?D¨®nde est¨¢n nuestros muertos?
Se llamaba Jos¨¦ ?lvarez-Prida y era mi t¨ªo materno. Aunque no llegara nunca a tratarle, pues lo asesinaron antes de que yo naciera, lo conoc¨ª en realidad desde bien ni?a, porque estuvo siempre vivo en la memoria de mi abuela, mi madre y mis t¨ªas. Hoy est¨¢n todas ya muertas. Se fueron sin saber nunca d¨®nde reposaban sus restos.
Abogado, amigo de artistas y escritores, ¨¦l mismo poeta, su ¨²nico delito era ser de izquierdas. El 26 de julio de 1936 unos guardias lo fueron a buscar a su casa en Le¨®n, donde se encontraba entonces por ser de all¨ª su esposa, y lo llevaron detenido. El ¨²nico "material subversivo" que le encontraron fueron unos versos "con palabras injuriosas para el Ej¨¦rcito", "el Ej¨¦rcito nacional", se entiende. En realidad, se trataba de la Legi¨®n.
Mi abuela, mi madre y mis t¨ªas fallecieron sin saber el paradero de los restos de Jos¨¦ ?lvarez-Prida
Fue trasladado a la prisi¨®n de San Marcos, hoy ostentoso parador de lujo, pero en aquellos a?os tenebrosa c¨¢mara de los horrores donde se torturaba a la gente a muerte y las paredes rezumaban sangre. ?l tambi¨¦n fue torturado all¨ª salvajemente, seg¨²n contaron testigos que compartieron con ¨¦l calabozo y lograron salvar el pellejo.
Como a tantos otros, lo hab¨ªan denunciado por rojo. Sin pertenecer a ning¨²n partido pol¨ªtico, simpatizaba con Izquierda Republicana, el partido de Aza-?a, y, consecuente con sus ideas, hab¨ªa votado en las elecciones del 16 de febrero de 1936 por el Frente Popular.
Cuando vemos las acusaciones de sus denunciantes, que no eran otros que tres tertulianos del caf¨¦ de Le¨®n que ¨¦l frecuentaba, uno de ellos hermano de una buena amiga de su esposa, nos quedamos perplejos. El encartado era peligroso porque, seg¨²n las declaraciones de estos, se relacionaba con "elementos extremistas" y en todas las conversaciones de car¨¢cter pol¨ªtico manifestaba siempre "ideas de este car¨¢cter". Adem¨¢s, como viv¨ªa, seg¨²n ellos, muy por encima de sus medios econ¨®micos y viajaba mucho al extranjero, se pod¨ªa suponer que fuera "agente del Socorro Rojo". La paleter¨ªa y el cerrilismo de los que lo denunciaron queda bien patente en la desconfianza que les inspiraban las personas que viajaban al extranjero, donde pod¨ªan contaminarse de ideas peligrosas. Mi t¨ªo ense?¨® durante unos a?os lengua y literatura espa?olas en la Universidad de Sof¨ªa (Bulgaria) y sol¨ªa viajar por diversos pa¨ªses europeos antes de tomar en Italia un barco, que, tras hacer escala en Atenas, se dirig¨ªa a Estambul, desde donde tomaba el Orient Express a Sof¨ªa. All¨ª nacer¨ªa su primer hijo en 1933. Su puesto depend¨ªa del Ministerio de Estado (Asuntos Exteriores) y viajaba con pasaporte diplom¨¢tico. Todo ello despertaba las sospechas de aquellos para quienes su peque?o mundo de estrechos horizontes se limitaba a su casa, la oficina y la pe?a del caf¨¦. Era esta Espa?a la que hombres como mi t¨ªo hubiesen querido cambiar, sobre todo mediante la educaci¨®n, y la que el golpe militar de Franco hizo que se perpetuara, dej¨¢ndola sumida en una larga noche de 40 a?os de oscurantismo.
En el procedimiento que se le instruy¨® para "averiguar" su intervenci¨®n "contra el Glorioso Movimiento Nacional", nada hab¨ªa de lo que pudiera acus¨¢rsele formalmente. Sus "delitos" eran de opini¨®n; sus supuestas actividades "subversivas", meras suposiciones. Aunque el juez instructor consideraba que no hab¨ªa elementos suficientes para determinar "la existencia de un delito", dadas "la gravedad de las circunstancias" del momento y "sus actividades anteriores" (que no se especifican), as¨ª como "sus relaciones con elementos extremistas", si el procedimiento terminara sin responsabilidad criminal, de conformidad con el art¨ªculo 396 del C¨®digo de Justicia Militar, recomendaba que la autoridad gubernativa le impusiera una multa de 9.500 pesetas, cantidad nada desde?able en aquellos a?os, pero de la que consta se hizo entrega. Era de suponer que, abonada la multa, el preso ser¨ªa puesto en libertad. No fue as¨ª. A partir del 20 de octubre de 1936, fecha en la que se ped¨ªa quedaran archivadas en la Comandancia Militar de Le¨®n las diligencias instruidas en el caso, se pierde su rastro. Lo m¨¢s probable es que lo sacaran esa misma noche de la C¨¢rcel Provincial de Le¨®n, adonde lo hab¨ªan trasladado en agosto, para darle el paseo. Ten¨ªa 35 a?os y dejaba dos hijos, el mayor de tres a?os; la m¨¢s peque?a no llegaba a dos.
Han pasado desde entonces m¨¢s de 73 a?os y seguimos sin saber d¨®nde est¨¢ su cuerpo. Yo me hice a m¨ª misma hace tiempo la promesa de que no cejar¨ªa hasta encontrarlo. Nunca hab¨ªa hecho mal a nadie. Era, por encima de todo, un hombre bueno.
Gerardo Diego, que era amigo suyo, le dedic¨® un poema, Retrato de Jos¨¦ ?lvarez-Prida, del que citar¨¦ algunas estrofas:
No le tem¨¢is. Su ind¨®mita melena, si se eriza, / La desmienten sus ojos tan d¨®ciles y humanos. / Rostro de le¨®n her¨¢ldico, de piedra crespa y riza, / No tem¨¢is al le¨®n, os lamer¨¢ las manos. / De versos y de p¨¢jaros vedle siempre en acecho. / Cuando los prende vivos, no los ata ni encierra. / Los pule, los calienta en lo ¨ªntimo de su pecho, / y al aire los devuelve, libres sobre la tierra.
Mar¨ªa Rosa de Madariaga ?lvarez-Prida es historiadora. Su ¨²ltimo libro es Abd el Krim El Jatabi: la lucha por la independencia (Alianza Editorial).
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