Catalunya y Espa?a en la encrucijada
La sentencia del Tribunal Constitucional sobre el recurso del Partido Popular contra el Estatuto de Autonom¨ªa de Catalu?a nos sit¨²a en un punto cr¨ªtico para la pol¨ªtica espa?ola y la pol¨ªtica catalana, que exige una respuesta responsable y valiente. Ha provocado, como es bien patente, una profunda indignaci¨®n y ha suscitado el en¨¦rgico rechazo de una gran mayor¨ªa de la ciudadan¨ªa catalana, que la considera una falta de respeto por el resultado del proceso democr¨¢tico e impecablemente constitucional de tramitaci¨®n del Estatuto. Y adem¨¢s ve en dicha decisi¨®n una desconsideraci¨®n por el pacto pol¨ªtico sobre el autogobierno alcanzado por las instituciones democr¨¢ticas y ratificado en refer¨¦ndum popular. Indignaci¨®n y rechazo mayores, si cabe, provocan algunas interpretaciones del tribunal que resultan ofensivas para el sentimiento de identidad nacional, cultural y ling¨¹¨ªstica de Catalunya.
Hay que recuperar el esp¨ªritu constitucional primigenio y restablecer el respeto a las distintas identidades
La sentencia llega tras un c¨²mulo de circunstancias que han alimentado sospechas sobre la parcialidad del tribunal erosionando la confianza ciudadana en la instituci¨®n y su legitimidad moral. Con este estado de ¨¢nimo, cientos de miles de ciudadanos se manifestaron en Barcelona, expresando un hondo malestar y algunos, un desapego creciente hacia una forma de entender Espa?a, que parece incapaz de dar cabida a una naci¨®n con un fuerte sentimiento identitario y a una aspiraci¨®n de mayor autogobierno.
La situaci¨®n abre una serie de interrogantes sobre los caminos a seguir. Unos ya han dicho -algunos m¨¢s abiertamente y otros de manera menos clara- que el proyecto de continuar en una Espa?a com¨²n ya no les interesa. Otros, los que creemos en la Espa?a plural, nos preocupamos de c¨®mo aplicar el Estatuto a partir de ahora y c¨®mo recuperar el cumplimiento de lo pactado.
Asimismo, se pone de manifiesto una confrontaci¨®n de legitimidades entre las instituciones legislativas y el TC. A nuestro juicio el tribunal se ha extralimitado intentando imponer una visi¨®n del Estado auton¨®mico, una funci¨®n que no le corresponde y que le es impropia. Deberemos abordar este grave problema estructural de nuestra democracia, impulsando las reformas que sean oportunas, empezando por la del propio TC.
Pero volviendo al problema de la aplicaci¨®n del Estatuto, creo que podemos afirmar que no se ha conseguido el objetivo de invalidarlo, tal y como pretend¨ªan quienes lo impugnaron. A pesar de la sentencia, sigue siendo un instrumento ¨²til de nuestro autogobierno y vamos a aprovechar todo su potencial al servicio del progreso, el bienestar y la cohesi¨®n de la ciudadan¨ªa catalana.
Pero, ?qu¨¦ haremos con aquellos apartados del Estatut enmendados por el TC? Nuestra respuesta buscar¨¢ conjugar el respeto de la voluntad popular, la defensa del autogobierno, el cumplimiento del pacto pol¨ªtico y el respeto al Estado de derecho. Desde la Generalitat iniciaremos un proceso de di¨¢logo con los principales responsables de las instituciones y fuerzas pol¨ªticas del Estado. Un di¨¢logo orientado al cumplimiento del pacto estatutario y el reforzamiento del pacto constitucional. Conscientes de que es posible explorar soluciones legislativas a algunas de las afectaciones del Estatuto, y tambi¨¦n de que algunas de las garant¨ªas del autogobierno han sido disminuidas por la interpretaci¨®n del TC y no renunciamos a recuperarlas.
Pero m¨¢s all¨¢ de la voluntad de recuperar el Estatuto, tenemos ante nosotros la cuesti¨®n de fondo, el problema secular de la relaci¨®n entre Catalunya y el resto de Espa?a, que atraviesa nuestra historia contempor¨¢nea y que, a mi juicio, se trata m¨¢s de un problema espa?ol que de un problema catal¨¢n.
Con esta sentencia, lamentablemente se ha perdido una oportunidad para hacer una contribuci¨®n positiva a su resoluci¨®n. Peor a¨²n, hemos retrocedido con respecto al esp¨ªritu que hizo posible la Constituci¨®n de 1978. Estoy convencido de que este problema solo puede resolverse desde el reconocimiento de nuestra realidad plurinacional. Un reconocimiento que requiere coraje pol¨ªtico y altura de miras para seguir avanzando en una cultura democr¨¢tica que permita buscar soluciones m¨¢s justas para la convivencia de los distintos pueblos de Espa?a. Esta sentencia muestra una evoluci¨®n decepcionante de nuestro int¨¦rprete constitucional en t¨¦rminos de calidad democr¨¢tica. La Constituci¨®n expresa un consenso que exige el compromiso permanente en la regulaci¨®n de la convivencia y el Estatut era el instrumento para encontrarnos de nuevo, desarrollando el pacto constitucional.
No nos queda otro camino que recuperar nuevamente el esp¨ªritu constitucional primigenio para restablecer el reconocimiento y respeto a las distintas identidades, culturas y lenguas de Espa?a, en el marco de un Estado que acepte, ampare, anime y defienda sus singularidades y su pluralidad. Ello requiere la complicidad y el apoyo de quienes defendemos una visi¨®n de Espa?a como un proyecto ampliamente compartido. Reivindicando la propuesta federal como la v¨ªa m¨¢s apropiada para desarrollar nuestro futuro com¨²n con generosidad y voluntad de acuerdo. Si Espa?a quiere dar soluci¨®n a su problema secular debe estar dispuesta a cambiar. Tenemos la oportunidad y el reto de construir un futuro compartido. Catalunya y Espa?a entera se hallan en una encrucijada.
Jos¨¦ Montilla es presidente de la Generalitat de Catalu?a y primer secretario del PSC.
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