?QUI?N ES EL MERCADO?
Los mercados atacan, arrasan, hacen sangre. Vampiros insaciables. Pensaba tirar a la basura mi fenomenal bolsa de t¨®picos, pero algo habr¨¢ cuando Barack Obama, ese tipo con pinta de percusionista jazzero, quiere "un modelo de salvaguarda que proteja a todas las naciones". ?De qui¨¦n? De esos neoterroristas financieros, claro. ?Y qui¨¦nes diablos son? Un jugador de blackjack, un matem¨¢tico loco por Orwell y las viudas de Edimburgo mueven los hilos de la mano invisible. Y no, este periodista no ha catado a¨²n el gint¨®nic en lo que va de verano.
El mercado de bonos es la madre de todos los mercados. El saxofonista Bill Clinton, predecesor del baterista Obama, ten¨ªa un brillante asesor econ¨®mico (valga la paradoja) que resum¨ªa as¨ª su potencial devastador: "Yo sol¨ªa pensar que me reencarnar¨ªa como presidente o estrella de b¨¦isbol. Ahora quiero volver como mercado de bonos; as¨ª puedes machacar a cualquiera". Llega tarde. Bill Gross es ya el jefe supremo del mayor fondo en ese mercado. Gross hizo fortuna con el blackjack en Las Vegas. Presume de invertir como juega a las cartas. Y se ha erigido en or¨¢culo de los inversores, esos psic¨®patas del dinero tan dados al efecto reba?o como los fans de Ronaldo (santa man¨ªa de las met¨¢foras).
Hay otros mercados, otros mercaderes. Por ah¨ª resoplan los Soros, los Buffett y otras ballenas blancas. Personalmente, siento predilecci¨®n por dos. Jim Simons, genial matem¨¢tico, dej¨® la ciencia por Renaissance, un exitoso fondo que se gestiona por ordenador, sin apenas personal (A Simons le encanta Orwell y su Rebeli¨®n en la granja, se siente el burro Benjam¨ªn. Pero esa es otra historia). Y las viudas: Scottish Widows naci¨® hace dos siglos para ayudar a las mujeres de unos pocos cl¨¦rigos que ten¨ªan la fea costumbre de morirse. Paradigma de la frugalidad calvinista en su d¨ªa, hoy es un gigantesco fondo de pensiones capaz de cualquier cosa en nombre de los adorables jubilados.
Gross, Simons y las viudas simbolizan el monstruo, la versi¨®n del capitalismo que hizo crac. Un casino plagado de obsesos de las mates donde el dinero es el dios al que sacrificar lo que haga falta. "Todo para nosotros y nada para los dem¨¢s ha sido la ruin m¨¢xima de los amos de la humanidad en las diversas ¨¦pocas de la historia". Parece Marx. Pero es Adam Smith, el de la mano invisible que invocan los fundamentalistas del mercado. Una mano para la que no estar¨ªa mal tener unas esposas en forma de regulaci¨®n, esa reliquia vintage. Y ahora s¨ª, me voy a por el alpiste. On the rocks.
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