Hierba alta
Hierba alta. Tom¨¢s pasa unos d¨ªas en el campo. Ya van tres veranos. Este a?o hay una novedad. Han transformado el vallado del ganado. En lugar del alambre de espino han puesto un cable el¨¦ctrico. Unida al cable, una peque?a bater¨ªa. Las vacas, al acercarse al cable, salen despedidas por la descarga el¨¦ctrica. "?No les hace da?o?" le pregunta Tom¨¢s a Fonso, el due?o de la finca. "No, hombre. Tan solo las asusta".
Tom¨¢s tiene 13 a?os. Catorce, Amalia, la hija de Fonso. Siempre est¨¢n juntos, como cada verano. Lo que m¨¢s les gusta es subirse a la trasera del tractor e ir a recoger la hierba reci¨¦n cortada. Y m¨¢s tarde ayudar a guardar la hierba en el pajar, dentro de unos grandes silos. Fonso anima a los chavales a que salten dentro. Amalia salta la primera. Siempre salta la primera. Tom¨¢s duda. Fonso le da un empuj¨®n y Tom¨¢s se sumerge al fin en el mar de hierba. Un mar blando. Blando como una cama. A Tom¨¢s le gusta el aroma de la hierba al removerse.
Una tarde, Amalia lleva a Tom¨¢s junto al vallado de las vacas. Se oyen los insectos. La bater¨ªa suena como un coraz¨®n de hierro. Un coraz¨®n hueco. Pum, pum, pum. "Mira lo que hago" le dice Amalia. "A que no te atreves a hacer lo mismo". Agarra el cable con su mano y cierra los ojos. As¨ª espera la descarga. El cuerpo de Amalia se sacude. Una vez, otra. Luego, suelta el alambre. Tom¨¢s est¨¢ inm¨®vil. Amalia lo rodea por detr¨¢s y le coge la mano. Lo acerca al cable. Tom¨¢s hace adem¨¢n de zafarse pero no sabe si lo quiere de verdad. Siente el calor del cuerpo de Amalia. Su olor dulce. Al final, agarra el cable. Tiene la mano de Amalia encima de la suya. Entonces siente las descargas, secas. Todo su cuerpo se estremece. La primera ha sido la m¨¢s fuerte, la segunda la aguanta mejor. Luego Amalia suelta cuidadosamente su mano. "Ves, no pasa nada" le dice al o¨ªdo. M¨¢s tarde lo deja libre, y comienza a caminar como si no hubiera ocurrido nada. "Vamos, hay que recoger las vacas".
Las vacas se dirigen al establo, en fila india, lentas, como si todav¨ªa quisieran quedarse en el prado. Amalia va delante de ellas. Vuelve la mirada y sonr¨ªe a Tom¨¢s. A Tom¨¢s le parece m¨¢s bella que nunca. Dan de pastar a las vacas. Tom¨¢s acaricia a los terneros m¨¢s j¨®venes. Est¨¢ pensativo. No habla. No puede olvidar lo que ha ocurrido un poco antes en el vallado con Amalia.
De noche, hace calor. El viento sur no deja refrescar el cuarto. Hoy no. Tom¨¢s yace sin ropa sobre la cama. No puede dormir. Piensa en Amalia. Se acaricia, se toca. De pronto, su cuerpo se sacude. Entonces siente las descargas, secas, el¨¦ctricas. Pum, pum, pum. Poco a poco, se tranquiliza. Se acuerda de la voz de Amalia, "ves, no pasa nada".
Hierba alta.
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