C¨¦sar Vallejo no ha muerto
Poes¨ªa. Siempre hay algo misterioso en la irrupci¨®n del genio americano: empezando por el Rub¨¦n Dar¨ªo que, ahijado de un coronel y con una educaci¨®n elemental entre Nicaragua y Honduras, se convierte en el mes¨ªas de la nueva poes¨ªa en castellano. O el Neruda que, en un inveros¨ªmil escondite diplom¨¢tico en Birmania, compone los tremendos versos tonantes de Residencia en la tierra; o el cat¨®lico mexicano L¨®pez Velarde, juez de instrucci¨®n en un pueblito de San Luis Potos¨ª, escribiendo esas incre¨ªbles estrofas de La sangre devota. Pero el pr¨ªncipe del talento volc¨¢nico es C¨¦sar Vallejo, mestizo de india y sacerdote gallego, pobre maestro de gram¨¢tica, ultimando en una c¨¢rcel de Trujillo, injustamente acusado de incendiario, una de las cumbres de la poes¨ªa del siglo, Trilce (1922), definitiva pulverizaci¨®n del modernismo, convergencia nunca igualada entre voluntad formal vanguardista y carne viva del dolor. Su primer libro, Los heraldos negros, parece un entrenamiento, una preparaci¨®n para esta aventura definitiva.
Poes¨ªas completas
C¨¦sar Vallejo
Edici¨®n de Ricardo Silva-Santisteban
Visor. Madrid, 2009
604 p¨¢ginas. 16 euros
De las numerosas ediciones de la poes¨ªa de Vallejo destacan las realizadas por los peruanos Am¨¦rico Ferrari y Ricardo Silva-Santisteban. El primero prepar¨® el volumen cr¨ªtico de la Colecci¨®n Archivos (Madrid, 1996), y es autor adem¨¢s de El universo po¨¦tico de C¨¦sar Vallejo (Lima, 1998); el segundo fue el impulsor de la monumental edici¨®n de las Obras completas en 14 tomos (que incluye teatro, narrativa y art¨ªculos), editadas por la Pontificia Universidad Cat¨®lica de Per¨². En esta nueva edici¨®n de Visor, Ricardo Silva-Santisteban incluye las composiciones juveniles anteriores a Los heraldos negros, elimina el t¨ªtulo de Poemas humanos con que durante a?os se conoci¨® la obra p¨®stuma e incluye un preciso estudio preliminar sobre la trayectoria del enorme autor de Espa?a, aparta de m¨ª este c¨¢liz. Un volumen completo, manejable, sin excesivo aparato, ideal para recorrer entera una obra que, por m¨¢s que pasen los a?os y las ediciones, nunca agota su manantial de originalidad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.