dos escuelas infantiles y una universidad est¨¢n en Espa?a. "Diez legionarios trabajamos por 20 curas", profiere con orgullo el padre Flori¨¢n Rodero, un legionario irreductible. "Los curas progres piensan que tener un aspecto digno y distinguido nos separa del pueblo. Y yo les contesto que hay que estar con el pueblo, pero sin ser del pueblo. Hay que estar en tu sitio como sacerdote listo para defender a la Iglesia de la persecuci¨®n de la que es v¨ªctima por sus enemigos".

Eran los elegidos. Iban a salvar la Iglesia. Fueron el eficaz martillo de la Santa Sede contra la Teolog¨ªa de la Liberaci¨®n; activistas incansables contra el cond¨®n, el aborto, la eutanasia y la reproducci¨®n asistida (en la ¨²ltima d¨¦cada, a trav¨¦s de sus sesgadas c¨¢tedras de Bio¨¦tica); enemigos del matrimonio entre personas del mismo sexo; generosa fuente de financiaci¨®n para el Vaticano y, ante todo, la fiel caballer¨ªa ligera de Juan Pablo II para implantar su modelo de catolicismo: resistencia, reconquista y restauraci¨®n. La Iglesia como poder pol¨ªtico. La Legi¨®n creci¨® muy r¨¢pido. Ten¨ªa los pies de barro. Y un terrible secreto en su interior que tras d¨¦cadas de ocultamiento terminar¨ªa por estallar: su fundador, Marcial Maciel, nacido en M¨¦xico en 1921, era un farsante.

Marta Rodr¨ªguez, una consagrada de 30 a?os que ha hecho promesa de obediencia, pobreza y castidad y tiene un hermano legionario, rememora los fastos de la Legi¨®n de Cristo en noviembre de 2004, en el Vaticano, cuando Juan Pablo II celebr¨® los 60 a?os de profesi¨®n sacerdotal del fundador. Entre las frases de cari?o que el Papa le dedic¨® hubo perlas como esta: "Mi afectuoso saludo se dirige ante todo al querido padre Maciel, al que de buen grado acompa?o con mis m¨¢s cordiales deseos de un ministerio sacerdotal colmado de los dones del Esp¨ªritu Santo". Era la consagraci¨®n de la congregaci¨®n. "Estaba rodeada de 10.000 miembros del movimiento en audiencia privada con el Papa, todos con las bufandas amarillas del Vaticano, y pensaba, 'somos perfectos'. Juan Pablo II nos dec¨ªa: 'Se siente, los legionarios est¨¢n presentes'. Y te cre¨ªas lo mejor de la Iglesia. Pensabas, soy del Regnum Christi y qu¨¦ f¨¢cil es ser del Regnum Christi. Cuando a comienzos de 2009 el padre Luis Garza (el vicario y segundo de a bordo de la Legi¨®n) nos confes¨® la vida inmoral del Padre Maciel me pas¨¦ llorando tres d¨ªas y tres noches. Ya no era tan f¨¢cil ser del Regnum Christi. He pasado de Disneylandia a la realidad. Ahora nos toca cambiar. F¨ªjate Maciel, ?Un hombre que nos hablaba con tanta belleza de la castidad...!".

Cuando uno entra en el herm¨¦tico territorio de los legionarios, la primera tentaci¨®n es adivinar d¨®nde est¨¢n guardados los retratos del fundador. En qu¨¦ desv¨¢n se encuentran arrumbados. Desde la condena de Benedicto XVI a Maciel en mayo de este a?o han desaparecido. No est¨¢n detr¨¢s del sof¨¢ ni entre los estantes de la biblioteca. ?Los habr¨¢n quemado? Nadie parece saberlo. Han sido borrados de la faz de la Legi¨®n. Como aquellas viejas fotograf¨ªas del estalinismo de las que se iban evaporando los disidentes como si nunca hubieran existido.

Marcial Maciel, perfecto ejemplo de sacerdote durante d¨¦cadas para sus seguidores; due?o de vidas, mentes y haciendas, falleci¨® de c¨¢ncer en enero de 2008 en una discreta urbanizaci¨®n de Jacksonville (Florida, EE?UU), 20 meses despu¨¦s de haber sido apartado por Benedicto XVI de la pr¨¢ctica p¨²blica del sacerdocio por haber abusado sexualmente de 20 seminaristas. Nunca hubo juicio. El nuevo Papa hizo borr¨®n y cuenta nueva ampar¨¢ndose en la avanzada edad del reo, 84 a?os. Bastante duro hab¨ªa sido ya para Joseph Ratzinger sacar adelante la investigaci¨®n de la Iglesia contra Maciel que Juan Pablo II y su entorno (principalmente su n¨²mero dos, el cardenal Angelo Sodano, viejo amigo del dictador chileno Augusto Pinochet e ¨ªntimo de Maciel) hab¨ªan congelado durante una d¨¦cada. Los abusos sexuales apenas representaban el primer cap¨ªtulo de la extensa biograf¨ªa de cr¨ªmenes de Maciel que se ir¨ªan conociendo en los meses siguientes. Y que obligar¨ªa al Papa a destapar la olla de la legi¨®n y ordenar una auditor¨ªa de la congregaci¨®n a nivel mundial a cargo de cinco obispos. Tras recibir los resultados y reunirse con los visitadores, la declaraci¨®n de la Santa Sede del pasado 1 de mayo sobre la vida y las obras de Maciel conclu¨ªa sin pa?os calientes: "Los comportamientos grav¨ªsimos y objetivamente inmorales del padre Maciel, confirmados por testimonios incontrovertibles, se configuran, a veces, en aut¨¦nticos delitos y manifiestan una vida carente de escr¨²pulos y de verdadero sentimiento religioso". Ante la gravedad de los hechos, el Papa ha ido m¨¢s lejos de la pura ret¨®rica y ha intervenido la congregaci¨®n a trav¨¦s de un delegado al que ha otorgado plenos poderes religiosos, jur¨ªdicos y econ¨®micos para deshacer su madeja ideol¨®gico/financiera. La maquinaria vaticana se encuentra en la disyuntiva de disolver, refundar o simplemente reformar la orden. Cualquier posibilidad se contempla. El derecho can¨®nico le otorga al Papa poder absoluto sobre las ¨®rdenes religiosas. Lo confirma un catedr¨¢tico de Derecho Can¨®nico que pide anonimato: "Si se disolviera el citado instituto, sus bienes pasar¨ªan a ser administrados por la Santa Sede. El Papa es un monarca absoluto y puede tomar las?decisiones que considere oportunas". Los legionarios contienen la respiraci¨®n.

"Ratzinger y Maciel nunca se entendieron", explica un sacerdote sexagenario que abandon¨® la Legi¨®n hace una d¨¦cada. "El Papa es un hombre t¨ªmido, reflexivo, un te¨®logo. Y Maciel ten¨ªa la m¨ªnima formaci¨®n teol¨®gica; era un hombre de pueblo hecho a s¨ª mismo; un seductor; un actor con una presencia imponente ante el p¨²blico. Para Maciel, la Legi¨®n, su obra, era una obsesi¨®n, un fin en s¨ª mismo. Estaba pose¨ªdo por su misi¨®n. Era lo ¨²nico importante para ¨¦l. M¨¢s importante que el Evangelio. Nada le hubiera apartado de esa misi¨®n, ni los ni?os, ni las drogas. Una vez me dijo: "Yo ir¨¦ al infierno... y la Legi¨®n... lo que dios quiera".

Dos a?os y medio despu¨¦s de su muerte, la mayor¨ªa de los legionarios no niegan los delitos de Maciel. Una actitud novedosa en la Legi¨®n, que durante d¨¦cadas defendi¨® a capa y espada la inocencia de su fundador ante las peri¨®dicas denuncias de pedofilia, vida disoluta y adicci¨®n a las drogas que desde 1997 aparec¨ªan en los medios de comunicaci¨®n, atribuy¨¦ndolas a un complot de los enemigos de la Iglesia. Maciel era un m¨¢rtir. Eso ha cambiado. Nadie niega sus culpas. Aunque muchos las asumen con la boca peque?a; minimizan sus tropel¨ªas como un misterio que solo Dios entiende. Seg¨²n ellos, Maciel era d¨¦bil, pero hizo cosas buenas. Su ideario est¨¢ vigente. "Dios escribe recto con renglones torcidos". "Aunque el tronco estuviera podrido, las ramas son frescas y buenas". "No juzgu¨¦is y no ser¨¦is juzgados". Reflexiones sin salida que esgrimen algunos entrevistados. Esos que conf¨ªan que cambiando algo nada cambie. Sin embargo, cuando se pregunta a uno de los hombres fuertes de la Legi¨®n sobre los cr¨ªmenes de Maciel, no le queda m¨¢s remedio que tragar: "No queda nadie en la Legi¨®n que piense que esas acusaciones son mentira. Los abusos a seminaristas est¨¢n comprobados. Tambi¨¦n que tuvo tres hijos de dos mujeres, aunque no tenemos la seguridad de que todos los que lo dicen lo sean. Est¨¢ comprobado que tuvo una doble vida; que jug¨® con diversas identidades y ten¨ªa varios pasaportes; y desv¨ªo fondos. Luego est¨¢ el tema de si viol¨® a sus hijos, si era adicto a los opi¨¢ceos y el lavado de dinero... Pero lo que realmente hay que determinar es si la Legi¨®n era para ¨¦l una tapadera o si sirve a la Iglesia. Yo creo que la Legi¨®n tiene sentido. No me puedo explicar por qu¨¦ Dios eligi¨® ese instrumento, a Maciel, para crearla. Pero no olvide que el autor es Dios".

-?Me lo puede explicar?

-Dios fue el artista; Maciel, el pincel, y la Legi¨®n, la obra de arte.

?lvaro Corcuera, un sacerdote mexicano de 52 a?os, licenciado en Ciencias de la Educaci¨®n y emparentado con la familia ducal de Medinaceli, fue elegido director general de la congregaci¨®n tras el inesperado abandono del cargo por Maciel en enero de 2005. Corcuera no concede entrevistas. Le encontramos en los jardines de la sede de la Legi¨®n, en Roma, a espaldas del Vaticano, rezando el rosario. Saluda con afecto. Adopta expresi¨®n de sorpresa. Accede, "pero les ruego perfil bajo, me lo ha pedido el Papa". Viste una impecable guayabera blanca, esa camisa ligera de origen cubano que los legionarios usan durante el verano. Corcuera tiene fama de templagaitas. De quedar bien con todo el mundo. De ir de perfil. Es un tipo astuto, refinado y muy preocupado por su forma f¨ªsica. Como manda la Legi¨®n. "Esta tarde a las cuatro tengo partido de front¨®n porque se me est¨¢n poniendo kilos aqu¨ª", y se palpa la cintura. El puesto le viene grande. Posiblemente fue el hombre de paja de Maciel para seguir influyendo en la Legi¨®n ante la retirada forzada del fundador. Corcuera lo niega: "Mi elecci¨®n fue limpia".

En su fr¨ªo y desnudo despacho anejo a su celda, delante de una Coca-Cola Light, el padre Corcuera reconoce que nunca aspir¨® a ocupar el trono de Maciel: "Yo era rector del seminario de Roma y era feliz. Me gusta la ense?anza. Suceder al fundador era un paquete. Si hubiera sabido lo que iba a venir me hubiera dado un infarto. Fue una sorpresa que Maciel no aceptara la reelecci¨®n. Hoy no descarto que la Santa Sede le indicara que abandonara la direcci¨®n general viendo lo que se avecinaba. Juan Pablo II mor¨ªa solo unos meses despu¨¦s. Y la investigaci¨®n a partir de las denuncias de pederastia de los antiguos seminaristas iba adelante. Una investigaci¨®n de la que la Santa Sede nunca nos inform¨®. Me enter¨¦ de la sanci¨®n de 2006 a Maciel 10 minutos antes de que se hiciera p¨²blica. No he tenido m¨¢s informaci¨®n que el resto de los legionarios. No sabemos lo que va a pasar".

-?No sab¨ªa nada de las andanzas del padre Maciel?

-Era imposible entrar en su vida. Era muy reservado. En sus viajes, quehaceres; en su habitaci¨®n no entraba nadie. No usaba despacho. Hac¨ªa las reuniones de paseo. Viajaba continuamente. Las decisiones las tomaba ¨¦l sin consultar con nadie.

-Pero usted era una persona cercana...

-Entiendo las sospechas de la gente. Y le garantizo que no ten¨ªa ni idea. Si hubiera sospechado habr¨ªa investigado m¨¢s. Pero Maciel era muy privado; nadie le preguntaba en qu¨¦ gastaba. Un fundador es una figura destacada dentro de cualquier congregaci¨®n: todos tienen un santo. A este se?or nadie le cuestionaba nada. Y nos cost¨® admitirlo. Y le aseguro que ya no podemos reconocer al padre Maciel como modelo cuando sabemos que llev¨® a cabo actos terribles. Pero nos ha costado much¨ªsimo reconocerlo, porque ese perfil de ahora no coincide con lo que nosotros experimentamos, vimos y escuchamos del ¨¦l.

Sobre el papel, Maciel cre¨® un perfecto modelo de vida religiosa. Amor, obediencia, pobreza, castidad. Sacerdotes ejemplares. Caballeros a la antigua. Capaces de compartir mesa con los poderosos. Los bienhechores. Y llev¨¢rselos al huerto. As¨ª conquistaron a lo largo de su trayectoria a tres Papas; muchos obispos y cardenales; varios dictadores, y los hombres m¨¢s ricos del mundo. Aunque fuera a base de halagos, alabanzas, jamones o sobres con efectivo, el gran arma de seducci¨®n de Maciel en la curia.

En Espa?a, Maciel disfrut¨® desde su llegada en 1946 del apoyo de la dictadura de Franco, que le recibi¨® en tres ocasiones. De sus ministros m¨¢s poderosos. Y de las grandes familias del r¨¦gimen. Un viejo legionario recuerda aquellos primeros pasos: "En los a?os sesenta el comunismo se colaba en Europa. Hab¨ªa sacerdotes guerrilleros. Y a nuestros seminaristas les insultaban en Roma por llevar sotana. Nos propusimos salvar a la iglesia del marxismo. Cuando los jesuitas optaron por los pobres a finales de los sesenta y se alejaron de los ricos, que hab¨ªan sido su clientela durante siglos, las grandes familias franquistas se sintieron traicionadas, se volvieron hacia nosotros y comenzamos a pescar en ese caladero. Ignacio Mar¨ªa de Oriol y Urquijo fue nuestro primer apoyo. Nos dio casas, fincas, autobuses. Cinco de sus hijos y un sobrino entraron en la Legi¨®n. Dijo a las grandes familias vascas que nos apoyaran. Veneraban a Maciel. Le llamaban nuestro padre. La mujer de Oriol, Malen Mu?oz, me dijo una vez: 'Si quieres conocer a alguien que os convenga, me lo dices y te lo pongo a tiro'. Por donde sal¨ªan los jesuitas entr¨¢bamos nosotros".

Maciel siempre se llev¨® bien con la derecha. En Espa?a, el primer Gobierno del Partido Popular en la comunidad de Madrid, en 1995, le sirvi¨® de grupo de presi¨®n (mediante el apoyo entusiasta de Gustavo Villapalos y Jos¨¦ Mar¨ªa Michavila) para montar su universidad en Madrid, la Francisco de Vitoria. Daniel Sada, de 48 a?os, el hombre con corbata de la Legi¨®n en Espa?a y hoy rector de esa universidad, llegar¨ªa a ser asesor personal de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar en la Moncloa para asuntos de voluntariado, ONG y familia. Y lo que es casi tan importante, consejero personal de Ana Botella en los proyectos humanitarios de la segunda dama. "En cuanto Ana conoci¨® a Daniel, se lo apropi¨®. ?l es un activista. Ana estaba muy cerca de sus ideas y, adem¨¢s, su hermana Macarena Botella ya estaba en el entorno de los legionarios. Sada ayud¨® mucho a Ana en las ONG que mont¨®. Hoy, Macarena es directora de Relaciones Institucionales de la Francisco de Vitoria, y?la mujer de ?ngel Acebes, Ana P¨¦rez Mart¨ªn, directora de la carrera de Enfermer¨ªa. Zaplana tambi¨¦n les ayud¨® cuando era presidente de la Comunidad Valenciana. Con el PP en el poder, los legionarios consiguieron acceso al Gobierno. Y eso se traduc¨ªa en influencia y subvenciones", explica un antiguo miembro del Gabinete de Aznar.

Sin embargo, ninguno de los 3.450 legionarios de Cristo recibe un sueldo ni tiene m¨¢s pertenencias que su crucifijo. Viven en comunidades estancas. Desde que "toman el uniforme", sus bienes pasan a poder de la congregaci¨®n. Si su familia, con la que solo se pueden comunicar una vez al mes, les regala un reloj o un ordenador, el superior los recoge y dispone de ellos. A los 15 a?os de vida religiosa entregan la mitad de su herencia a la Legi¨®n; a los 25 pasan a la propiedad de la congregaci¨®n "todos sus bienes presentes y futuros". Ese dinero es inyectado en fondos de inversi¨®n, como el Integer Ethical Fund, una Sicav domiciliada en Luxemburgo cuyos intereses alimentan la expansi¨®n de la Legi¨®n, "aunque por delicadeza no disponemos de ellos, solo de su usufructo, hasta que muere el sacerdote", explica Evaristo Sada, de 49 a?os, secretario general y primer ejecutivo de la congregaci¨®n.

La pobreza es una obsesi¨®n en la Legi¨®n. Sus responsables remachan a cada paso que damos que sus miembros viven en penuria, negando as¨ª las informaciones que atribuyen a la congregaci¨®n una fortuna de 25.000 millones de euros resguardados en para¨ªsos fiscales. "La mayor parte de nuestro patrimonio son los terrenos y los inmuebles de nuestros centros educativos. Es un gran patrimonio, pero no vamos a vender".

El control del dinero de la Legi¨®n est¨¢ en manos de ?lvaro Corcuera y, sobre todo, de su hombre en la sombra: el padre Luis Garza, un brillante ingeniero por Stanford perteneciente a una de las grandes familias industriales de M¨¦xico. As¨ª lo confirma Ren¨¦ Lakenau, un empresario mexicano de 57 a?os que preside Integer, el opaco grupo de seglares que asesora a la congregaci¨®n en sus asuntos terrenales: "Somos un equipo profesional que les ayuda en la elaboraci¨®n de presupuestos, contrataci¨®n, recursos humanos, en temas educativos; somos el soporte de sus obras; pero en asuntos de dinero, los padres tienen el control. El dinero se maneja de forma centralizada desde la direcci¨®n general. Ah¨ª no entramos. El desv¨ªo de fondos del padre Maciel no pas¨® por m¨ª. Los Legionarios tienen buenos amigos que les aconsejan con el dinero".

En todos los seminarios y comunidades que hemos visitado en Italia y en Espa?a sus superiores afirman invariablemente estar a dos velas. Algo que contrasta con el aspecto inmaculado de sus propiedades. Todos los edificios est¨¢n situados en buenos barrios y son amplios, di¨¢fanos y agradables; silenciosos y minimalistas; no hay una mota de polvo; los muebles son sencillos, pero de buen gusto; los suelos est¨¢n pulidos como espejos, el jard¨ªn, bien segado y cultivado. A los caminos de grava no les falta una china, y?en el cuarto de ba?o de invitados un mont¨®n de toallas blancas perfectamente dobladas aguardan para secar las manos. Sobre la piscina no flota ni una hoja y el c¨¦sped del campo de f¨²tbol parece un green de golf. En sus capillas, en penumbra, rezan seminaristas est¨¢ticos como figuras de porcelana.

El seminario de Salamanca, con 150 estudiantes y 20 formadores, recibe de la direcci¨®n general un euro por persona y d¨ªa. Para completar ese presupuesto, la comunidad tiene que buscarse la vida; es la tradici¨®n: desde recaudar entre bienhechores ("al principio te da verg¨¹enza, pero luego te acostumbras") hasta consumir productos desechados por las grandes superficies comerciales. En el g¨¦lido invierno salmantino la calefacci¨®n nunca funciona. Los yogures est¨¢n caducados y se descansa poco. El ejercicio f¨ªsico es propio de un marine. Los seminaristas juegan al f¨²tbol con la misma convicci¨®n con la que rezan. Un ex legionario de 42 a?os afirma que es una forma descarada de programaci¨®n del individuo.

La comida que compartimos con ellos en Salamanca es sencilla e insulsa. Pobre, pero digna. Un veterano legionario incide en esa idea de exaltaci¨®n heroica de la pobreza en la congregaci¨®n: "Los de abajo nunca vemos un duro. La man¨ªa en la Legi¨®n siempre ha sido que vayas justo de dinero; vas de viaje y no te llega para el hotel. Toda la vida nos han dado menos dinero del que necesitamos y tienes que presentar un recibo de cada gasto. Eso contrasta con la vida que llevaba Maciel, al que nadie le ped¨ªa explicaciones. Viajaba en primera, en la TWA, porque ah¨ª coincid¨ªa con los l¨ªderes, y nos parec¨ªa normal. Iba a los mejores hoteles y ten¨ªa un Mercedes, y nos parec¨ªa normal. Ven¨ªa a Salamanca y si no le gustaba la comida encargaban un bistec a un restaurante. Viv¨ªa a otro nivel". Para un legionario de la generaci¨®n de los ochenta, "de acuerdo, aun suponiendo que el padre ?lvaro y el resto de la c¨²pula no supieran las peores cosas de Maciel, deber¨ªan haberse dado cuenta de que no era un modelo de vida religiosa (perd¨ªa el tiempo, le gustaba la buena vida, el confort, era desp¨®tico); y aun as¨ª consintieron en crear una imagen falsa y?heroica de ¨¦l (que nosotros cre¨ªmos), y ahora no hacen nada por adaptarse a la intervenci¨®n del Papa. Lo que ten¨ªamos que hacer es salir al encuentro de las v¨ªctimas de la pedofilia y el abuso de poder; reconocer nuestros errores y disponernos a una refundaci¨®n en serio.

-?Su visi¨®n de las cosas est¨¢ muy extendida entre sus compa?eros legionarios?

-Hay de todo. Algunos sacerdotes se est¨¢n saliendo durante el verano o tomando distancia para ver si las cosas cambian con el delegado del Papa. Otros simplemente esperan. Por pa¨ªses, los americanos son muy cr¨ªticos de c¨®mo se han llevado las cosas y c¨®mo nos han mentido los superiores; son muy legalistas, ven en la pedofilia un delito, como falsificar pasaportes, que merece una condena, y no entran en disquisiciones morales. En Espa?a hay sacerdotes muy quemados, y?a alguno que sab¨ªa algo de Maciel lo mandaron al exilio. En M¨¦xico, donde la Legi¨®n es poderos¨ªsima y donde m¨¢s se daba el culto a la personalidad del fundador, es donde m¨¢s se juega al doble lenguaje y al enga?o. Entre los mexicanos, la mentira y la ambig¨¹edad son t¨¢cticas normales para hacer el bien. Y nuestros seminaristas no se enteran de la fiesta.

Maciel hizo que sus legionarios no tuvieran nada, no supieran nada, no ambicionaran nada, que olvidaran a sus familias ("el que mira atr¨¢s no vale"). Y que huyeran del sexo opuesto. El ex legionario sexagenario describe esa conducta: "Yo desde el principio detect¨¦ que Maciel era un hombre con un problema sexual. Era un inmaduro. Tem¨ªa al sexo. Y eso se nota en las normas que fij¨®. En Maciel hab¨ªa un rechazo a la sexualidad y, al tiempo, una sexualidad desatada. Es un caso de estudio". Seg¨²n el estricto reglamento redactado por Maciel (a¨²n vigente), los legionarios deben salir siempre de dos en dos. Y de sotana o impecable terno cruzado negro con alzacuellos. Es su coraza. No pueden escribir a una mujer; pasear, fotografiarla, viajar ni convivir con ella; tampoco estar a solas ni visitarla en su domicilio (a no ser que se est¨¦ muriendo). Tienen prohibido asistir a espect¨¢culos, desde encuentros deportivos hasta la ¨®pera o el ballet; presenciar pel¨ªculas si son "fr¨ªvolas o sensuales". No pueden poseer libros, ni?radio ni televisor. Y leer ¨²nicamente la prensa que autorice su superior (en Salamanca, La Raz¨®n). Su correo est¨¢ intervenido. El que env¨ªan y el que reciben. Para defenderse de las tentaciones de la carne, Maciel les recomendaba "el descanso, la contemplaci¨®n de la naturaleza, la programaci¨®n del tiempo y la huida de la improvisaci¨®n y la ociosidad". Le pregunto al padre Miguel Segura, valenciano, de 39 a?os, rector de la comunidad de Roma, maestro de novicios, f¨ªsico de nadador y uno de los hombres m¨¢s influyentes de la Legi¨®n, qu¨¦ tiene que hacer un seminarista si todo eso le falla:

-?Le autorizar¨ªa a que se infligiera castigos f¨ªsicos para vencer la tentaci¨®n?

-Para empezar, si tienes una sexualidad descontrolada no puedes entrar en la Legi¨®n. Aqu¨ª hay que vivir sanamente, y si aprieta, yo recomiendo amistad, deporte y descanso. Si esa persona es homosexual, le aconsejar¨ªa que abandonara la Legi¨®n. Si eres gay no puedes ser legionario; no puedes ser sacerdote; no puedes vivir la castidad rodeado de hombres. En cuanto a los cilicios y azotarse... son muestra vanidad. Yo aconsejo que se levanten antes, ayunen, se den ba?os fr¨ªos... que no pongan en peligro su integridad f¨ªsica.

La tercera clave en la Legi¨®n es la obediencia. El control absoluto sobre el individuo. "Te convencen de que debes a la Legi¨®n fidelidad y lealtad. Y terminas por asimilar que ese es tu camino. La abnegaci¨®n no es no comer, sino que te niegues tu criterio y voluntad. La Legi¨®n est¨¢ por encima de uno. Es la imitaci¨®n de Cristo. La cuesti¨®n no es que te manden a limpiar el comedor; la cuesti¨®n es que creas que es lo mejor que te puede pasar. Nunca te atreves a hacer la menor cr¨ªtica de un superior. Si hac¨ªas la menor observaci¨®n, el padre Maciel terminaba por enterarse. Ten¨ªamos los dos votos secretos (que aboli¨® en 2007 Benedicto XVI para facilitar el trabajo de sus visitadores): no criticar a los superiores y no aspirar a sus cargos. Era su t¨¢ctica para que nadie abriera la boca. Los superiores eran tus confesores. Te ten¨ªan en un pu?o. Maciel te llamaba a cap¨ªtulo y sacaba una hoja de la sotana y ten¨ªa apuntado todo lo que hab¨ªas dicho. La red de chivatos era tremenda", explica el sacerdote que abandon¨® la Legi¨®n. "Por eso entre nosotros hay un doble lenguaje; para que no te pillen dices lo contrario de lo que quieres decir; es una esquizofrenia constante", explica otro legionario en filas.

La norma es que los que mandan tienen raz¨®n. Un legionario cr¨ªtico con el sistema afirma que "los superiores son expertos en la ambig¨¹edad; todo lo presentan como voluntad de Dios, sin razonarlo seriamente, y nosotros hemos entrado a ese juego como ni?os". No todos piensan igual. Un seminarista rebate esa idea con la doctrina macielista en la mano: "Mi superior representa la autoridad de Cristo en la Tierra". Para un tercero: "Esto es como el ajedrez, tenemos unas normas estrictas de juego que no te puedes saltar, y las aceptas, pero luego eres libre jugando", explica el padre William Brock, de 60 a?os, formador de novicios desde hace 27; un tipo simp¨¢tico y abierto con aspecto de viejo jugador de f¨²tbol americano; "esto tiene reglas, pero tambi¨¦n libertad de movimientos".

Es complicado saber a qu¨¦ llama el padre Brock "libertad de movimientos". En la Legi¨®n todo est¨¢ regulado. Desde el atuendo (distinguido) al modelo de reloj (sin adornos y con correa negra); desde el tiempo que un sacerdote debe rezar al d¨ªa (tres horas) y lavarse los dientes (tres veces) hasta la forma de comer los espaguetis (cort¨¢ndolos, nunca enroll¨¢ndolos en el tenedor) o la longitud de las patillas (por la mitad de la oreja). Algo extensible a su movimiento seglar, el Regnum Christi, donde el manual redactado por Maciel orienta al mil¨ªmetro la vida de sus miembros; sus amistades, pr¨¢ctica espiritual, noviazgo, sexualidad, forma de vestir, decoraci¨®n de la casa, esp¨ªritu laboral (ya sean periodistas, m¨¦dicos o ministros), educaci¨®n de los hijos, caza de fondos y pesca de vocaciones. Maciel llega a aconsejar a sus seguidores la inclusi¨®n de la congregaci¨®n "en el propio testamento".

A finales de 2005, la c¨²pula de la Legi¨®n, capitaneada por Corcuera, Garza y Sada, descubri¨® que Maciel ten¨ªa una hija de 18 a?os. Y una mujer. Le acompa?ar¨ªan durante largos periodos en sus ¨²ltimos a?os. Har¨ªan exigencias econ¨®micas y de organizaci¨®n de la vida del ya anciano y senil Maciel y pernoctar¨ªan en casas de retiro de la congregaci¨®n. En una de ellas, en Cotija (M¨¦xico), saltar¨ªa la liebre. "La chica y su madre, que pens¨¢bamos que eran sus parientes, resulta que eran su hija y su mujer". Conmoci¨®n. Los dirigentes legionarios no se lo comunicar¨ªan a sus subordinados hasta tres a?os m¨¢s tarde. ?Por qu¨¦? Corcuera contesta: "Tuvimos que asimilarlo y luego explic¨¢rselo personalmente a cada uno de los sacerdotes, y se nos pas¨® el tiempo". A lo largo de 2006, 2007 y 2008, los miembros del movimiento tuvieron que soportar la continua humillaci¨®n del goteo de informaciones sobre los cr¨ªmenes de su fundador. A¨²n le defender¨ªan contra viento y marea. Lo llevaban en la sangre y el cerebro. "Los superiores nunca nos daban toda la informaci¨®n; nos contaron lo de la hija cuando ya hab¨ªa salido en The New York Times, pero no lo de la pederastia; siempre se guardaban algo". Con esos antecedentes, muchos legionarios se sienten estafados. La demanda legal de dos hijos de Maciel contra la congregaci¨®n, a?la?que?acusan?de?consentir?los?abusos sexuales?perpetrados?por? el fundador contra ellos cuando eran menores, ha sido la ¨²ltima gota. Est¨¢n dispuestos a que el Papa llegue hasta el final en la depuraci¨®n de la congregaci¨®n. Las compuertas se han abierto. Los legionarios han comenzado a hablar.

Comer en la Ostaria Schiavi Falas de Roma junto a tres intelectuales de la Legi¨®n, los padres Barraj¨®n, Villagrasa y Aguilar, supone presenciar un encendido debate entre distintos modos de concebir el futuro de la orden: desde la tibieza hasta la revoluci¨®n. Charlar con las consagradas, las religiosas de la Legi¨®n, que algunos medios han descrito como "las esclavas de Maciel"; las grandes olvidadas; relegadas durante d¨¦cadas a tener menos formaci¨®n intelectual y teol¨®gica, menos autonom¨ªa, atribuciones, presencia, opini¨®n y margen de maniobra que sus compa?eros sacerdotes, supone tambi¨¦n un alegato a favor de que las cosas cambien. "Esta herida no se puede cerrar en falso", dicen.

Cualquiera que sea la decisi¨®n de Benedicto XVI sobre el futuro de la Legi¨®n, la congregaci¨®n nunca volver¨¢ a ser la que fue. Afortunadamente. La traici¨®n del fundador ha hecho caer el muro de hermetismo que la rodeaba. Los ¨²ltimos dos a?os de Maciel fueron el amargo peregrinar de un anciano derrotado al que algunos obispos no quer¨ªan ni ver en sus di¨®cesis. Muri¨® rodeado de un pu?ado de fieles. El padre Alfonso Corona, que le cuid¨® hasta el final, describe una muerte pl¨¢cida y piadosa. Otra fuente afirma que el padre Luis Garza le describi¨® de forma muy distinta la agon¨ªa de Maciel: "Algunos de los presentes detectaron una atm¨®sfera extra?a, estilo demoniaco...".

Juan Pablo II y Marcial Maciel se vieron por ¨²ltima vez el 30 de noviembre de 2004. En esas mismas fechas, el entonces cardenal Ratzinger acababa de reactivar el sumario por pederastia contra el fundador de la Legi¨®n. Cuatro meses m¨¢s tarde fallec¨ªa Wojtyla y Ratzinger acced¨ªa al trono de San Pedro. La ¨²ltima fotograf¨ªa de Juan Pablo II y Maciel muestra a un Papa moribundo acariciando la frente de su viejo amigo. Era una despedida. Maciel ya nunca ser¨¢ santo. Wojtyla, probablemente, tampoco.