?Angl¨®filos o german¨®filos?
Ya estamos en agosto. La sociedad civil se pone las bermudas y se va a la playa, a cantar boleros mientras el d¨ªa se apaga. Tambi¨¦n Feij¨®o y Rueda, cansados de la faena gubernativa -hasta depredar cansa- se pondr¨¢n las chanclas. En los chiringuitos se vive un presente eterno y ya no digamos en las discotecas de Sanxenxo o en la Playa Silgar, la meca de nuestras C¨¢rmenes Lomanas y nuestros Pocholos. Resuenan las palabras de Horacio: "Aprovecha el d¨ªa, fiando lo menos posible en lo que ha de venir". Pero ?descansar¨¢n los mercados, lo que antes se llamaba, sin tanta tonter¨ªa, capitalismo? Ellos han decidido que viv¨ªamos por encima de nuestras posibilidades y tal vez consideren que est¨¢ fuera de lugar, despu¨¦s de que su bayoneta pinchara la burbuja de nuestra presunci¨®n, que tomemos vacaciones, mucho menos si est¨¢n pagadas. A la clase obrera se le ha acabado el para¨ªso.
Los mercados tal vez consideren que est¨¢ fuera de lugar tomar vacaciones, m¨¢s a¨²n si son pagadas
Una vez dicho esto, yo, por supuesto, intentar¨¦ seguir viviendo por encima de mis posibilidades, como he hecho toda la vida, siguiendo la estela de mis compatriotas. Desde ni?o he intentado aprender de lo que ve¨ªa y copiar de mis cong¨¦neres, sobre todo de sus defectos, que considero mucho m¨¢s ilustrativos para una naturaleza dispuesta a instruirse. Me temo que no le he hecho gran caso a mi madre que me advert¨ªa contra este pa¨ªs de gregarios: "Onde vas tolo? Onde van todos". Somos as¨ª, un servidor tambi¨¦n. As¨ª que este verano me he comprado la consabida sombrilla -muy mona, de elegantes rayas azules- y dos sillas de pl¨¢stico -rojas, para m¨¢s se?as- para leer novelas de serie negra en la playa mientras mis pies son dulcemente remojados por las olas del mar. Si me ven reconcentrado, no me despisten, por favor. Estar¨¦ intentando descubrir al asesino.
Mis autores de cr¨ªmenes veraniegos preferidos son Camilleri y Simenon. Los dos suelen escribir novelas del tama?o apropiado, de las que pesan poco y que se pueden leer en una tarde, con la ventaja a?adida de que se las puede encontrar en colecciones baratas. Si adem¨¢s tienen la letra grande, mejor. Para los d¨ªas frescos viene bien el celo, bajo el sol de justicia siciliano, del comisario Montalbano, un tipo humano de los que me gustan, con un punto humor¨ªstico y poco dado a la declamaci¨®n, amante de frecuentes incursiones a la trattoria correspondiente en busca de salmonetes y pulpitos. El perro de Terracota podr¨ªa ser una opci¨®n. En d¨ªas de can¨ªcula conviene sin embargo Maigret, que se mueve entre las brumas del norte con estricta l¨®gica. Les recomiendo Las memorias de Maigret mucho mejores, a mi juicio, que las Memorias ¨ªntimas del propio Simenon. Escrib¨ªa con mayor inter¨¦s de sus personajes que de s¨ª mismo. Paradojas de la literatura.
Claro que tambi¨¦n podemos darnos a la poes¨ªa, como quien se da al tequila. Lois Pereiro podr¨ªa ser una opci¨®n. Podr¨ªan ir adelantando el trabajo para el a?o que viene, en el que se le dedica el 17 de Maio. Existe una foto, de Xos¨¦ Abad, en la que puede v¨¦rsele ya demacrado por la enfermedad que lo llevar¨ªa a la tumba -una mezcla de colza, sida y hero¨ªna- con un libro en la mano de Peter Handke, en alem¨¢n, y en el regazo una botella de litro de Fanta naranja. Es una imagen que reivindica una genealog¨ªa y un gui?o de nuestro autor m¨¢s underground y de vida m¨¢s al l¨ªmite. Aut¨¦ntica. Su hermano Xos¨¦ Manuel afirma: "Eu fun literariamente angl¨®filo e el entregouse ¨¢ est¨¦tica centroeuropea ¨¢ que sempre ser¨ªa fiel. Paul Celan, Eluard, Alfred Jarry, Handke, Bernhard".
?sta puede ser una de las discusiones del verano debajo de la sombrilla: ?angl¨®filos o german¨®filos? No es necesariamente una elecci¨®n entre el humor de Chesterton o Ambrose Bierce o el peso del mundo seg¨²n Botho Strauss e Ingeborg Bachmann. Tal vez no en Handke, pero en Bernhard hay mucho humor, concretamente mucho humor negro, el humor cervantino e individualista que alimenta tambi¨¦n a H?sek, el humor del ahorcado o, si quieren, aunque no siempre, el de Castelao. Tal vez los dos hermanos Pereiro ten¨ªan m¨¢s cosas en com¨²n, aunque expresadas a trav¨¦s de caminos distintos.
Los m¨¢s viejos del lugar se acordar¨¢n de El Caso, publicaci¨®n que entreten¨ªa (supongo) a m¨¢s o menos el mismo tipo de gente que disfruta con las aventuras y desventuras (siempre bien pagadas) de Bel¨¦n Esteban, ahora acalorada apologista de la pena de muerte. Sus titulares siempre conten¨ªan un gramo de divina iron¨ªa, verbigracia "mat¨® a su mujer y a su suegra porque su sobrina lleg¨® tarde", un glorioso ejemplo de l¨®gica estricta -aunque inaccesible al com¨²n de los mortales. No difiere mucho de aquella noticia publicada en un peri¨®dico austr¨ªaco de la que da cuenta Thomas Bernhard en El imitador de voces -cito de memoria: "El suicida se colg¨® de un ¨¢rbol cercano a su vivienda en el que fue encontrado. Evidentemente, no ten¨ªa los pies en el suelo". Ah, el humor, siempre el humor, incluso en las circunstancias m¨¢s dif¨ªciles.
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