Algarab¨ªa tur¨ªstica

El cartel¨®n de figuras consigui¨® que los tendidos se cubrieran algo m¨¢s de la mitad. Algo es algo... La pena es que el p¨²blico era mayoritariamente tur¨ªstico. ?Y eso c¨®mo se sabe? Elemental. Solo los turistas reciben y despiden a la pareja de alguacilillos con una cerrada ovaci¨®n; solo los que nos visitan gritan y chillan con ese sonido tan t¨ªpicamente molesto cuando un toro entra al caballo o recupera la verticalidad tras el fallo del puntillero; solo los extranjeros o quienes est¨¢n muy lejos de esta fiesta se ponen en pie, impulsados por no se sabe qu¨¦, ante detalles insulsos que no merecen el movimiento de un solo m¨²sculo. Pero esto es lo que hay...

La terna fue recibida con mucho cari?o, pues los turistas son muy afectuosos y obligaron a los toreros a saludar tras romperse el pase¨ªllo. Y los matadores respondieron a su p¨²blico, que tanto los quiere, con una corridita a modo, bien escogida, anovillada, blandita, bonita, nobil¨ªsima y buena hasta producir l¨¢stima. Y hubo poco toreo verdadero, como no pod¨ªa ser de otro modo; bien lo impidieron los toros -ninguno fue castigado ni mucho ni poco en varas- por su invalidez, o bien los toreros se cuidaron el cuerpo, abusaron de los trucos triunfalistas y de la reinante mediocridad.

Pero quede constancia de que la gente lo pas¨® bien. La locura pareci¨® apoderarse de los tendidos cuando Manzanares acert¨® con una estocada perpendicular en el sexto de la tarde, que era la tonta del bote con hechuras de novillo, al que mulete¨® con la plasticidad propicia de este torero elegante, en una polvorienta faena -el piso de esta plaza se asemeja al de una plaza port¨¢til instalada en un patatal- en la que destacaron momentos de enorme calidad. Manzanares tiene la virtud innata de que, si un toro embiste, su quehacer rezuma una gracia especial. No fue la suya una faena grande por la extrema bondad de su oponente, pero protagoniz¨® secuencias henchidas de templanza y hondura. M¨¢s tur¨ªstico se le vio en el tercero, otro santurr¨®n, al que mulete¨® despegado, acelerado y con escaso mando. Sus banderilleros Juan Jos¨¦ Trujillo y Curro Javier se lucieron con los garapullos.

Poco mando despleg¨® El Juli, que se las vio ante dos novillotes que se rajaron pronto, y con los que no lleg¨® a entenderse. Muy despegado casi siempre, la muleta enganchada en demas¨ªa, y la sensaci¨®n de no haber encontrado el aire necesario. Quede en su haber un precioso y ajustado quite por chicuelinas a su primero, y una templada tanda de naturales en ese mismo toro. Le concedieron una oreja en el quinto por el arrim¨®n final y la fulminante estocada tras un descabello.

Y el maestro Fundi no tuvo su tarde. No es torero para toros tontos, y se le vio que quiso y no pudo, torpe y tenso. A los turistas, que no saben qui¨¦n es, tampoco les gust¨®.