"Viv¨ª 11 horas en una burbuja"
No hay mesa para el hombre espigado y de pelo el¨¦ctrico que entra en el restaurante. Est¨¢ en Newport, Estados Unidos. Es 4 de julio, el d¨ªa de la fiesta nacional. Y, de repente, entre todas esas mesas abarrotadas, ni una silla libre, el ma?tre encuentra como por arte de magia un sitio privilegiado para ese cliente cuando escucha su nombre, que reverdece un recuerdo de resonancias legendarias en su mente: "?Mr. Mahut! Por supuesto que tenemos una mesa... Solo espero que no est¨¦ toda la noche comiendo".
Nicolas Mahut (Angers, Francia, 1982) convive desde hace d¨ªas con ese tipo de bromas: es lo que tiene haber perdido 6-4, 3-6, 6-7 (7), 7-6 (3) y 70-68 contra el estadounidense John Isner el partido m¨¢s largo de la historia del tenis, que se disput¨® durante tres d¨ªas en Wimbledon, dur¨® un total de 11 horas y 5 minutos y le dej¨® como un tenista m¨²ltiple-mente torturado. Torturado porque perdi¨® tras haber ganado 24 puntos m¨¢s que el vencedor. Torturado porque su rival consigui¨® contra ¨¦l el r¨¦cord de aces (113) para despedirse a la siguiente ronda sin disparar ninguno. Y torturado porque minutos despu¨¦s de caer, cientos de c¨¢maras apunt¨¢ndole, decenas de periodistas anotando cada uno de sus gestos, debi¨® entrar en la misma pista, la ya m¨ªtica 18, para jugar un partido de dobles (que tambi¨¦n perdi¨®, por cierto).
"Quiz¨¢s John acab¨® m¨¢s fatigado que yo. Estaremos unidos toda la vida"
?De d¨®nde sac¨® fuerzas para disputar el encuentro m¨¢s largo? "Me cargu¨¦ de la energ¨ªa de mi entorno, de mis entrenadores, que tras cada punto, cada juego, me empujaban, me provocaban hambre y deseo", contesta. "Todo eso lo interioric¨¦. Estaba en un estado en el que tomaba y guardaba dentro de m¨ª todas las energ¨ªas positivas. Luego, lleg¨® un momento en el que entr¨¦ en un estado nebuloso: no sent¨ªa el dolor. No sent¨ªa la fatiga. Solo sent¨ªa la determinaci¨®n de querer ir m¨¢s lejos, de intentar ganar el partido. Estaba en una burbuja de concentraci¨®n. No pensaba en otra cosa que en el partido. Estaba tan concentrado, el nivel de intensidad era tan alto, que no hubo manera de que ning¨²n otro pensamiento me llegara al cerebro".
El d¨ªa despu¨¦s de su derrota, el cerebro de Mahut se activa. Piensa entonces en su madre, fallecida -"Ten¨ªa una fuerza de car¨¢cter especial. De ah¨ª me viene a m¨ª..."-. Es saludado por primera vez en su carrera por Jimmy Connors. Se sonroja ante Roger Federer: "?Incre¨ªble! Una pena...". Y recibe un mensaje que le emociona: "Has sido un bello ejemplo para otros jugadores, para los ni?os y el deporte'. Rafa [Nadal] me dijo que mi actitud hab¨ªa sido ejemplar. Viniendo de su parte, la verdad, cuando me he inspirado tantas veces en ¨¦l durante mi carrera... me toc¨® dentro".
Tras el sue?o, la realidad. Mientras Isner paseaba su victoria por el show de David Letterman en Estados Unidos; mientras hac¨ªa el primer lanzamiento de un partido de los Yankees de Nueva York o se dejaba ver en la carrera de Daytona; Mahut, mucho peor clasificado (era el n¨²mero 144), volv¨ªa a cargar su mochila para jugar torneos menores, lejos de la atenci¨®n de los medios, a¨²n sin firmar los acuerdos comerciales que le propusieron el primer d¨ªa (uno de bater¨ªas, por ejemplo, ya que no para) y posando para los fot¨®grafos con raqueta y pijama (porque en ese partido jugaron hasta durmiendo).
"Y quiz¨¢s", reflexiona ahora, tras donar partes de su uniforme de aquel partido al Hall of Fame del tenis y al museo de Wimbledon, "John acab¨® m¨¢s fatigado que yo". "Quer¨ªa que ganara en segunda ronda, que fuera m¨¢s lejos, porque estaremos unidos toda la vida. Cada vez que hablemos de este partido, el uno pensar¨¢ en el otro. Es una pena que perdiera tan r¨¢pido. Toda mi vida pensar¨¦ en esto...". La noche en que su partido fue suspendido por primera vez, lejos a¨²n sus locas cifras de r¨¦cord, Mahut intent¨® cenar en su hotel de Gloucester, en Londres. Recibi¨® un no: el cocinero se hab¨ªa ido. Cruz¨® entonces al Green Door, el restaurante de la acera opuesta. Recibi¨® un no: el cocinero se hab¨ªa ido. Desesperado, acab¨® comiendo un plato de pasta en otro hotel. Todav¨ªa no hab¨ªa entrado en la historia del tenis. Ahora, s¨ª. Ahora Mr. Mahut tiene mesa donde y cuando quiera.

Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.