El capote de San Ignacio
Alberto Aguilar ser¨¢ el sustituto hoy del mexicano Arturo Mac¨ªas, cogido hace siete d¨ªas en El Puerto de Santa Mar¨ªa. Se lo gan¨® ayer en el ruedo, con deseo, con la muleta y con sangre. As¨ª es como toda la vida los toreros se han ganado las repeticiones: triunfando el d¨ªa anterior. Azpeitia decidi¨® pagar ese premio al torero que resultase destacado en las dos primeras corridas, las duras, las que esquivan las figuras.
Azpeitia ha decidi¨® rescatar lo m¨¢s puro del arte de los toros, el toreo de siempre. Corridas serias, bien presentadas y con emoci¨®n. Nadie ayer fue capaz en los tendidos de despistarse un instante, casi todo lo que ocurri¨® tuvo el inter¨¦s de un hombre jug¨¢ndose la vida ante un toro bravo. Tan contenta qued¨® la gente que despu¨¦s de despedir en hombros a Alberto Aguilar, comenzaron a aplaudir hasta que el mayoral de la ganader¨ªa de Palha sali¨® a los medios a saludar por el brillante encierro.
Todo fue emoci¨®n. La hubo en las faenas, pero la hubo tambi¨¦n en el caballo y en los tercios de banderillas, donde las cuadrillas decidieron demostraron su deseo de quedar bien ante unos palhas, que en ocasiones se movieron con alegr¨ªa y en otras esperaron a los subalternos.
Hasta ayer, Alberto Aguilar s¨®lo hab¨ªa toreado en Francia esta temporada. Siete corridas y todas en el exilio. As¨ª que vino a Azpeitia a no dejar pasar la oportunidad. Era su tarde, lo ten¨ªa muy claro. Hizo el pase¨ªllo con el capote que suele ofrecer la comisi¨®n organizadora a los toreros el d¨ªa de San Ignacio y a fe que el patr¨®n le ech¨® una mano. Sobre todo, cuando fue volteado por el cuarto de la tarde. El madrile?o se tir¨® a matar a ley y fue derribado, recibi¨® una paliza de la que sali¨® conmocionado y todo el mundo pens¨® en una cornada seria. Ah¨ª apareci¨® el capote, porque Aguilar no sufri¨® lesi¨®n alguno m¨¢s que los numerosos golpes y pudo pasear una oreja antes de pasar a la enfermer¨ªa.
Sali¨® a matar el sexto, el mejor toro del festejo y, con m¨¢s entrega que acierto, arranc¨® otra oreja de un p¨²blico que se hab¨ªa decantado por declararle triunfador. Aguilar puso ganas, aunque anduvo embarullado ante un morlaco que ped¨ªa mejor trato. Pero la plaza vibraba con todo lo que hab¨ªan visto en las dos horas y media largas de festejo y dict¨® su sentencia: otra oreja y salida en hombros. Con ese sabor a premio, a gesta de torero, la respuesta del p¨²blico cuando se anunci¨® la repetici¨®n de Aguilar para esta tarde fue de una rotunda alegr¨ªa. Se lo gan¨® en el ruedo.
Rafaelillo s¨®lo pudo matar un toro. Y si hubiera acertado con la espada habr¨ªa cortado una oreja, pues estuvo muy centrado y supo sacar partido a su enemigo hasta que sufri¨® una aparatosa cogida que no le impidi¨® acabar con este toro, pero s¨ª continuar en el ruedo dejando su segundo astado para Aguilar.
El joven Javier Cort¨¦s hac¨ªa su primer pase¨ªllo lejos de la provincia de Madrid. Derroch¨® ganas y buen gusto por momentos, pero le falt¨® oficio.
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