"Llegu¨¦ a pensar que era una persona despreciable"
Sin¨¦ad O'Connor regresa plet¨®rica de autoestima. Con 43 a?os, y madre de cuatro hijos, es todav¨ªa una iconoclasta. Hablamos con el azote del Vaticano en v¨ªsperas de su gira ac¨²stica por Espa?a.
Hace ahora justo veinte a?os, la irlandesa Sin¨¦ad O'Connor (Dubl¨ªn, 1966) se convirti¨® en una de las voces m¨¢s populares del planeta con su interpretaci¨®n, a l¨¢grima viva, de un tema apenas conocido de Prince: Nothing compares 2U. Desde entonces ha encadenado pol¨¦micas destructivas, discos solo regulares, rumores sobre su lesbianismo y dos enfermedades graves: fatiga cr¨®nica y trastorno de bipolaridad. Nada de ello, milagrosamente, le ha hecho descarrilar. "Aunque me consideran controvertida en lo personal y l¨ªrica en lo art¨ªstico, nada me define mejor que el coraje", presume, con verbo lac¨®nico pero contundente, desde su domicilio dublin¨¦s.
Ha vuelto, no cabe duda. Y regresa como nos ten¨ªa acostumbrados: con tanto car¨¢cter y temperamento como capacidad para comportarse de manera impredecible. Su reaparici¨®n se materializar¨¢ a fin de mes en la Pen¨ªnsula con una minigira de conciertos ac¨²sticos ("me gusta este formato porque no tienes que pegar unos gritos tremendos frente al micr¨®fono para hacerte o¨ªr") en Madrid, Valladolid y Girona. Adem¨¢s, ?albricias!, ha comenzado a registrar junto a Marco Pirroni (Adam and the Ants) un nuevo ¨¢lbum que ver¨¢ la luz en los primeros compases de 2011. "Tiene muy buena pinta. A¨²n estamos grabando maquetas, pero la cosa promete", se atreve a vaticinar.
"Si fuera Dios, escuchar¨ªa m¨²sica rasta"
Hubo un tiempo, a mediados de la d¨¦cada pasada, en que la industria musical consider¨® irreversible la retirada de O'Connor. "Y es cierto que lo pensaba, pero ya no", admite al otro lado de la l¨ªnea telef¨®nica. "Adem¨¢s, mis hijos echan pestes de mis guisos, as¨ª que se ponen content¨ªsimos cuando les digo que me voy a trabajar...".
Solo la abundancia de la prole ?us v¨¢stagos tienen tres, seis, 14 y 23 a?os?le impide intensificar su actividad art¨ªstica, pero por primera vez en mucho tiempo se la intuye confiada en sus posibilidades. "Me arrepiento de haber tenido tantas veces la autoestima muy baja", se sincera. "La publicidad negativa me hizo pensar que era una persona despreciable. Y no. Me duele no haberme dado cuenta antes de lo absoluta e incre¨ªblemente maravillosa que soy". Y el auricular transmite por primera vez una sonora carcajada.
Sin¨¦ad ya no rompe fotos papales frente a las c¨¢maras de televisi¨®n ni emite discursos ambiguos sobre el papel del IRA en la historia irlandesa, pero sigue sin crecerle un solo pelo en la lengua. Su principal caballo de batalla es hoy la pederastia en el seno de la Iglesia cat¨®lica. "Durante d¨¦cadas se ha cometido el crimen de encubrir los abusos", protesta, "y ahora el Vaticano intenta ocultar ese encubrimiento. La jerarqu¨ªa vaticana tendr¨ªa que dimitir y jubilarse, y la justicia deber¨ªa emprender una investigaci¨®n en toda regla contra Juan Pablo II y el Papa actual. Quienes dirigen la iglesia no parecen obrar con la conciencia de que Dios les est¨¢ viendo".
Heterodoxa incorregible, Sin¨¦ad O'Connor distingue "entre Dios y religi¨®n", se confiesa interesada "por las Sagradas Escrituras y el Esp¨ªritu Santo" y ha encontrado una vigorosa fuente de inspiraci¨®n en el movimiento rastafari. "De ni?a, la m¨²sica religiosa en Irlanda me parec¨ªa cursi y bochornosa. El enfoque jamaicano de esta m¨²sica es mucho m¨¢s vivo, prof¨¦tico. Si yo fuera Dios, preferir¨ªa escuchar discos de m¨²sica rasta. Los c¨¢nticos cristianos aburren a las ovejas". Su afecci¨®n a la causa es tal que, tras un cuarto de siglo cantando, considera como el momento cumbre de su carrera "cuando unos ancianos rastafaris vinieron en Kingston al estudio a escuchar mi disco Throw down your arms y se pusieron a llorar. Eran hombres octogenarios de l¨¢grimas incontenibles. Fue muy emotivo".
Dice ser "una mujer muy ahorradora", lo que le est¨¢ permitiendo bandear la crisis, aunque ha tenido que prestarle dinero "a bastantes amigos". Ahora mismo le aterra, sobre todo, el clima social que se respira en su pa¨ªs. "La gente est¨¢ perdiendo sus casas y sacando a los ni?os de los colegios. Los Gobiernos rescatan a los bancos, pero al hombre de la calle no lo rescata nadie". Los felices tiempos del tigre celta, como se dio a conocer la eclosi¨®n irlandesa de una d¨¦cada atr¨¢s, han tornado en pesadilla.
Ella seguir¨¢ luchando en todos los frentes, promete: con su verbo flam¨ªgero, banderas como el posfeminismo ("tengo tres hijos varones y no me considero una feminista radical, ni de lejos"), la cabellera rapada y las canciones de los tiempos gloriosos. Que nadie se inquiete: Nothing compares 2U pervive en el repertorio, aunque haya eclipsado otras composiciones y Sin¨¦ad no guarde la mejor opini¨®n sobre su autor. "Prince y yo solo nos hemos visto una vez", revela, "pero... digamos que no nos ca¨ªmos demasiado bien. Con todo, le debo mucho a ese tema. Ser¨ªa est¨²pida si no le estuviera agradecida". En cuanto a los cr¨¢neos femeninos afeitados, solo se le ocurre disculparse en un tono casi travieso. "Supongo que tendr¨¦ un poquito de culpa en que algunos cientos o miles de mujeres adoptaran esa est¨¦tica, pero no lo s¨¦. Tampoco tengo ni idea de si he influido a otras int¨¦rpretes musicales. Preg¨²nteselo a ellas".
Es lo bueno de personajes como ella. Ya lo ven: la O'Connor geniuda puede aflorar en cualquier momento.
Sin¨¦ad O'Connor act¨²a el 28 de julio en Madrid (Veranos de la Villa), el 31 en Valladolid (Noches de San Benito) y el 1 de agosto en Girona (Jardins de Cap Roig). S¨ªguenos en nuestro blog
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