Un triste papel
Nuestros ilustres diputados nos han hecho hacer el rid¨ªculo colectivo. Lamentablemente, nada nuevo. Tras mucha gesticulaci¨®n y prosopopeya, el Parlament aprob¨® el viernes un acuerdo de m¨ªnimos que le llev¨® a votar el pre¨¢mbulo del Estatuto, votado anteriormente en unas cuantas ocasiones y formatos distintos por los catalanes y sus representantes. Despu¨¦s de una reuni¨®n infructuosa entre los l¨ªderes catalanes, en el Parlament se salv¨® la dignidad, pero ha durado literalmente cuatro d¨ªas: hasta el pasado martes en el Congreso.
La sentencia del Tribunal Constitucional (TC) lamina unos cuantos art¨ªculos, pero afecta sobre todo a lo intangible. Es una sentencia pol¨ªtica que desprecia que el Estatuto es un pacto pol¨ªtico y que, en palabras del grupo de expertos que la ha analizado, "debilita la funci¨®n constitucional del Estatuto y sustituye su papel en el bloque de la constitucionalidad por el del propio tribunal".
Dec¨ªa Gaziel que se debe desconfiar del jugador que siempre pierde porque no es un jugador sin suerte, sino un mal jugador
La sentencia cierra un cap¨ªtulo pol¨ªtico y los partidos catalanes han optado por el s¨¢lvese quien pueda.
En el primer momento, el presidente Montilla par¨® el golpe del fallo con un buen discurso, a la altura de las circunstancias y la dignidad institucional, pero el paso de los d¨ªas le ha dejado sin palabras entre la presi¨®n del PSOE, las fuerzas centr¨ªpetas del PSC y la sombra de las serias ambiciones que habitan en el Ministerio de Defensa, dispuestas a convertirse en la cara optimista de la Catalu?a espa?ola o, mejor dicho, de la Espa?a catalana.
El resultado es que el PSC en el Congreso ha regalado definitivamente su capacidad de influencia a un l¨ªder del PSOE en baja forma y sin credibilidad en Catalu?a. La moci¨®n socialista no se aprob¨® por el tacticismo de los grupos catalanes y el PSC no vot¨® la de los dem¨¢s por temor de Dios (es un decir). Unos y otros pod¨ªan haber votado la propuesta de los dem¨¢s, pero les pudieron sus miedos y peque?as mezquindades.
El PSC sobrevive un d¨ªa m¨¢s, pero renuncia a gobernar Catalu?a.
Con el r¨ªo revuelto en el Congreso siempre gana CiU, que es capaz de rasgarse las vestiduras por el voto del PSC, jurar que no votar¨¢ los presupuestos y a la vez participar en la aprobaci¨®n del techo presupuestario, que permitir¨¢ aprobar las cuentas de 2011.
La unidad no era una demanda esot¨¦rica ni ingenua, sino una llamada a la dignidad y a tasar los apoyos globalmente. Dec¨ªa Gaziel en su libro Quina mena de gent som que se debe desconfiar del jugador que pierde siempre, que no es en realidad un jugador sin suerte, sino un mal jugador. Tras el exilio por su sentido com¨²n y moderaci¨®n, Gaziel llegaba a la conclusi¨®n de que "guanyar¨¤ l'Espanya blanca o l'Espanya roja, per¨° l'una i l'altra, per irreductibles que semblin, les uneix ja des d'ara un sentiment com¨²: l'aversi¨® que ambdues tenen al fet diferencial de Catalunya i la voluntat fan¨¤tica d'anorrear-lo".
La verificaci¨®n, d¨¦cadas despu¨¦s, de la distancia entre las aspiraciones pol¨ªticas de Catalu?a y la idea de Espa?a que tienen el TC, el PP y buena parte del PSOE -la que habla y la que calla- tras un proceso tan largo y tortuoso lleva a los ciudadanos a la decepci¨®n, la polarizaci¨®n o el cinismo. En definitiva, al distanciamiento de los ciudadanos de la cosa p¨²blica.
El ¨²ltimo ejemplo de pol¨ªtica poco edificante es la comisi¨®n del Palau. A pesar de promoverla, el PSC ha participado con perfil bajo, dejando el trabajo en manos de sus socios, especialmente de los dos diputados de ERC. Mientras tanto, CiU ha demostrado excelencia en cinismo y habilidad pol¨ªtica convirtiendo la investigaci¨®n de los 35 millones de euros desaparecidos del Palau en el caso del hotel que no se llev¨® a cabo. El consejero de Econom¨ªa compareci¨® y dio explicaciones sobre la actuaci¨®n de su departamento. Pero hizo algo m¨¢s, una extravagancia en nuestro contexto pol¨ªtico. Castells pidi¨® el respeto a las instituciones y al inter¨¦s p¨²blico por encima de la estricta l¨®gica partidista. Castells suena a verso libre. Quiz¨¢s a Baudelaire: "?Acaso no soy falso acorde en la divina sinfon¨ªa, debido a la tan voraz iron¨ªa que me empuja y me corroe?".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Opini¨®n
- Antoni Castells
- Tribunal Constitucional
- Estatutos Autonom¨ªa
- PSC
- Comunidades aut¨®nomas
- Catalu?a
- Administraci¨®n auton¨®mica
- Pol¨ªtica municipal
- Pol¨ªtica auton¨®mica
- PSOE
- Tribunales
- Poder judicial
- Espa?a
- Partidos pol¨ªticos
- Administraci¨®n p¨²blica
- Proceso judicial
- Pol¨ªtica
- Estatutos
- Normativa jur¨ªdica
- Legislaci¨®n
- Justicia