Los rusos toman San Sebasti¨¢n
Valeri Gergiev, pol¨¦mico y aplaudido por igual, encabeza el desembarco eslavo en la Quincena Musical. Con ¨¦l llegan los art¨ªfices del renacer musical ruso.

El Mariinski no es solo un teatro. Y Valeri Gergiev, su director, tampoco es solo un m¨²sico. El Mariinski, aquel lugar que encarn¨® el oscuro esplendor de la ¨¦poca de los zares, ha vuelto a resplandecer en el tambi¨¦n sombr¨ªo renacer de la cultura rusa en la era de Yeltsin y Putin. Y Gergiev, ese osetio autoritario -nacido en Mosc¨² en 1953 por accidente- y amante del exceso rom¨¢ntico, convencido de que una naci¨®n unida y fuerte hace m¨¢s que decenas de rep¨²blicas desgajadas, es el mayor embajador cultural de esa nueva y algo impostada grandeza. Por eso tiene que ser ¨¦l y solamente ¨¦l quien abra a partir de hoy en el Kursaal una nueva Quincena Musical donostiarra dedicada este a?o al renacer ruso con artistas fundamentales como los pianistas Alexei Volodin (domingo 8) y Elisabeth Leonskaja (martes 10), Vasily Petrenko con la Orquesta de Liverpool (mi¨¦rcoles 18 y jueves 19) o el director y pianista Mijail Pletnev con la Orquesta Nacional de Rusia (s¨¢bado 21 y domingo 22). Una apuesta art¨ªstica que muestra que la Quincena Musical, que encara su 71? edici¨®n, sabe capear la crisis y los recortes presupuestarios con ideas y criterio, a diferencia de otros festivales que fueron referencia hace d¨¦cadas y hoy viven una notable decadencia.
Si los montajes del Mariinski representan la ortodoxia del repertorio ruso actual, los del director de escena Dimitri Bertman, responsable del Helikon Theatre de Mosc¨², vienen a ser la heterodoxia, con provocaciones y resoluciones originales. Un gran contraste para que el p¨²blico se haga idea del vigor creativo que reina hoy en aquel pa¨ªs porque ser¨¢ un montaje de Boris Godunov, de Mussorgski, a cargo del Helikon, el que cerrar¨¢ la Quincena.
Valeri Gergiev es la encarnaci¨®n de la energ¨ªa contradictoria, entregada y atormentada que describ¨ªan Tolstoi o Dostoievski pero tambi¨¦n Chaikovski, Prokofiev, Shostakovich, Rimsky-Korsakov, Balanchine, Nureyev y hoy Sofia Gubaidulina y Rodin Shchedrin.
De todos ellos, a trav¨¦s de esa resucitada m¨¢quina de poder cultural que es hoy el Mariinski, Gergiev es su mayor embajador. Un hombre muy poderoso, que pisa fuerte por los despachos del Kremlin. "?ltimamente hablamos m¨¢s con el ministro de Econom¨ªa que con el de Cultura. Y eso es bueno", dec¨ªa en una de sus ¨²ltimas visitas a Madrid. He ah¨ª la medida de su influencia.
Si dictadores y emperadores tuvieron m¨²sicos y artistas de cabecera, en la nueva Rusia capitalista y deudora de estructuras de poder autoritarias del comunismo, Gergiev es el ni?o bonito del aparato, el mejor vocero de los nuevos valores putinianos. Si le preguntan en p¨²blico, defiende al Gobierno sin complejos. Si los osetios son acosados por ser separatistas, el m¨²sico da un concierto y dice que el Ej¨¦rcito ruso es el caballero armado de su pueblo.
Toma partido y consigue beneficios del mismo. Es intocable. Pero es dif¨ªcil ponerle peros a su m¨¦rito art¨ªstico. Desde que lleg¨® al m¨ªtico teatro de San Petersburgo, llamado Kirov en la ¨¦poca de la URSS y hoy rebautizado con su nombre original, ha recuperado repertorio olvidado y censurado en la ¨¦poca comunista, ha descubierto aut¨¦nticos divos y divas musicales -Anna Netrebko, la chica que limpiaba los pasillos y pas¨® a gobernar los escenarios es su ejemplo m¨¢s elocuente- y tambi¨¦n nuevas estrellas del ballet. De paso, ha convertido en referencias internacionales sus interpretaciones del repertorio eslavo y ha vuelto a hacer suyos a Balanchine y a Stravinski, a Shostakovich, a Mussorgski y sobre todo a Prokofiev. "Su m¨²sica desprende car¨¢cter. Es teatral y grandiosa", comenta Gergiev en entrevista telef¨®nica. ?l ya dio muestras de esa imperial concepci¨®n del espect¨¢culo en el Teatro Real de Madrid con Guerra y paz.
Pero ahora ha ido cogiendo y comprendiendo mejor otros vicios de m¨¢s rusos y otros parientes. A San Sebasti¨¢n, junto a la Orquesta Sinf¨®nica del Mariinski, llevar¨¢ suites de ballets de Stravinski, Romeo y Julieta, de Berlioz -que interpretar¨¢n con el Orfe¨®n Donostiarra-, obras de contempor¨¢neos como Shchedrin, el Concierto para viol¨ªn de Sibelius, ese extra?o m¨²sico fin¨¦s, tan ruso para ¨¦l. "Vivi¨® en San Petersburgo, entend¨ªa perfectamente nuestra forma de ver la vida. En su obra hay reminiscencias rusas y germanas y ¨¦l las transforma en su lenguaje, tan original". Sibelius, por proximidad geogr¨¢fica y emocional, queda en la mochila de Gergiev como un ruso adoptivo. Stravinski emigr¨®. Y a esa m¨²sica que produjo en el extranjero, el maestro ruso se hab¨ªa acercado poco. "La estoy descubriendo ¨²ltimamente y la aprecio", afirma Gergiev. Es el Stravinski neocl¨¢sico y cosmopolita que pon¨ªa de los nervios a algunos radicales como Pierre Boulez por considerarle amanerado. Pero el tiempo lo cura todo. "A Stravinski hay que acercarse como a un cl¨¢sico ya, en toda la extensi¨®n de la palabra", defiende.
Como a Shostakovich, tan dram¨¢tico, tan impotente, tan prisionero del estalinismo en sus formas musicales, aunque no en los fondos. "Hay que dejar de analizarlo con esos prejuicios. Su m¨²sica, aislada del tiempo y de las circunstancias de la tiran¨ªa en la que fue compuesta, resulta ahora mucho m¨¢s natural", afirma Gergiev.
Shostakovich qued¨® atrapado y vivi¨® su captura moral y art¨ªstica como un drama de supervivencia con Stalin. Otros muchos salieron. Hoy siguen haci¨¦ndolo, aunque por otras razones. Rusia es actualmente una di¨¢spora muy presente en el coraz¨®n de Gergiev. Aparte de poner en valor la cultura de su pueblo -"cada vez se representa e interpreta m¨¢s m¨²sica nuestra en todo el mundo", presume ufano-, el director sale al encuentro de ese p¨²blico en el exilio. "Cuando tocamos en Londres, en Nueva York, s¨¦ que el 40% o el 50% de la gente que nos viene a ver son rusos. A ellos nos debemos", comenta, como un ap¨®stol errante de lo suyo.
Es una circunstancia que ha modernizado a sus compatriotas, cree Gergiev. "Cuando encuentro rusos por el mundo les oigo hablar de cultura, de tecnolog¨ªa. Somos un pueblo mucho menos cerrado que hace a?os, un pueblo con potencial, talento, ambici¨®n".
En lo que a ¨¦l respecta, no se puede decir que lo esconda. Su paso por el Mariinski, aparte de por haber vuelto a poner en ¨®rbita internacional toda la tradici¨®n de su m¨²sica y su arte, se recordar¨¢ por hacer brotar talento. "S¨®lo buen talento, pero en cantidades. Es parte esencial de nuestro trabajo: descubrir".



Tres citas ¨²nicas
- Para ma?ana la Orquesta Sinf¨®nica del Mariinski ha elegido un programa dedicado por entero a Stravinski: El p¨¢jaro de fuego, Petruschka y La consagraci¨®n de la primavera.
- El d¨ªa 8 interpretar¨¢n Wagner -Preludio y Los encantos de viernes santo de Parsifal-, el concierto para viol¨ªn de Sibelius y dos conciertos de Rodin Shchedrin.
- El lunes, Gergiev termina su participaci¨®n en la Quincena Musical donostiarra con Romeo y Julieta, de Berlioz.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
