Precisamente

Yo cre¨ª que no est¨¢bamos tratando de si Alberti era m¨¢s o menos famoso o mejor o peor escritor, sino de su actuaci¨®n en la guerra civil (penosa seg¨²n los testimonios de Juan Ram¨®n Jim¨¦nez, Cansinos, Koltsov, Herbst o Morla, entre otros, que lo trataron) o de su poes¨ªa de guerra ("de la que es mejor no hablar", en palabras del tambi¨¦n exiliado Ram¨®n Gaya), cuestiones que Benjam¨ªn Prado vuelve a eludir. Nada m¨¢s. Y, s¨ª, me alegra saber por ¨¦l que fue el primero en circular el percance Alberti-Hern¨¢ndez, porque eso solo quiere decir que fue el primero en contar en p¨²blico lo que se le confi¨® en la intimidad, con alguna otra historia, m¨¢s triste a¨²n y por suerte, esta s¨ª, in¨¦dita, y que lo hizo sin el consentimiento de Alberti, ya muerto. Y vuelvo a estar de acuerdo con Prado en que es una canallada acusar sin pruebas a alguien de ser "un asesino o c¨®mplice de asesino", lo que nos deja a todos lejos de cualquier sospecha: fue el propio Alberti quien se manifest¨® orgulloso de ser amigo de Stalin, acaso el mayor asesino de la historia, y como a tal, como amigo y c¨®mplice, le rindi¨® pleites¨ªa y lo lo¨®. ?Qu¨¦ pensar¨ªamos de quien se hubiese conducido con Hitler como Alberti se condujo con Stalin? De esto precisamente, del totalitarismo, que tanto asegura Prado que le ha divertido de mi art¨ªculo, es de lo que cre¨ªa que est¨¢bamos hablando.