Todo es sue?o

Poco queda de la idea de "so?ar despierto" (o del sue?o mismo) como fuente o manifestaci¨®n de creatividad y experiencia alternativa en un mundo como el nuestro, infestado de fantasmagor¨ªas program¨¢ticamente evasivas. Pero algo queda, y tal vez sea eso lo que hace posible que el pretexto de los sue?os sirva para reunir un grupo de artistas heterog¨¦neos cuyo trabajo podr¨ªa valer sin el recurso a estos registros.

De entre ellos, quiz¨¢ sea el brit¨¢nico John M. Robinson (1961) quien mejor se ajuste al lema del sue?o como territorio a explorar y, de alg¨²n modo, fijar en im¨¢genes entre siniestras y absurdas, en forma de autorretratos en situaciones claramente irreductibles a los par¨¢metros del sentido com¨²n. Hay en ellas un punto de humor secreto, como en los espacios "metaf¨ªsicos" de Ill¨¢n Arg¨¹ello (Madrid, 1968), estructuras geom¨¦tricas flotantes, entre la arquitectura y el mueble, de fuerte impacto crom¨¢tico. Tampoco falta la iron¨ªa en las minuciosas pinturas de Paco Pomet (Granada, 1970), aparentemente inspiradas en viejas fotograf¨ªas, en donde introduce elementos furtivos (mu?ecos, figuras enmascaradas), detalles de efectos devastadores para la escena. Ni en las de Juan Cu¨¦llar (Valencia, 1967), cuyo buen humor exhibe mostrando al rat¨®n Mickey como protagonista en contextos delirantes; uno piensa en aquellas frases de Benjamin sobre esa "existencia llena de prodigios", la de Mickey, como "ensue?o de los hombres actuales".

Todo es sue?o

En forma de una especie de poes¨ªa visual, de proyecci¨®n de luces y producci¨®n de sombras, se despliegan las enso?aciones de la brasile?a Regina Silveira (1931) en im¨¢genes e instalaciones que juegan con una sensibilidad c¨®smica (tambi¨¦n Benjamin a?oraba la primitiva experiencia del cosmos) aunque evitando siempre la grandilocuencia. Lo mismo que sucede con la contribuci¨®n de Elizabeth Aro (Buenos Aires, 1961), cuyos remakes de Man Ray (dibujos cosidos sobre fotograf¨ªa) nos confirman su eficacia en la presentaci¨®n de im¨¢genes tan potentes como sutiles. No es el caso de Cecilia de Val (Zaragoza, 1975): sus fotograf¨ªas de problem¨¢tica subjetiva e identitaria (una mujer entre lobos...) resultan algo t¨®picas. En todo caso, la muestra consigue atrapar al espectador -lo que no es poco- record¨¢ndonos una parte de la materia -los sue?os- de la que estamos hechos.