Se avecina tormenta...
El triunfo de la Iniciativa Legislativa Popular catalana ha supuesto una inyecci¨®n de energ¨ªa y optimismo para los que claman contra la fiesta de los toros. Un triunfo solo so?ado hace unos meses, cuando sus promotores se dedicaban a recoger firmas para dar un simple testimonio de su oposici¨®n a las corridas. El viento ha soplado a su favor, y de qu¨¦ manera, y ha hecho realidad su quimera. Catalu?a les ha proporcionado la consigna: ?Podemos...!
Y algo m¨¢s: les ha dado una publicidad inimaginable, les ha abierto una corriente de opini¨®n que, favorable o no, plantea crudamente en la sociedad espa?ola si los toros son o no tortura; cuentan con el secular complejo de los pol¨ªticos sobre los toros (ni a Felipe Gonz¨¢lez, ni a Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar ni a Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero se les recuerda en una plaza), y, por encima de todo, el mundo taurino est¨¢ cortocircuitado, desorientado, sin capacidad de respuesta, si acaso solo consciente de que el espect¨¢culo que hoy ofrece carece del inter¨¦s requerido para los espectadores.
Baleares, Melilla y Galicia podr¨ªan sufrir las siguientes aboliciones de los toros
Cuidado, porque un frente tormentoso se avecina en el horizonte. Ciertamente, las previsiones pueden cambiar, pero todos los datos van en la misma direcci¨®n: franqueada la puerta, los antitaurinos tratar¨¢n de establecer su estrategia en otras comunidades aut¨®nomas. Y las primeras pueden ser aquellas en las que la afici¨®n taurina no est¨¦ hoy por hoy muy arraigada; probablemente Baleares, Melilla, Galicia...
Una ofensiva sin prisa, pero sin pausa, a sabiendas de que el ¨¦xito no ser¨¢ inmediato, pero con el convencimiento de que, antes o despu¨¦s, la fruta puede madurar.
Porque los antitaurinos, exaltados algunos de ellos, pero estrategas bien formados en su mayor¨ªa y con argumentos fundamentados y razonados, saben que su mensaje cala fina y constantemente en una sociedad cada vez m¨¢s sensible con el sufrimiento animal y solidaria con la protecci¨®n de los derechos concedidos a estos.
Y saben algo m¨¢s: que los pol¨ªticos han demostrado que su apoyo a la fiesta est¨¢ plenamente condicionado a la direcci¨®n del viento de la opini¨®n p¨²blica. Si ya, hoy por hoy, la mayor¨ªa de los gobiernos auton¨®micos se limitan a permitir la existencia de la fiesta, sin mover un dedo por su pureza -tan denostada-, no hay duda de que, a partir de ahora, muchos representantes regionales y municipales escudri?ar¨¢n el alcance del sentimiento de sus representados antes de decir una palabra m¨¢s alta que otra sobre los toros.
Y el colof¨®n: vaya papeleta la de los taurinos, tan tranquilos como estaban en su mata; la que se les ha venido ante una muy escasa capacidad de reacci¨®n: ?Cu¨¢nto se tarda en recuperar la emoci¨®n perdida? ?Cu¨¢nto en que el toro vuelva a ser el que un d¨ªa fue? ?Cu¨¢nto en rescatar una fiesta pura y verdadera? ?Cu¨¢nto se tardar¨¢ en convencer a los toreros, a los ganaderos, empresarios, apoderados... que deben servir al cliente y no aprovecharse de su buena fe?
Urge una reacci¨®n r¨¢pida y muy inteligente. Una contraofensiva que detenga la huida de aficionados y recupere el prestigio de la fiesta; una contraofensiva basada en la autenticidad, la integridad y la responsabilidad de todos.
Largo me lo fi¨¢is, don Sancho... Se avecina tormenta; y si no, al tiempo...
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