Intolerancia
Vientos del pueblo agitan de nuevo fantasmas de intolerancia, desigualdades encubiertas de demagogia, beatificaciones de unos y hogueras her¨¦ticas de otros. Es verano en esta parte del hemisferio, Ourense vuelve a los 40 grados cent¨ªgrados y el planeta se calienta como una sart¨¦n. Empezamos por el burka. Despu¨¦s de que Sarkozy llevara a la Asamblea Francesa una medida xen¨®foba en su aguerrida cruzada contra la emigraci¨®n y el Islam, sucesos varios han tenido su r¨¦plica en este Estado donde parece que Madrid va a la vanguardia de los desprop¨®sitos y que secundan minutos m¨¢s tarde sus autonom¨ªas lim¨ªtrofes, entre ellas, como no pod¨ªa ser de otro modo, la nuestra.
Hay ayuntamientos sin burka que proh¨ªben el burka. As¨ª es esta Espa?a que ha encontrado ese viejo gusto inquisitorial en prohibir por prohibir. Por si las moscas. Hay indudablemente un comportamiento intolerante en cualquier prohibici¨®n, pero esta se lleva la palma: tan intransigente es prohibir el burka en uno de nuestros municipios como las maneras de llevar el pelo a la moda iran¨ª dictadas por el presidente Ahmadineyad.
Por ese prurito de legislar a favor de las libertades a veces alcanzamos el efecto contrario
Aunque no soy de aquellos que van buscando crucifijos en las dependencias de su memoria, no encuentro explicaci¨®n alguna a una contradicci¨®n flagrante: se proh¨ªbe el burka en muchas escuelas donde hay un crucifijo presidiendo las aulas. Supongo que esto hay que solucionarlo a la manera americana: si quiere usted educar a sus hijos como amish, como seguidores del Ku-klux-klan, como ¨¢ngeles del infierno o como mormones pague su dinero a una entidad privada y at¨¦ngase a la legislaci¨®n estatal.
Harina de otro costal pero del mismo molino es la prostituci¨®n, (la" prestituci¨®n" que dir¨ªa Tojeiro en uno de los hits gallegos del Youtube) y los anuncios de contactos. Soy de esas personas que cuando se cre¨® el Ministerio de Igualdad supo que hab¨ªa empezado una nueva forma de ret¨®rica invocando uno de los principios ilustrados. Y es que no se puede ni se debe ministerializar la libertad, la igualdad o la fraternidad. La prostituci¨®n causa m¨¢s s¨ªncopes cuando se conoce su verdad. Los anuncios de contactos eliminar¨ªan del mapa la posibilidad de ser "aut¨®nomo" o "aut¨®noma" dentro de una profesi¨®n que a trav¨¦s de esos anuncios calientes puede arreglar muchas vidas que de otra forma caer¨ªan en las redes de los clubes de carretera, que es donde realmente radica el problema. No es que detr¨¢s de muchos tel¨¦fonos se esconda un problema de explotaci¨®n, que es muy probable, si no que la eliminaci¨®n de estos echar¨ªa m¨¢s le?a al fuego de la intolerancia y la marginaci¨®n, ya de por s¨ª elevada en este sector. Algo as¨ª ha ocurrido con el modelo de televisi¨®n p¨²blica sin publicidad, cada vez m¨¢s abocada a la paulatina decadencia en aras de una reglas del juego que los competidores digitales y terrestres se pasan por el arco de la victoria.
Por ese prurito de legislar a favor de las libertades a veces alcanzamos el efecto contrario. Es algo que est¨¢ pasando cada vez m¨¢s a menudo en los ¨²ltimos meses con un Gobierno al que se le ha atragantado la crisis econ¨®mica y quiere situar en primer plano otros debates producidos en la cantera. En este sentido, no van a a ser todo palos, felicitar al PP por la iniciativa en el Senado de la custodia compartida.
Faltan por salir al ruedo dos cosas donde tambi¨¦n se espera un debate de ¨®rdago. La prohibici¨®n de fumar en los lugares p¨²blicos y la fiesta de los toros en Catalunya que se est¨¢ votando mientras escribo estas l¨ªneas. O sea el farias y el quinto de la tarde, todo en el mismo lote. En ambos casos hay partidarios y detractores tan hooligans que no es de extra?ar que perdamos en alg¨²n momento el hilo de la raz¨®n. Como en el caso de los controladores a¨¦reos, una profesi¨®n que sufre m¨¢s estr¨¦s que la banca seg¨²n las ¨²ltimas encuestas y casi siempre en d¨ªas de verano y en fin de semana... Una cosa aparentemente f¨¢cil de dilucidar que tambi¨¦n se est¨¢ convirtiendo en un berenjenal a punto de ser militarizado.
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