El Gran Par¨ªs est¨¢ en marcha
Aprincipios de los sesenta, hace casi cincuenta a?os, Paul Delouvrier tom¨® una decisi¨®n comprometida para un funcionario de su nivel. Compr¨® un Studebaker descapotable pintado de un arrogante color marfil con la ¨²nica intenci¨®n de observar Par¨ªs y sus barrios a cielo abierto. En 1961, el general Charles de Gaulle le hab¨ªa encargado la misi¨®n de reorganizar la aglomeraci¨®n parisiense. Lo imagino en alguna de sus escapadas, recostado sobre el asiento trasero con la cabeza apoyada en el respaldo y movi¨¦ndola de un lado a otro, en un bamboleo mareante con el que captar la din¨¢mica realidad por venir. Con su coche color colmillo intent¨® varias veces llegar de Vincennes, situado al este, a La D¨¦fense, al oeste, sin atravesar el coraz¨®n de Par¨ªs, tarea imposible que acrecent¨® el empe?o de Delouvrier y su equipo por conectar entre s¨ª los barrios perif¨¦ricos.
En los equipos de trabajo hay historiadores, economistas, soci¨®logos, ingenieros..., pero el liderazgo es de los arquitectos, que se hacen cargo de la direcci¨®n moral
El 27 de julio de 1964 Delouvrier mostr¨® a De Gaulle el primer esquema director del Par¨ªs del futuro con una estrategia muy simple: sacudir el modelo radioconc¨¦ntrico y afianzar unos puntos fuertes de actividad, villes nouvelles, en el exterior de la aglomeraci¨®n existente. Delouvrier aclar¨® que habr¨ªa que enfrentarse a presiones e intereses poderosos y que la tarea no iba a ser sencilla. De Gaulle, con un gesto de su brazo sentenci¨®: ?todo esto se decidir¨¢ aqu¨ª!, insinuando que no se iba a dar voz a la opini¨®n p¨²blica.
En este momento la pol¨ªtica de comunicaci¨®n es diferente, aunque el Par¨ªs contempor¨¢neo s¨ª se parece al que Delouvrier estableci¨®. Los diez equipos de arquitectos seleccionados para el Taller Internacional del Gran Par¨ªs, despu¨¦s de haber trabajado durante casi un a?o, han activado inconscientemente un mecanismo pol¨ªtico que ha calado hondo entre los residentes de la aglomeraci¨®n parisina. La exposici¨®n sobre sus trabajos moviliz¨® el a?o pasado a m¨¢s de 200.000 personas. Desde mayo de este a?o, los diez equipos van a fabricar ideas en sesi¨®n permanente en el Palacio de Tokio, de Par¨ªs, y sus propuestas ser¨¢n debatidas en p¨²blico. ?Focos e Internet!, esta es ahora la consigna. De los diez equipos, cuatro son extranjeros: Rogers Stirk Harbour & Partners, Studio 09, LIN y MVRDV. Seis son franceses: Atelier Lion Groupe Descartes, l'AUC, Atelier Portzamparc, Agence Grumbach & Associ¨¦s, Nouvel Duthilleul Cantal-Dupart y Atelier Castro Denissof Casi. Todos son multidisciplinares y tienen al mando un arquitecto-jefe.
Pero, ?por qu¨¦ ha entregado Sarkozy a los arquitectos la varita de los directores de orquesta? ?Los considera preparados intelectualmente para gestionar debates de resultado incierto? ?Son buenos bufones para animar el espect¨¢culo, o cree que su capacidad propositiva puede tener en alg¨²n momento la clarividencia del visionario? Paul Delouvrier no era arquitecto. Fue delegado del Gobierno franc¨¦s en Argelia y presidente de Electricidad de Francia, esto es, un alto funcionario con ambiciones pol¨ªticas. Ante esta tradici¨®n, ?por qu¨¦ ahora cobran protagonismo los arquitectos?
Entrevisto en el Palacio de Tokio a Bertrand Lemoine (1951), arquitecto e ingeniero, nombrado recientemente director del Taller del Gran Par¨ªs, por Sarkozy. Seg¨²n Lemoine, los arquitectos mueven la batuta. Est¨¢ claro que, en los equipos, hay historiadores, economistas, soci¨®logos, ingenieros..., pero el liderazgo est¨¢ confiado a los arquitectos, que se hacen cargo de la direcci¨®n moral. Los arquitectos pueden aportar una din¨¢mica y reafirmar la confianza en que las cosas avanzan a partir de im¨¢genes concretas con gran poder de seducci¨®n y no a partir de esquemas, zonificaciones o reglas de urbanismo abstractas.
Lemoine es consciente de que la identidad de Par¨ªs est¨¢ muy bien definida. Par¨ªs es conocida como la segunda marca del mundo despu¨¦s de Coca-Cola, pero la identidad del territorio est¨¢ mucho m¨¢s difuminada. Opina que con la creaci¨®n del Taller, el debate se ha lanzado de golpe y se han derribado muchos tab¨²es. Seg¨²n Lemoine, el primer tab¨², el de las palabras, ha ca¨ªdo y hoy se puede comunicar Par¨ªs con los vocablos que uno quiera. Hace unos a?os, si se hablaba con el municipio de Par¨ªs, hab¨ªa que decir la "metr¨®poli parisina". En la regi¨®n ?le-de-France, el concepto era el de francilien. Si se trataba con el Estado, el t¨¦rmino era "Gran Par¨ªs". En Francia es muy importante ganar la batalla dial¨¦ctica y las armas del discurso se fabrican montando palabras y estructurando conceptos. La misi¨®n de Lemoine es pilotar la operaci¨®n, servir de catalizador y promover debates p¨²blicos en el propio Palacio y tambi¨¦n en los medios.
Descubro una jugada a varias manos, porque mientras se fabrica el Taller del Gran Par¨ªs, con los diez equipos de arquitectura, se crea tambi¨¦n la Sociedad del Gran Par¨ªs con Christian Blanc al frente. Blanc ha sido funcionario de alto nivel del Estado franc¨¦s. Hasta hace unos d¨ªas era secretario de Estado encargado del Desarrollo de la Regi¨®n Capital y hombre de confianza de Nicol¨¢s Sarkozy. Dimiti¨® hace poco m¨¢s de una semana porque se le acusa de haber gastado 12.000 euros en puros a cuenta de la Rep¨²bica. La estrategia era doble. Se proclamaba por un lado el taller de los artistas, esto es el taller de dibujo continuado, y se fundaba la Sociedad de las infraestructuras con capital p¨²blico por otro. Esta Sociedad pretend¨ªa el desarrollo de diez polos de competitividad especializados, situados en zonas periurbanas, y unidos por un gran bucle ferroviario subterr¨¢neo. Era la misma obsesi¨®n que desarroll¨® Delouvrier despu¨¦s de sus paseos en el Studebaker. De este modo Blanc intentaba alejar las intervenciones del coraz¨®n de Par¨ªs, porque no quer¨ªa enfangarse con expropiaciones ni con el planeamiento existente y de paso evitaba roces con el Ayuntamiento y con el Gobierno de la regi¨®n, ambos de izquierdas. La incertidumbre envuelve ahora la Sociedad del Gran Par¨ªs, puesta en cuesti¨®n por un supuesto asunto de despilfarro.
La regi¨®n ha perdido la iniciativa en la guerra de las palabras. Su plan territorial se conoce por el acr¨®nimo SDRIF (esquema director de la regi¨®n ?le-de-France). El concepto Gran Par¨ªs bate a estas cinco letras por desfallecimiento en la pronunciaci¨®n, por mucho que el esquema se replique a s¨ª mismo cada dos a?os. Mientras que en el taller se crea, se debate y se imagina, en la regi¨®n no se hace otra cosa que desarrollar un sdrif tras otro, publicando documentos, delimitando competencias y estableciendo marcos jur¨ªdicos.
Con toda esta informaci¨®n, inicio otro camino alternativo de investigaci¨®n mediante el intercambio de ideas con un hombre de largo recorrido y cuya perspectiva abarca un espectro ampliado de situaciones urbanas y pol¨ªticas. La entrevista a Paul Chemetov (1928), arquitecto y copresidente del Comit¨¦ Cient¨ªfico del Gran Par¨ªs, tiene lugar en su oficina. Todav¨ªa sigue en activo y con las manos sobre el tablero.
Para Chemetov, como para las viejas generaciones que vivieron la Segunda Guerra Mundial, el t¨¦rmino del Gran Par¨ªs tiene la desagradable connotaci¨®n de que as¨ª era conocido el Sistema de Mando Alem¨¢n. Afirma que en esta batalla pol¨ªtica existe tambi¨¦n una batalla sem¨¢ntica y que el presidente de la Rep¨²blica, al iniciar el debate sobre el Gran Par¨ªs, ha ganado la batalla sem¨¢ntica. Grande es mejor que peque?o y adem¨¢s, lanzar el Gran Par¨ªs significa adular el sentimiento chovinista de cada franc¨¦s. Significa tener una gran idea y tomar la iniciativa en un terreno, el de la metr¨®poli contempor¨¢nea, que considera el m¨¢s importante del siglo XXI.
A Chemetov lo que le molesta no es el t¨¦rmino Gran Par¨ªs, sino la Sociedad del Gran Par¨ªs. Cree que es una sociedad con participaci¨®n p¨²blica como cualquier otra, pero que, sem¨¢nticamente, es como si la Sociedad de Ba?os de Mar y el Casino de M¨®naco reunidos gestionaran todo el Principado. Respecto a la relaci¨®n entre la pol¨ªtica y el urbanismo, recalca que el discurso inicial que pronunci¨® el presidente de la Rep¨²blica sobre el Gran Par¨ªs estaba impecablemente escrito. El fastidio para ¨¦l, es que el proyecto del secretario de Estado, Christian Blanc, no sigue ese discurso completo, sino que lo reduce a un ¨²nico p¨¢rrafo basado en su obsesi¨®n por la conexi¨®n de la periferia con un bucle de metro subterr¨¢neo automatizado.
Por eso, a Chemetov, tomar la iniciativa pol¨ªtica sobre la ciudad contempor¨¢nea, sobre la metr¨®poli, le parece extremadamente ingenioso y adem¨¢s imbatible. No sabe si existe una teor¨ªa pol¨ªtica del golpe -se refiere al golpe sem¨¢ntico-, pero reconoce que Sarkozy ha llevado el debate pol¨ªtico al Gran Par¨ªs. A partir de ahora la batalla se desarrollar¨¢ en ese terreno. En este punto de la entrevista, Paul Chemetov da unos golpes repetitivos con su pu?o sobre la mesa y me recuerda la frase de De Gaulle: ?Todo esto se decidir¨¢ aqu¨ª! Las nuevas elecciones generales se decidir¨¢n en el territorio del Gran Par¨ªs.
Despu¨¦s de hablar con Lemoine y con Chemetov confirmo que en Par¨ªs, la batalla es sem¨¢ntica. Lo corrobora tambi¨¦n el discurso de Sarkozy, en el que se?al¨® que el Gran Par¨ªs debe encarnar -seg¨²n la frase de V¨ªctor Hugo-, "lo verdadero, lo bello y lo grande", palabras a las que el presidente tambi¨¦n a?adi¨® "lo justo". Luego ah¨ª est¨¢ todo. A Sarkozy le enamoran las palabras. En su discurso se adhiri¨® a la frase ret¨®rica de uno de los equipos, que dec¨ªa: "Lo extraordinario ser¨ªa mejorar lo ordinario". Sarkozy baraja cartas marcadas con dos m¨¢ximas de la teor¨ªa de la comunicaci¨®n: "El que da primero, da dos veces" y "con un buen lema, el producto se vende solo". Esto es, tomar la iniciativa y destilar el significado. El gesto ha consistido en pasar por encima de las estructuras administrativas: los barrios, los municipios, los departamentos y la regi¨®n, para golpear el primero, apropiarse del mensaje, y captar as¨ª toda la atenci¨®n de los medios.
Al final del recorrido por el Gran Par¨ªs, constato que el hecho urbano es inseparable de la condici¨®n pol¨ªtica y que la mutaci¨®n de la ciencia urbana por la lenta transmisi¨®n de conocimientos y experiencias est¨¢ sometida a los embates y a la pulsi¨®n pol¨ªtica, a su iniciativa y a sus palabras, por mucho que los arquitectos tengan en sus manos, algunos instantes, la varita m¨¢gica. La condici¨®n pol¨ªtica es a su vez d¨¦bil como la carne. Si Delouvrier levantara la cabeza del respaldo de su descapotable, comprobar¨ªa que las maneras de hacer ciudad no han cambiado tanto. S¨®lo las im¨¢genes son otras.
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