La segunda gran privatizaci¨®n
Si no me equivoco, la reforma de las cajas de ahorros aprobada con cierto sigilo y por decreto por el Gobierno el 9 de julio pasado puede ser la antesala de uno de los mayores cambios en la estructura del poder financiero y econ¨®mico de Espa?a. Cambios que a su vez tendr¨¢n un impacto significativo en la distribuci¨®n de poder entre las ¨¦lites pol¨ªticas y administrativas territoriales y centrales.
Para hacerse una idea, piensen en lo ocurrido con la privatizaci¨®n de las empresas p¨²blicas en los a?os noventa (Telef¨®nica, Argentaria, etc¨¦tera). De esa primera gran privatizaci¨®n emergieron nuevas ¨¦lites econ¨®micas que hoy gobiernan una parcela importante del poder empresarial espa?ol. A la vez, se produjo una centralizaci¨®n del poder econ¨®mico que fue cuestionada por los Gobiernos auton¨®micos. A pesar de indudables beneficios para la econom¨ªa, la presunci¨®n de amiguismo (recuerden lo de los "amigos de Aznar") rest¨® legitimidad social a ese proceso.
?Los problemas de algunas cajas vienen de su modelo de propiedad o de una mala gesti¨®n y supervisi¨®n?
Ahora estamos hablando de la mitad del sistema financiero espa?ol. Adem¨¢s de su importancia para la financiaci¨®n de empresas y familias, la Obra Social de las cajas reparte un "dividendo social" cuya cuant¨ªa es mayor que el monto total de la retribuci¨®n que los bancos dan a sus accionistas. Constituye una especie de segundo Estado del bienestar que cubre carencias de las pol¨ªticas p¨²blicas, especialmente en zonas rurales y peque?as ciudades. Una reforma que pueda afectar a este dividendo debe tener como requisito ineludible la transparencia m¨¢s absoluta.
Hasta ahora no ha sido as¨ª. La reforma pas¨® directamente de los despachos de sus proponentes al Bolet¨ªn Oficial del Estado, quiz¨¢ utilizando la m¨¢xima que dice que "nunca se debe desaprovechar la oportunidad de una buena crisis".
?En qu¨¦ consiste la reforma? Para lo que aqu¨ª ahora me interesa, su relevancia es que abre por primera vez la posibilidad de que las cajas puedan dar entrada a inversores privados en su capital y en sus ¨®rganos de Gobierno. A la vez, saca de esos ¨®rganos a pol¨ªticos electos y altos funcionarios en ejercicio, y reduce la presencia de los grupos de inter¨¦s actualmente representados (Administraciones, impositores y empleados). Se producir¨¢, por tanto, la sustituci¨®n de algunos grupos de inter¨¦s ahora presentes por nuevos grupos de inter¨¦s privados. No me arriesgo demasiado suponiendo que surgir¨¢n tensiones pol¨ªticas y sociales de no f¨¢cil gesti¨®n.
La reforma plantea muchas preguntas: ?los problemas que tienen algunas cajas son consecuencia de su singular modelo de propiedad y gesti¨®n o de la mala gesti¨®n y de insuficiencias de la supervisi¨®n? ?Est¨¢n realmente demasiado "politizadas" o es un argumento interesado utilizado para sacar poder a los Gobiernos aut¨®nomos? ?Por qu¨¦ el Gobierno ha abierto las puertas a la privatizaci¨®n? ?Han actuado de forma oportunista las grandes cajas para introducir un cambio que les interesa especialmente? ?Ocurrir¨¢ como en Italia y otros pa¨ªses en que la entrada de inversores privados acab¨® con las cajas? En todo caso, ?cu¨¢les deber¨ªan ser los requisitos de transparencia que debe cumplir la entrada de inversores privados para preservar que las cajas "duren al menos otros 200 a?os", como ha se?alado uno de sus principales impulsores?
A falta de debate previo, el real decreto ley de 13 de julio trae una inusualmente larga exposici¨®n de motivos. El hilo argumental es que las cajas han sido una historia de ¨¦xito; que la singularidad de su modelo de propiedad y de Gobierno no ha impedido que compitan en productos similares con los bancos y que se haya producido una convergencia en el modelo de negocio de ambos; pero que, a la vista de los problemas de capitalizaci¨®n y reestructuraci¨®n que ahora se enfrentan, es necesario permitir que puedan converger tambi¨¦n sus modelos de propiedad y gobierno, bajo el supuesto de que dando entrada y voto a inversores privados que arriesgan una parte de su patrimonio las cajas tendr¨¢n una mayor disciplina, una mayor capacidad de reestructuraci¨®n y una mayor posibilidad de encontrar nuevos recursos para capitalizarse.
Es un camino v¨¢lido, aunque no f¨¢cil de transitar y de resultados inciertos. ?No hab¨ªa otros? Los hay. Vicente Salas, uno de los mejores expertos acad¨¦micos en gobierno de las empresas, ha se?alado que la diferencia m¨¢s relevante entre bancos y cajas es la menor capacidad de respuesta ¨¢gil y eficaz de las cajas en los momentos en que es necesario llevar a cabo ajustes a situaciones de shocks externos.
Una posibilidad es, entonces, acomodar el modelo de negocio que pueden desarrollar las cajas, y su capacidad de asumir riesgos ex ante, a su capacidad de ajuste a posteriori. Esto llevar¨ªa a replantear la premisa de la convergencia, aceptando que no es deseable que las cajas converjan hacia el mismo modelo de negocio, al menos mientras se mantenga la menor capacidad de ajuste a las situaciones de crisis. Esta diferencia no es inusual en el mundo financiero, como muestra la separaci¨®n entre banca comercial y banca de negocios.
La reforma aprobada ha descartado ese camino. Pero permite a las cajas ejercer el principio de libertad de elecci¨®n. Esto es algo que merece elogio, porque facilita un proceso de adaptaci¨®n participativo y transparente.
En relaci¨®n con la transparencia, y al margen de las funciones de supervisi¨®n del Banco de Espa?a, el Gobierno deber¨ªa valorar la creaci¨®n de una comisi¨®n privatizaci¨®n, de composici¨®n plural, que garantizase la transparencia de los procesos de adaptaci¨®n a la reforma. Se evitar¨ªa as¨ª la sospecha de que se ha aprovechado que el Pisuerga pasa por Valladolid para colar una reforma que solo interesa a unos pocos y que puede acabar con esa biodiversidad financiera espa?ola que tanto ¨¦xito y eficacia ha tenido hasta ahora.
Ant¨®n Costas Comesa?a es catedr¨¢tico de Pol¨ªtica Econ¨®mica de la UB.
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