Rompiendo filas
La pol¨ªtica penitenciaria est¨¢ permitiendo que algunos etarras se desvinculen de la banda
Es buena se?al que la pol¨ªtica penitenciaria seguida por el Gobierno con los presos etarras haya contado con el apoyo del Partido Popular. El Estado de derecho dispone de recursos suficientes para alcanzar el objetivo de aislar a quienes han venido utilizando la extorsi¨®n y el asesinato como medios pol¨ªticos, y su entrada en funcionamiento y su eficacia dependen en gran medida de que las fuerzas democr¨¢ticas no la usen como arma arrojadiza. En estas condiciones, la pol¨ªtica penitenciaria es una pieza clave de la lucha antiterrorista; entre otras razones, porque impide que la banda rentabilice y enarbole la suerte de los presos como ¨²ltimo bander¨ªn de enganche para su causa.
De la misma manera que los terroristas han perdido el control de las calles del Pa¨ªs Vasco por la gesti¨®n del Gobierno de Patxi L¨®pez, apoyado desde la oposici¨®n por el PP de Basagoiti, tambi¨¦n est¨¢n perdiendo progresivamente el de las c¨¢rceles. Aunque por el momento sea limitado el n¨²mero de antiguos etarras que se han acogido a los beneficios penitenciarios tras renunciar a la violencia, lo cierto es que resulta significativo como s¨ªntoma de la encrucijada a la que se enfrenta en estos momentos el colectivo. Con una banda debilitada y sin otro horizonte que el abandono de las armas, la b¨²squeda de salidas individuales entre los presos se impone a la vaga esperanza de que los terroristas todav¨ªa en libertad puedan hacer algo por ellos. Es m¨¢s, el simple hecho de que lo intentaran podr¨ªa cosechar resultados opuestos.
El entorno pol¨ªtico de los terroristas parece mantener por el momento una actitud comprensiva hacia la b¨²squeda de salidas individuales por parte de los presos. Algunos conf¨ªan, sin embargo, en que una eventual apuesta de la izquierda abertzale por las v¨ªas pac¨ªficas les evite tener que desmarcarse en solitario de las directrices de la banda. Una de las ventajas de aplicar la pol¨ªtica penitenciaria de manera aut¨®noma y en funci¨®n de los exclusivos intereses del Estado, no en el marco de ning¨²n contacto con los terroristas ni con su entorno, seg¨²n se intent¨® en el pasado, es que debilita el control de la banda sobre los presos, priv¨¢ndola de una esfera de poder m¨¢s simb¨®lico que real, pero poder en cualquier caso.
La firmeza en la lucha antiterrorista no es incompatible con la aplicaci¨®n de beneficios penitenciarios a quienes renuncien expresamente a la violencia, desmarc¨¢ndose de la f¨¦rrea disciplina de la banda y declarando un rompan filas individual. Esos beneficios no pueden interpretarse, en ning¨²n caso, como expresiones de indulgencia hacia quienes cometieron cr¨ªmenes de los que hoy se arrepienten, sino como instrumentos que ofrece el Estado de derecho para seguir aislando a la banda. El mantenimiento del consenso entre las fuerzas pol¨ªticas resultar¨¢ decisivo para obtener resultados, lo mismo que el margen de confianza que concedan los ciudadanos, y en particular las asociaciones de v¨ªctimas, a la adopci¨®n de estas medidas por parte de los jueces y el Gobierno.
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