Cita en Kabul
EE UU y sus aliados escenifican con m¨¢s deseos que decisiones su compromiso con Afganist¨¢n
La conferencia de Kabul ha fijado 2014 como moj¨®n para que el Gobierno afgano asuma por completo las responsabilidades militares y econ¨®micas del pa¨ªs centroasi¨¢tico. Un traspaso progresivo, condicionado por los acontecimientos y que no representa un compromiso inamovible, pero que resultaba imprescindible fijar para calmar la creciente impaciencia -en Estados Unidos y, sobre todo, entre sus aliados europeos- con una larga guerra en la que el esfuerzo no se ve compensado por los resultados y que est¨¢ poniendo a prueba la capacidad de la OTAN para luchar en determinados escenarios.
El alcance real de la reuni¨®n de Kabul es escaso, m¨¢s all¨¢ de su condici¨®n de altavoz de los deseos y las ansiedades de los reunidos. El comunicado final es, sobre todo, un cat¨¢logo de buenas intenciones -lleno de expectativas, proyectos y promesas- muchas de las cuales ya han sido manejadas antes con oportunismo y sin efectos visibles por Hamid Karzai. Quiz¨¢ una de las pocas decisiones concretas sea la de otorgar al presidente afgano -reelegido fraudulentamente el a?o pasado, deslegitimado entre los suyos y probadamente corrupto- la capacidad de canalizar en dos a?os hasta el 50% de la masiva ayuda al desarrollo que recibe su pa¨ªs. Washington y sus aliados, con convicci¨®n muy dispar, apoyan cautelosamente el empe?o pacificador de Karzai de reconciliarse con los talibanes conversos. Una idea cimentada por el momento sobre la arena, por cuanto los fundamentalistas isl¨¢micos rechazan cualquier compromiso mientras haya soldados extranjeros de por medio.
Como antes de la conferencia y como antes del relevo de McChrystal por Petraeus al frente de las tropas estadounidenses, las dos preguntas fundamentales sobre Afganist¨¢n siguen siendo si puede ganarse la guerra y c¨®mo. La propia secretaria de Estado Clinton ha mostrado su inquietud por el cariz de un conflicto que implica a 150.000 soldados y que cada mes resulta m¨¢s mort¨ªfero que el anterior. Los ambiciosos objetivos enunciados por Barack Obama parecen cada vez m¨¢s lejanos, pese al creciente compromiso militar de Washington. La mayor¨ªa de los afganos cree que EE UU, que mantiene el verano pr¨®ximo como comienzo de su paulatina retirada, va perdiendo el empuje en una guerra que, tras nueve a?os, es ya la m¨¢s duradera de sus expediciones internacionales.
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