El Fonoll: la vida al desnudo
24 horas en el ¨²nico poblado naturista de Espa?a, donde el Ayuntamiento mantiene un perpetuo conflicto con el controvertido propietario de estas tierras
A Emili Vives le gusta hacer lo que le da la gana. Por eso celebra en cueros esta noche de 22 de julio, d¨ªa de Santa Mar¨ªa Magdalena, la onom¨¢stica de su madre. Levanta su copa de cava y propone un brindis. Desnudo. Como la homenajeada le trajo al mundo. Ella tiene 83 a?os. Al contrario que su hijo, permanece a su lado completamente vestida. Agradece con una sonrisa el gesto de los presentes en un amplio y r¨²stico comedor. Son las diez de la noche. Estamos en El Fonoll.
A sus 58 a?os, Emili lleva mucho tiempo viviendo as¨ª. En porretas. Se declara naturista. Un nudista en armon¨ªa con la exuberante naturaleza que le rodea. A tal fin cre¨® su propio h¨¢bitat. Su propia aldea, El Fonoll. M¨¢s de 150 hect¨¢reas en un valle de la Conca de Barber¨¤ (Tarragona) adscritas al municipio de Passanant i Belltall. Enclavadas entre montes de pinos, olmos y fresnos. Hace 15 a?os compr¨® estas tierras de un coto privado de caza que albergaba un pueblo abandonado, compuesto por una docena de casas y una peque?a iglesia rom¨¢nica que permanece cerrada. El precio fue "un pacto de silencio", seg¨²n Emili. En octubre de 1998 vino con su familia para quedarse. Quer¨ªa convertir El Fonoll en el primer poblado naturista de Espa?a. Y dotarlo de instalaciones para recibir visitantes.
El propietario ha sido denunciado por ejecutar obras sin licencia
"El invierno es duro aqu¨ª. En esa ¨¦poca no vas sin nada de abrigo"
Unas veinte personas trabajan en El Fonoll a cambio de vivienda
"Me gustar¨ªa ser autosuficiente y trabajar lo menos posible", dice Marc
"Algunos visitantes, que no son de verdad naturistas, vienen a curiosear"
"El nudismo es lo de menos, lo importante es la libertad que tenemos"
Ha pasado m¨¢s de una d¨¦cada no exenta de conflictos para Emili. Sus detractores le tildan de iluminado, de ejecutar obras sin licencia. ?l se siente perseguido por las autoridades y administraciones p¨²blicas. Tiene su propia moneda. Las calles de El Fonoll son suyas. Y en ellas se cumplen las normas que ¨¦l mismo dicta. La primera de todas: "Si el clima lo permite la convivencia ser¨¢ en desnudo integral". Reparte ¨®rdenes a diestro y siniestro a sus colaboradores. Y protesta: "Lo ¨²nico que he intentado es resucitar un pueblo".
EL PA?S ha estado 24 horas en este lugar. La mejor manera de pasar inadvertido en El Fonoll es ir desnudo. A las 11.15, Emili recibe a la entrada del poblado. Solo lleva un reloj en la mu?eca izquierda y se calza unas sandalias. Grandull¨®n, barrigudo, mirada azul mar y cabello cano peinado hacia atr¨¢s, estrecha sus manos grandes y recias. El resto de voluntarios, como Emili llama a la veintena de personas que habitan y trabajan en El Fonoll a cambio de vivienda, luz y agua, van vestidos. Ellos pueden hacerlo solo mientras trajinan. La mayor¨ªa no permanecen mucho tiempo aqu¨ª. "El trasiego de voluntarios es constante. Mi pacto con ellos es que trabajen dos o tres horas diarias en el mantenimiento de las instalaciones", explica Emili. "Por cada hora extra, les ofrezco un tique con valor de seis euros para comprar v¨ªveres en la tienda de este pueblo".
Quien siempre va vestida es Magdalena, su madre. Lleva aqu¨ª una semana. "Me parece muy bien todo lo que hace mi hijo", asegura armada con un matamoscas junto a una de las viviendas de piedra rehabilitadas. Las inmediaciones cuentan con salas para la pr¨¢ctica de tantra, yoga, baile o masajes, biblioteca, alberca, huertos, burritos, caballos, zona para barbacoas...
A mediod¨ªa, el term¨®metro ronda los 27? grados. Insectos voladores no identificados atacan por todas partes. Por lo dem¨¢s, la vida transcurre tranquila en El Fonoll. Apenas hay 10 visitantes alojados este jueves de pleno verano. Subimos a un Mercedes que Emili conduce sin ropa por la finca. Sus cinco hijos tambi¨¦n son naturistas y vienen de vez en cuando. "Pero piensan que este es el proyecto de su padre; mi esposa Nuria llega el fin de semana, cuando termina de atender los otros negocios que tenemos en Barcelona".
Divisamos un socav¨®n de dos metros donde un operario introduce en la tierra un anillo de hormig¨®n con ayuda de una gr¨²a. "Este agujerito es un punto de agua, sobre todo a efectos forestales; estamos en una zona con alto riesgo de incendios", explica Emili. "Tengo cuatro pozos, de los que tres son legales. Nos abastecemos de energ¨ªa con molinos de viento y placas solares".
La captaci¨®n de aguas forma parte del paquete de conflictos legales que le persiguen. El ¨²ltimo episodio data del pasado abril, cuando la Fiscal¨ªa de Tarragona present¨® una denuncia contra los administradores y apoderados de empresas que, seg¨²n la Fiscal¨ªa, han llevado a cabo en El Fonoll una veintena de edificaciones, una zona de acampada, un restaurante, barbacoas cercanas a zona forestal, una piscina y obra de captaci¨®n de aguas sin ning¨²n tipo de licencia.
Emili responde lo mismo que respecto a denuncias anteriores: realiza obras sin permisos aqu¨ª desde 1999 "por silencio administrativo". "Tambi¨¦n me condenaron en 2009 a cinco meses de c¨¢rcel por desobediencia a la autoridad. Hace 10 a?os me dijeron que parase las obras de rehabilitaci¨®n de las casas y contest¨¦ que no, que contaba con silencio administrativo favorable. Pero soy dif¨ªcil de doblar. Adem¨¢s de industrial de la electr¨®nica, he sido perito judicial durante 30 a?os y nunca he cedido un cent¨ªmetro para nadie".
Albert Bagu¨¦, alcalde de Passanant i Belltall (ERC) a cuyo municipio de alrededor de 170 censados est¨¢ adscrito El Fonoll, argumenta que este lugar "tiene categor¨ªa de suelo r¨²stico no urbanizable". Y a?ade que Emili "no tiene ni permisos ni licencia para construir; el problema no es que sea un lugar naturista, es que no cumple las normas de edificabilidad. Si falla la base, lo dem¨¢s es superfluo".
Junto a la zona de barbacoas, Valeria labra con un azad¨®n a la una y media. Solo lleva un pa?uelo en la cabeza. Es de Como (Italia). Tiene 27 a?os. Lleg¨® con Marc, catal¨¢n de 26, y las hijas de ambos en febrero, al mes de nacer sus beb¨¦s, para ejercer de voluntarios. "Al principio me cost¨® un poco desnudarme aqu¨ª", recuerda en perfecto castellano. "Algunos visitantes, que no son de verdad naturistas, vienen a curiosear". Emili reconoce que, aunque son los menos asiduos, ocasionalmente recibe visitas de swingers o aficionados al intercambio de parejas.
Jes¨²s y Marisa tambi¨¦n forman parte del equipo de voluntarios y disfrutan de un huerto junto al de Marc, el padre de los beb¨¦s de Valeria. Como ocurre en la tierra que riega Marc, se divisa alguna planta de marihuana entre las tomateras y dem¨¢s verduras y hortalizas. Gaditano, de 48 a?os, Jes¨²s dice haber sido de todo. Camionero, repartidor, marinero en un mercante... Mantiene un cuerpo en forma con varios tatuajes que luce desnudo al terminar su jornada de voluntariado. En su hombro derecho puede leerse: "Amor de madre". El verano del a?o pasado se qued¨® en paro. Y acab¨® con su pareja en El Fonoll.
"Ojal¨¢ hubiera descubierto esto antes, me habr¨ªa quitado muchos problemas de encima", reconoce Jes¨²s. "No hay nada como pasear en pelotillas por ah¨ª, pero el nudismo es lo de menos. Lo importante es la vida que hemos encontrado. Y la libertad. No tenemos prisa ni por irnos ni por quedarnos".
Son las tres y media. Marc y Valeria invitan a comer. Su hogar est¨¢ en una caravana cedida por Emili donde viven con sus dos hijas. Son vegetarianos. El men¨² consta de gazpacho envasado y verduras salteadas con frutos secos. "El invierno es duro aqu¨ª. Por supuesto, en esa ¨¦poca no vas sin nada de abrigo. Mi padre nos visita a veces y trae quesos", cuenta Marc mientras sirve t¨¦. A su lado, los dos beb¨¦s maman al un¨ªsono de los pechos de Valeria. Compartimos en cueros plato y conversaci¨®n sobre huertos, energ¨ªas y meditaciones. "Me gustar¨ªa dedicarme a ser autosuficiente y trabajar lo menos posible", explica Marc.
Pasadas las cinco, Kevin y su esposa disfrutan de un paseo. ?l tiene 58 a?os y es profesor universitario; ella, de 55, ejerce como m¨¢nager de una empresa. Llevan aqu¨ª tres semanas de vacaciones. Como clientes. Brit¨¢nicos, residentes en Alemania y expertos naturistas desde 1976, aseguran que este lugar "es muy ¨²nico y refleja muy bien la personalidad de Emili; yo asocio este tipo de vida a unas verdaderas vacaciones".
Los precios por pernoctar en El Fonoll var¨ªan seg¨²n las caracter¨ªsticas del alojamiento. "Es cierto que no hay muchas comodidades, pero pueden venir cuatro personas y arrendar un apartamento por solo 48 euros al d¨ªa", explica Emili. "Tambi¨¦n se puede alquilar una casa todo el a?o por unos 200 euros al mes y el compromiso de aceptar nuestras normas, como la prohibici¨®n de fumar salvo en espacios privados, que son b¨¢sicas para cualquier naturista".
Al presidente de la Federaci¨®n Espa?ola de Naturismo (FEN), Ismael Rodrigo, le parece bien la iniciativa de El Fonoll. "Aunque desde la FEN rechazamos algunas de sus reglas internas porque nos gusta hablar de libertades, no de normas". M¨¢s preocupado por defender casos como el que ocurri¨® en C¨¢diz el pasado 18 de julio, cuando tres miembros de la asociaci¨®n naturista gaditana (Anncaje) fueron denunciados por estar desnudos en la playa de la Victoria, Rodrigo a?ade por tel¨¦fono: "El Estado no debe decidir c¨®mo visten o no los ciudadanos".
El sol se despide entre nubarrones. La mayor¨ªa de los pocos clientes que hoy dormir¨¢n en El Fonoll cenan junto a Emili y su madre. Todos los comensales se encuentran vestidos en el comedor salvo Emili, quien propone un brindis por santa Magdalena a las diez de la noche. Vita, una joven voluntaria de San Petersburgo que durante el d¨ªa cuida de los caballos, saca una guitarra y canta canciones rusas tristes. Vicente, valenciano de 66 a?os, y Emi, su pareja, invitan despu¨¦s a cava y vino de la regi¨®n en su caravana. Emili hace tiempo que duerme.
A la ma?ana siguiente estar¨¢ despierto al despuntar el alba. Vestido con bermudas y camiseta, sube a su Mercedes para una incursi¨®n en los pueblos vecinos. Ha entregado al visitante un folio como justificante manuscrito de los 30 euros cobrados por pasar la noche en una habitaci¨®n compartida en un apartamento de El Fonoll. "Desde el punto de vista econ¨®mico creo que todo esto ha sido un fracaso", dice Emili echando la vista atr¨¢s. Pero antes de despedirse, asegura: "Morir¨¦ desnudo en El Fonoll".
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