Asignaturas pendientes
Durante los ¨²ltimos meses los asuntos que tienen que ser resueltos a trav¨¦s de la gesti¨®n p¨²blica se han acumulado. Una enumeraci¨®n de las cuestiones pendientes a d¨ªa de hoy y que condicionan nuestro futuro incluye desde cu¨¢l va a ser la regulaci¨®n del sector financiero a nivel mundial, la gobernanza econ¨®mica de la UE, la pol¨ªtica energ¨¦tica, fundamental para la competitividad y para la pol¨ªtica sobre el clima de la tierra, pasando por la puesta en marcha de los cambios estructurales que garanticen crecimiento y empleo, la reforma del sistema impositivo, la finalizaci¨®n de la reforma laboral, de las pensiones, el fraude, la corrupci¨®n, el dise?o institucional. A lo que hay que a?adir, porque son imprescindibles, los aspectos y decisiones relacionadas con la ciencia, la investigaci¨®n y la innovaci¨®n. Hay problemas m¨¢s cercanos a las que se est¨¢ dedicando mucho tiempo sin que est¨¦n claros los frutos. Por citar los que m¨¢s aparecen en los medios; el plan para la convivencia y la paz, las propuestas sobre el impulso al desarrollo en la biosfera de Urdaibai, la introducci¨®n o no de variaciones en cuestiones importantes como el copago en sanidad o en la educaci¨®n p¨²blica universitaria. Aspectos todos ellos que necesitan de an¨¢lisis y de un buen saber hacer.
Los medios har¨ªan un favor de negarse a ser portavoces de uno u otro partido
No habr¨¢ m¨¢s remedio que exigir acuerdos para superar los retos
En algunas de las reformas, hay confrontaci¨®n y discusi¨®n y, ciertamente, el reflejo que esta carencia de acuerdo tiene en los medios de comunicaci¨®n no es balad¨ª. El intercambio de opiniones no se est¨¦ llevando a cabo al nivel que su importancia exige. Hace falta estar provista de un cierto grado de masoquismo para desear estar al tanto de lo que se negocia y se discute en la arena pol¨ªtica. Porque lo que presenciamos son intercambios de acusaciones acerca de la mala gesti¨®n de los oponentes, peticiones de suspensi¨®n y dimisi¨®n que no se materializan, informaciones acerca de corrupci¨®n pol¨ªtica, en fin, toda una panoplia de actuaciones que no parecen que vayan a conseguir mejorar el bienestar de los ciudadanos. Est¨¢ bien que los partidos ejerciten unos sobre otros el papel de control. Est¨¢ bien que analicen, entre s¨ª y por separado, la definici¨®n de cu¨¢les son las tareas m¨¢s importantes a llevar a cabo y acerca de c¨®mo llevarlas a cabo. Pero que la discusi¨®n y no el acuerdo constituyan la norma y, sobre todo, que ¨¦sta no se lleve a cabo con seriedad sino con apriorismos es poco edificante adem¨¢s de ineficaz.
Es imprescindible que personas racionales e informadas se pongan de acuerdo acerca de cuestiones tan importantes como el techo del gasto p¨²blico, sus prioridades, las necesarias modificaciones en las pol¨ªticas de bienestar para hacerlas sostenibles, qu¨¦ debe hacerse para eliminar la endogamia de instituciones p¨²blicas, c¨®mo hacer para que nuestros j¨®venes aprendan bien y lo que hay que aprender, o si la idea de llevar a las aulas de ikastolas o colegios a las v¨ªctimas es beneficioso o innecesario. Tampoco es comprensible que no tengamos explicaciones que justifiquen el porqu¨¦ ciertas acciones se van a llevar a cabo y no es de recibo, en fin, que los que llegan al poder se apoderen, sin rubor, del trabajo que han hecho los que les han precedido dedic¨¢ndose a ejercer la cr¨ªtica en torno a lo que no coincide con sus opiniones y valoraciones. Eso ni est¨¢ bien y, todav¨ªa peor, no vale para nada. S¨®lo vale para que la situaci¨®n pol¨ªtica se emponzo?e. Casi siempre se construye oteando el futuro subi¨¦ndonos a los hombros de las personas que nos han precedido. No hay porqu¨¦ destruir lo previo sino aprovechar lo bien hecho para mejorar lo que se considera que no est¨¢ logrado.
Ya que los pol¨ªticos parecen estar demasiado inmersos en su tarea de criticar al contrario, los medios nos har¨ªan un favor si se negaran a servir de altavoces y portavoces de uno u otro partido. Porque lo cierto es que muchos nos cansamos y la consecuencia m¨¢s inmediata es que la demanda de informaci¨®n disminuye justo cuando m¨¢s atentos deber¨ªamos estar a lo que pasa en nuestro entorno econ¨®mico, social y pol¨ªtico.
Es muy claro que una sociedad que no tenga ciudadanos responsables y exigentes no disfrutar¨¢ jam¨¢s de l¨ªderes responsables y eficaces. As¨ª que la pelota est¨¢ en nuestro tejado. Hemos de exigir a los pol¨ªticos, sensatez, y a los medios, informaci¨®n y opiniones razonadas. No queremos leer y o¨ªr una descripci¨®n pormenorizada de descalificaciones. Es hora de que, adem¨¢s de trabajar (los que tenemos un puesto de trabajo) y de practicar una cierta austeridad impuesta por la crisis, los ciudadanos forcemos el cese de las batallitas de sal¨®n. Todos necesitamos un respiro. Pero a la vuelta, los problemas estar¨¢n encima de la mesa y no tendremos m¨¢s remedio que exigir acuerdos acerca de c¨®mo superar los retos econ¨®micos, pol¨ªticos y sociales. Se presenta un oto?o complicado. M¨¢s vale que volvamos preparados.
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