DOCE
on las cinco de la tarde y estoy vigilando, escondido tras unos bugas, la puerta del colegio de mi sobrino, a ver si sale de una puta vez, cuando empiezo a notarme raro de cojones. La cosa empieza en el est¨®mago, con una especie de sensaci¨®n de agujero que se extiende poco a poco al resto del cuerpo. Deduzco que me ha sentado mal una pizza de carne podrida que me he tomado en un bar de mierda y pienso que si logro potar se me pasar¨¢ todo. Pero no poto, pese a las arcadas. Entonces, cuando voy a llevarme los dedos a la garganta, me doy cuenta de que no tengo dedos ni mano ni piernas, no tengo nada... ??Joder, que me he vuelto invisible!! Me busco en el reflejo de la ventanilla del carro detr¨¢s del que estoy agazapado, y en su espejo retrovisor, y no me veo, ??co?o!!, no me veo, y no me veo porque no estoy. Con el susto desaparecen, una cosa por otra, las ganas de potar y el cuerpo se calma.
No me veo, ??co?o!!, no me veo, y no me veo porque no estoy
Completamente invisible, me siento en la acera e intento poner orden en mis neuronas. No fumo nada raro, ni siquiera tabaco, no tomo pastillas, no me he metido ning¨²n hongo alucin¨®geno... Es verdad que intento escribir una historia sobre un tronco que se vuelve invisible, pero no soy tan sugestionable. Entonces, me digo acojonado, es que se me ha ido la chola. ?Ad¨®nde? Ni puta idea, brother, lo cierto es que todas las cosas que har¨ªas si te volvieras invisible, cr¨¦etelo, desaparecen del coco en el momento mismo de cumplirse el maldito deseo. Lo ¨²nico que siento ahora es el p¨¢nico a no estar, o a estar de este modo. Puedo mover unas piernas que no tengo, unos brazos que no tengo, una lengua que no tengo. Puedo pesta?ear y hacer muecas con la boca, pero si me llevo las manos invisibles a los labios o a los ojos, traspaso con ellas la cabeza. ?Por qu¨¦ me habr¨¢ tocado a m¨ª? ?Qu¨¦ he hecho yo? ?Que qu¨¦ has hecho?, me respondo enseguida, has hecho el gilipollas, el imb¨¦cil, el tonto, el bobo, hasta que la has cagado. Y entonces me pongo a llorar unas l¨¢grimas impalpables y entre ellas veo salir del colegio a mi sobrino, pero no me siento con fuerzas para seguirle y me quedo en la acera, hecho un trapo que nadie ve.
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